My Hero Academia sigue y suma con dos nuevos volúmenes que, aunque lanzados en períodos diferentes, os traemos en una única reseña a tenor de su muy estrecha relación. Así queda reflejado a través de la Liga de Villanos, quien hace acto de presencia en la portada de ambos. En cualquier caso, antes de proseguir, me gustaría detenerme —como viene siendo habitual— en las características de su edición. Como muchos de vosotros ya sabréis, My Hero Academia ha sido licenciada por Planeta Cómic, editorial española que se ocupa de la publicación de Vigilantes, su spin-off, o de la recién lanzada novela.
Volviendo al tema que nos acontece, Planeta ha repetido —no podía ser de otra forma— formato: rústico, sin solapas y con sobrecubierta a color. Por orden de lanzamiento, los tomos se componen de 192 y 200 páginas en blanco y negro con diversos añadidos especiales de la propia edición nipona. Daruma se ha vuelto a ocupar de la traducción, que vuelve a relucir por su excelente calidad. Por desgracia, vuelve a fallar en los márgenes, aunque empiezo a pensar que, más allá de una decisión de la editorial, es una consecuencia inherente a su origen. De cualquier forma, se nota cierta mejoría.
Como novedad, quiero citar a Kōhei Horikoshi. En tono de suposición, el autor parece estar sumida en una suerte de crisis creativa. A grandes rasgos, la comprensión lectora del manga es inferior a la de sagas anteriores. La composición ha sido algo errática y confusa al incluir muchas subtramas en un espacio más bien reducido. El dibujo, que sigue siendo sobresaliente, es más denso de lo normal, lo cual ha dificultado la lectura de ciertos pasajes. Más allá de una impresión concreta, es el resumen de ambos tomos. No obstante, a tenor de los precedentes, espero que sea un —es algo muy común en series longevas— simple bache.
¡Ojito! Cuidado, que hay algún que otro spoiler si no habéis leído el tomo 22.
Sinopsis
My Hero Academia n.º 23
¡La nueva técnica de Midoriya pinta peligrosa! ¡Desde que le salió esa cosa negra está muy raro! ¿¡Eh!? ¡Pero si están todos! ¡Una gran batalla con los dones de todos ellos! La lucha de entrenamiento final parece que concluye. ¿¡Quién ganará!? ¡Plus ultra (más allá)!
My Hero Academia n.º 24
Un nuevo jugador emerge en el mundo subterráneo de villanos en forma del Ejército de Liberación . Dirigido por el CEO de Detnerat Corporation, el ejército de liberación se está preparando para una nueva revolución metahumana. A sus ojos, la Liga de Villanos es un obstáculo y deben ser eliminados, pero Tomura y su banda de villanos no están dispuestos a caer en silencio.
My Hero Academia #23 y #24
Sin lugar a dudas, el párrafo anterior os habrá llamado bastante la atención. Me explico: el mangaka ha intentado concentrar muchas pequeñas tramas dentro de un nuevo y naciente arco. Como consecuencia, aunque somos capaces de desgranar todos y cada uno de los elementos presentes, resulta confuso. Los duelos entre las clases 1-A y 1-B llegan a su fin, pero nos damos cuenta de que eran una mera excusa para presentar los nuevos poderes de Deku. Los combates terminan y, hasta ahí, todo bien.
Lo que no me esperaba es que, de golpe y porrazo, Todoroki y el resto de suspensos hayan obtenido su licencia de héroes profesional, hayan detenido a un criminal y entre en escena un tercer héroe súper irrelevante que sirva de conector para el nuevo grupo de villanos. La transición carece de sentido, pero es que va a peor cuando abandonamos la escena cuasi por completo para centrarnos en la Liga de Villanos. Retomando eventos superfluos (sin grandes páginas dedicadas a ellos), vemos como Tomura Shigaraki intenta afianzar su posición con un nuevo aliado.
No contento con ello, Horikoshi nos tira a la cara una súper empresa que se acaba de adentrar al mercado de los héroes. En poco menos de unas páginas se revelan como los antagonistas. Su nombre es Detnerat y están liderados por Rikiya Yotsubashi, descendiente del fallecido súper villano Destro. En un peculiar monólogo que desarrolla a lo largo de los dos volúmenes, expone sus motivos para querer destruir la Liga de Villanos. Lamentándolo mucho, compone una oda de escusas baratas para justificar la puesta en escena de Toga, Dabi y compañía. Los fuerza a combatir de forma casi ridícula, y es que aún me sigue pareciendo inverosímil.
