¡Hola, muy buenas amantes del anime y el manga! Hoy os hablaré, con toda seguridad, del que ha sido mi tomo favorito —hasta la fecha— de Dragon Quest: Emblem of Roto. Porque, si bien mis impresiones fueron muy favorables con los cuatro primeros volúmenes, me he terminado de enamorar con esta su quinta entrega. Con sus 280 páginas, Planeta Cómic nos trae una historia cada vez más madura. El formato, como siempre, se repite: 14,8 x 21 cm con páginas en blanco y negro (algunas a color) y presentación rústica sin solapas con sobrecubierta. Mi único lamento respecto a esta última entrega es que tendré que esperar dos meses para saber que sucederá a continuación… ¡Atención! Alerta spoiler. Si no habéis leído Dragon Quest Emblem of Roto #5, avisados estáis.
Dragon Quest Emblem of Roto #5
Sinopsis
Inspirado en la famosa saga de videojuegos, «El emblema de Roto» narra las aventuras de Arus, un descendiente directo de Arel, el valiente guerrero protagonista de Dragon Quest III. Ahora le toca a él enfrentarse al terrible Rey Demonio, responsable de matar a sus padres en el pasado, y contrarrestar el plan de conquista del mundo …
Ni siquiera la furia del Gran Rey del Mar ha logrado detener a nuestros amigos, quienes gracias al hechizo del bufón Poron, que ahora ha salido a la luz con su verdadera identidad como Maestro de la Sabiduría, han llegado sanos y salvos a Aliana. Todavía no saben que el Rey de las bestias Gunon ha orquestado un feroz ataque a Arus con su ejército bestial …
La crudeza de un duelo entre el bien y el mal
En volúmenes anteriores fuimos testigos de la diatriba contra el paradigma del monstruo malvado. Los héroes, con Arus y Poron a la cabeza, pregonaron por la coexistencia entre humanos y monstruos, mas esto no siempre es posible. No obstante, no todos están de acuerdo con esta idea. Entre ellos, obviamente, destaca Imajin. El señor de la oscuridad sabe que los héroes son un obstáculo en sus planes. Es por ello que accede a la petición de su siervo, Gunon. En ese contexto, el rey de las bestias parte con todo su ejercito en busca del heredero de Roto. Así pues, un ejercito de más de 100 000 monstruos parte a su encuentro.
Las fuerzas del general lo destrozan todo a su paso aniquilando a los pobres desgraciados que tienen la desdicha de aparecer en su camino. Trompetas de guerra resuenan y, en esta ocasión, no hay Cabalgata de las Valkirias que sirva. El ejército de monstruos llega a la ciudad y ordena la entrega del héroe. Los humanos, sucios como ellos solos, se recrean en el inherente egoísmo de su raza y acceden, asustados, a la petición del enemigo. Así comienza una búsqueda desesperada que abocará en uno de los momentos más intensos de la historia. El estigma de la traición se convierte en el pertrecho de un pueblo miedoso y un alcalde carente de lógica.
El niño es lanzado a las fauces del lobo… Pero el verdadero monstruo es Arus. Y no de forma denotativa. El muchacho se convierte en hombre y héroe, todo al mismo tiempo. Abandona la rabia contra los que le han traicionado y decide lanzarse, él solo, al combate. Así pues se produce una de las escenas más épicas de Dragon Quest: Emblem of Roto. El ahora paria de un pueblo asustado enfila una muerte anunciada. Sus compañeros, retenidos por los cobardes, no pueden partir en su ayuda. No importa: la ira prende en el héroe. Al saber de un niño, ahora huérfano, no encuentra el perdón para el enemigo. Sí, el joven aboca por la paz, pero es finalmente consciente de que a veces la violencia es necesaria. Triste, sí, pero cierto.
