El primer spin-off de la saga A todo gas ya ha llegado a nuestras pantallas, Fast & Furious: Hobbs & Shaw. Nosotros ya la hemos visto y, a parte de tener la adrenalina por las nubes, os hemos preparado unas impresiones acerca de lo que nos ha parecido. Podéis leerlas a continuación.
Sinopsis
Luke Hobbs (Dwayne Johnson) es un leal policía, miembro de los Servicios de Seguridad del Cuerpo Diplomático de EEUU. Por su parte, Deckard Shaw (Jason Statham) es un solitario mercenario, ex miembro del Cuerpo de élite del ejército británico. De entrada, no tienen nada en común. Además, desconfían el uno del otro, y los insultos y golpes entre ambos no han cesado desde que se conocieron. Eso sí, cuando el mundo se enfrente a una terrible amenaza que podría cambiar nuestro planeta para siempre, estos dos adversarios no tendrán más remedio que unir sus fuerzas. Su objetivo será detener a Brixton (Idris Elba), quien se ha hecho con una peligrosa arma biológica. Hobbs y Shaw tendrán que dejar a un lado su enemistad para salvar el mundo.
Fast & Furious: Hobbs & Shaw, entretenimiento veraniego de primer nivel
¿Cuán fina es la línea que separa amigos de enemigos? Es decir, ¿qué se necesita para que grandes rivales se conviertan en aliados? Una respuesta fácil y rápida sería pensar: «eso jamás podría suceder». No obstante, cuanto mayor es la amenaza, mayor debe ser el poder de los aliados, dando pie a coaliciones a priori imposibles. Why can we be friends?
Fast & Furious: Hobbs & Shaw ha venido a ratificar que sus personajes secundarios tienen suficiente empaque para dar pie a nuevas historias -raro sería que no lo tuvieran, dadas la envergadura de Dwyane Johnson y Jason Statham-. Así, este spin-off viene a cubrir las necesidades de quienes tengan ganas de adrenalina en esta calurosa época estival, aunque eso le cueste abandonar (casi por completo) el espíritu de la franquicia.
Y es que 2001 está ya demasiado alejado, y los por aquel entonces jóvenes Vin Diesel y Paul Walker han dado paso a nuevos personajes que van pidiendo protagonismo poco a poco. Algo que, ineludiblemente, provocó que, a partir de Fast Five (Justin Lin, 2011), se abandonará el tuneo, santo y seña de la marca, y se apostara por la acción más directa. Algo que funciona y que ha encontrado en Fast & Furious: Hobbs & Shaw (David Leitch, 2019) su zenit hasta la fecha, postulándose como una salvajada autoconsciente perfecta para apagar el cerebro y dejarse llevar por el más difícil todavía.
Cuando Hobbs & Shaw encontró a Misión Imposible: Fallout
Otro punto innegable sería la clara influencia de otras cintas de acción en esta Hobbs & Shaw. La más evidente sería Misión Imposible: Fallout (Christopher McQuarrie, 2018), con la que comparte no pocas similitudes -incluida la estupenda Vanessa Kirby-. Esas escenas en Londres, el salto Halo, o algunos recursos utilizados, recuerdan sobremanera a la última aventura en que Tom Cruise se puso tras la piel del agente Ethan Hunt.
Aunque esto es, en sí mismo, un acierto, pues si vas a replicar cosas, al menos hazlo del mejor exponente. De este modo, Fast & Furious: Hobbs & Shaw derrocha adrenalina por los cuatro costados, hilvanando unas setpieces espectaculares y dignas de la mejor de las producciones. Escenas que establecen un tono frenético que se mantiene constante a lo largo de todo el metraje.
En la faceta interpretativa, y como no podía ser de otro modo, destaca la dupla Dwyane Johnson y Jason Statham, que convierte la cinta en una comedia que Legolas y Gimli habrían firmado si se hubieran propuesto protagonizar una buddy movie. Al mismo nivel, o incluso por encima, encontramos a una tremenda Vanessa Kirby, que desarrolla aquí todo el potencial para la acción que ya se le intuía en la impecable, y anteriormente mencionada, Misión Imposible: Fallout. Cierran el cast algunas caras conocidas como Kevin Hart o Ryan Reynolds, que aparecen más a modo de cameo que con la clara intención de aportar algo al conjunto e Idris Elba, que no supera el cliché del villano tipo.
Veredicto
Fast & Furious: Hobbs & Shaw es exactamente lo que el espectador podría esperar de ella: una bestialidad, sustentada en dos titanes del género (Johnson y Statham), que desencaja mandíbulas gracias a sus acertadas escenas de acción. Es cierto que de la saga A todo gas apenas le queda el nombre pero, a fin de cuentas, ya sabíamos a lo que veníamos.