El pasado 17 de enero llegó a nuestras pantallas Malasaña 32, una cinta de terror española dirigida por Albert Pintó. En FreakEliteX hemos tenido ocasión de verla y en esta entrada os contamos qué nos ha parecido.
Terror bien intencionado, pero algo infructuoso
Asuntos pendientes. Dos palabras que dicen más de lo que dejan entrever; un deber para algunos y una cárcel para otros. Porque, salidos de las leyendas, se encuentran los espíritus de aquellos que ya no están, almas en pena que siguen vagando por nuestro mundo por la imposibilidad de consumar aquello que vinieron a hacer en vida. Fantasmas que atormentan a aquellos que, por desgracia, topan con su lugar de reposo.
Con los Warren marcando el paso en lo que al terror contemporáneo se refiere, era de esperar que en España también quisieran replicar su éxito. Así es como Albert Pintó opta por traer de nuevo el relato de las casas encantadas a la primera línea cinematográfica.
Porque Malasaña 32 (Albert Pintó, 2020) es exactamente eso; una historia de mansiones embrujadas (cambiando el lujo por la modestia de un piso en el barrio madrileño) y familias atormentadas. Una pesadilla construida sobre el susto fácil que naufraga a nivel argumental.
Malasaña 32; bienvenidos a su casa
Así es como Malasaña 32 hilvana una sucesión de subtramas poco inspiradas que sólo se enlazan en un tramo final en que la cinta parece querer atar todos los cabos de manera un tanto atropellada. Quizá su ambición por equipararse con lo creado por James Wan hace ya siete años o con el más reciente terror vecinal de Paco Plaza con su aplaudida Verónica (2017), provoca que el film sea un compendio de aspectos, incluyendo tanto aciertos como defectos.
Del lado positivo encontraríamos la ambientación: con un piso algo decadente pero en una Madrid que empieza a levantar cabeza tras la época franquista. También algunos sustos efectivos, algo que por supuesto se le presupone. Del negativo, su incapacidad para profundizar en lo que propone y su torpe coherencia narrativa.
Menos pegas se pueden poner a nivel interpretativo con algunos actores y actrices que, si bien no ofrecen actuaciones para recordar, sí logran parecer verosímiles. Empezando por Begoña Vargas y terminando por una prácticamente infalible Concha Velasco.
Veredicto
Malasaña 32 no es una mala película de terror, pero tampoco juega en las grandes ligas a las que pretende aspirar. Sus dificultades argumentales lastran un desarrollo que, en todo momento, abusa del susto fácil que cada vez más se percibe como algo menos efectivo.