Choque de espadas
Me ha encantado la forma en la que el guion desvela la monstruosa naturaleza no solo de los monstruos per se, sino de los mismos humanos. Los adultos, lejos de apreciar el acto de valentía de Arus, pagan su acto con desprecio. Piedras vuelan al son de un raciocinio muerto. Porque, en efecto, en esta guerra se pone de manifiesto que los monstruos tienen honor, orgullo y causas. Ellos luchan por su propia raza. ¿Son malvados? Es posible. Muchos de ellos son crueles y se recrean en su poder, pero no todos son un conglomerado de instintos asesinos. Los hay de todo tipo. Empero, y por desgracia, Arus no puede hacer distinciones: su espada cercena cabezas. La siembra de tripas es una realidad.
Debo confesar que me ha gustado mucho cómo, poco a poco, el manga ha ido adquiriendo, cada vez, un matiz más cruel. Protagonista e historia están en sintonía. Su inocencia, enterrada bajo un lecho de sangre, se ha visto acompañada por una crudeza creciente. Debo resaltar, en este punto, el gran trabajo artístico de la obra. Bien es cierto que no podemos hablar del mejor arte jamás visto, pero sí de un estilo que encaja a la perfección con la obra. De hecho, historia, personajes y dibujo van de la mano en todo momento. No se siente que la acción desborde en ningún momento por ninguna parte. Todo encaja a la perfección logrando, así, una experiencia lectora sobresaliente.
El cliché del compañero que aparece en el último momento está ahí, mas no todo podía ser perfecto. Aun con todo, el timing es correcto y no se ha sentido, en realidad, forzado. Se podría, al mismo tiempo, decir que el crecimiento a nivel de poder no es consecuente con el guion, mas opino lo contrario. Hablamos de una historia donde existe el estereotipo de los héroes elegidos. En ese sentido, resulta lógico (hasta cierto punto) que su crecimiento sea más rápido de lo normal. Es posible que no todos disfruten de esto, mas hay que saber entender qué tipo de historia es la que quiere ofrecer Dragon Quest.
El futuro de la humanidad es una semilla, mas el riego es la sangre del enemigo
Volviendo al tema que nos acontece. El embate del ejército enemigo es un cruento ejercicio de muerte donde no hay sentimientos. Los enemigos caídos se convierten en decorado del escenario; no hay espacio para sentimentalismo. El hijo pródigo, por fin, se ha convertido en espada ejecutora. Y es en esa crudeza donde el manga se ha manejado con mayor soltura. La aparición de monstruos de renombre, duelos entre héroes y generales etc. ha sido muy buena; el precio por la paz no es precisamente barato. Y es que en la vorágine de tripas la identidad pierde sentido.
Por otro lado, las dudas de Poron siguen siendo reales. Es a través del otrora (por momentos) maestro de la sabiduría que el recuerdo de que son niños sigue vigente. Han nacido los hijos de la guerra, pero no es tan fácil sumirse en tamaño furor bélico. Arus ha sido obligado por las circunstancias. Killa ha regresado tras enfrentarse a un desafío psicológico y personal nada fácil. Yao, en realidad, es la única que demostró estar preparada desde el primer momento.
En esos pequeños detalles donde uno puede ver la profundidad de una historia que, por guion, no será alabada por eso mismo. Porque la historia es plana y humilde, pero está muy bien planteada. Siempre lo digo, pero es algo importante: una historia sencilla no tiene por qué ser mala. De hecho, en este caso al menos, es todo lo contrario. Dragon Quest: Emblem of Roto, por méritos propios, debe ser alabada por su argumento; cada vez que termino un tomo tengo la imperante necesidad de seguir leyendo.
Dragon Quest Emblem of Roto #5 – Conclusiones
Hasta la fecha, Dragon Quest: Emblem of Roto ha superado, con creces, mis expectativas. Sus primeros compases, aunque buenos, eran un tanto más duditativos. Empero, el paso del tiempo le ha dado la razón a una edición sin desperdicio alguno. La obra original, muy antigua, se ve revalorizada con su puesta a punto. Sin lugar a dudas, un sobresaliente que no solo cumple semana tras semana, sino que mejora a cada paso. No quiero enrollarme mucho más, así que diré lo siguiente: dadle, al menos, una oportunidad. Merece mucho la pena seáis, o no, amantes de Dragon Quest.