Una vorágine de ideas
El guion sufre y la trama se resiente, lo cual es especialmente llamativo si tenemos en cuenta que uno de los puntos fuertes del autor siempre ha sido la coherencia y cohesión de sus ideas. Todo se debe a que incrusta demasiadas ideas simultáneas en un espacio demasiado cerrado en donde el desarrollo es insuficiente. Para que os hagáis una idea, en el tomo 23 conocemos a Detnerat y en el 24 ya se están partiendo la cara con la Liga de Villanos. A diferencia de Overhaul, no tenemos tiempo a empatizar o comprender porqué hacen lo que hacen. Falta empaque.
Inclusive, el bien valorado Stain, en un menor espacio de tiempo, era capaz de cimentar mucho mejor sus propósitos. El heredero de Destro no refleja una personalidad psicótica, una altanería de los más grandes, una egolatría desmedida o una cólera justificada. No. Simplemente se redime a un odio que no atinamos a comprender de ninguna de las formas. Necesita, sin más, de más espacio. Se requieren más páginas, dibujos, diálogos y explicaciones para comprender, a ciencia cierta, si tiene sentido o no. Vamos, que todo ha pasado demasiado rápido.
Por el lado contrario, la Liga de Villanos se refuerza muy positivamente en la construcción de sus personajes. Es más, de haber dispuesto de más viñetas en su desarrollo, habría sido todavía mejor. De cualquier manera, Kōhei nos regala algunos de los mejores planes de sus antagonistas. Mención especial a Toga, quien se redescubre como una bestia sedienta de protagonismo; todos y cada uno de los dibujos sobre la copista son una verdadera maravilla. Sus expresiones, sus gestos o su mismo pasado son… Es simplemente impresionante.
No habrá paz para los malvados
Pero no solo vemos el crecimiento de Toga, sino del resto. Spinner, Dabi, Twice o el propio Shigaraki ahondan en su pasado y presente para reformular algunos de los aspectos que más nos chirriaban. Y no porque estuviesen mal construidos, sino porque nos falta información. Sin entrar en detalles, ahora sí la tenemos. Al final, los villanos también son humanos: sienten, sufren, padecen, quieren, lloran y… matan. No solo empatizamos con su peculiar cruzada contra el mundo, sino que ahora sí que somos capaces de sentir miedo cuando entran en acción. Atrás queda ese My Hero Academia en donde los héroes siempre triunfan; la muerte no es un espejismo.
Ya lo vivimos con el drama de Mirio, la caída de Sir Nighteye o el descenso a los infiernos de Overhaul. Lo que era una promesa se ha convertido, por fin, en una realidad, y es que MHA está muy cerca de ese espectro seinen que tanto nos gusta. Nos ha recordado, en lo bueno, al cambio de paradigma que supuso Ace en One Piece. En ese sentido, de diez. Ahora, no he creído que estos dos tomos no son tan buenos como habría cabido esperar solamente por la densidad del argumento. No. Hay algo más. Digamos que el autor está entrando en un área muy peligrosa. De golpe y porrazo, siendo el primer ejemplo Deku, ha fijado un nuevo precepto: los dones pueden evolucionar y desarrollar nuevas características MUY poderosas.
[Atención: súper spoiler] Toga pasa de copiar la apariencia de los demás a poder usar sus poderes. Aunque existe cierta relación, es algo muy forzado. Al menos así me lo ha parecido a mí. ¿Cómo, al estar en una situación de vida o muerte, puede hacer eso? ¿Por qué no ha pasado con el resto de personajes que han pasado por esa situación? ¿Por qué no hemos sabido de algo tan importante hasta ahora? El líder de Detnerat no se sorprende cuando sucede, así que entendemos que es algo que ha pasado con anterioridad. Sin embargo, es la primera mención que se hace. ¿No era oportuno que los alumnos lo tuviesen en cuenta o tuviésemos alguna noción al respecto? No sé, es extraño [fin del spoiler].
Conclusiones
My Hero Academia está pasando por un mal momentos en lo que a guion se refiere. Pienso, en función de los precedentes, que es un mero bache que el autor podrá superar una vez desarrolle más la historia. No por nada, sino porque los claroscuros ganarán más definición y seremos capaces de entender todo de manera más global. De cualquier forma, la edición de Planeta Cómic sigue cumpliendo, el dibujo se mantiene sobresaliente y, de forma general, no deja de ser un gran manga que recomendaría a casi cualquier amante del arte nipón.