Lo nuevo de Paco Cabezas también se pasó por el Festival de San Sebastián, en concreto por la gala RTVE. Nosotros tuvimos ocasión de ver Adiós y aquí os contamos qué nos ha parecido. Recordad que la cinta llegará a las salas el próximo 8 de noviembre.
Adiós es la historia de siempre
Reyertas, tretas personales, ajustes de cuentas. Llamadlo como queráis, pero está claro que todo ocurre (casi) siempre por una razón. Y es que aún por muy cruentas que sean las vendettas, los motivos que las originan suelen ser muy a menudo bastante banales. Es más, nunca hay que fiarse de aquel que parece vencido, pues el que no tiene nada que perder acostumbra a ser el individuo más peligroso.
Esta es la historia de siempre, con los personajes de siempre y con el desenlace de siempre. Una descripción un tanto vaga pero que define a la perfección la sensación que me produjo Adiós (Paco Cabezas, 2019). Una ficción más centrada en antihéroes que viven en su día a día una continua huida hacia adelante, lidiando con sus problemas mientras la policía los sigue de cerca.
Estamos ante una película que parece preocuparse por la profundidad dramática en el primer momento, pero que rápidamente se olvida de ello y apuesta por una propuesta mucho más convencional. De hecho, es en los primeros compases cuando el film flaquea sobremanera, poniendo sobre la mesa una ristra de clichés e imposiciones que, a todas luces, no funcionan.
Emoción claramente impostada
Y no es que las intenciones no sean buenas, sino más bien que lo que se plantea acaba ejecutándose de manera claramente errónea. Ese duende sevillano se siente casi tan impostado como el propio acento de los protagonistas -salvando sólo el de Natalia de Molina por razones obvias-.
De hecho, el film funciona mejor cuando se mira desde la parcela preciosista. Hay algunos planos bastante resultones y un diseño de producción que podría sobrepasar lo resultón. Un aspecto correcto pero que, carente de contenido, parece querer expresar a voces un estridente «¡mírame y no me toques!».
Ni tan siquiera los intérpretes logran salvarse de la quema. El reclamo principal, Mario Casas, nos ofrece aquí otra de sus desvirtuadas actuaciones, casi sobrepasado por su personaje y con una intensidad pasada de rosca -otro más de lo mismo-. Natalia de Molina y Carlos Bardem cumplen sin más, mientras que el la policía a la que da vida Ruth Díaz se postula como el activo más estimulante.
Veredicto
Hay cintas que necesitan derribar la barrera que las separa del espectador a base de porrazos, demostrando que la intensidad dramática es capaz de trascender al otro lado de la pantalla. No obstante, Adiós parece querer conseguirlo a base de imposición y convencionalismo, quedándose así en un plano demasiado tradicional. No es disfuncional por completo, pero seguro que podría haber dado más de sí.