Ya ha llegado a nuestras pantallas la nueva versión de El hombre invisible, un personaje clásico dentro del fantástico. La cinta distribuida por Universal está protagonizada por Elizabeth Moss, a la que muchos habréis visto en la reciente El cuento de la criada. En esta entrada os dejamos nuestras impresiones.
El hombre invisible, cuando el fantástico se topó con el drama
No parará la denuncia mientras haya una sola mujer maltratada. Porque la violencia de género, ya sea física o psíquica, es un tumor que entre todos debemos erradicar. Todos tenemos derecho a vivir nuestras vidas como queramos, sin ser controlados ni estar constantemente examinados con lupas tan sólo guiadas por los celos y la paranoia. El machismo deja más víctimas que el Coronavirus, y eso no es un tema menor.
No podía ser casualidad. Elizabeth Moss, todo y tener un amplio recorrido en televisión, ha ganado en popularidad durante los últimos años gracias a El cuento de la criada, una distopía donde la mujer es poco más que un vientre con el que dar a luz a los hijos del régimen. Quizá por ello parece tan evidente el hecho de contar con ella para contar una historia que se siente absolutamente como una alegoría contra la violencia de género.
Es así como El hombre invisible (Leigh Whannell, 2020) se construye sobre una historia que prescinde del fantástico al que estábamos acostumbrados y se centra en el drama de género. Una decisión que, a título personal, creo que funciona a las mil maravillas, potenciando el cáliz reivindicativo sin perder un ápice del misterio predominante.
Tensión bien medida
Por tanto, más que un lastre, la apuesta por el drama se siente únicamente como un recurso para hilvanar un thriller realmente efectivo. La congoja que se genera en torno a la protagonista, derivada del conflicto de género latente, se acompaña de secuencias muy acertadas que muestran un gran sentido del ritmo. Una manera de hacer que va insuflando tensión plano a plano, jugando al despiste con un espectador que se encuentra tan expectante como la propia protagonista.
Además, la cinta no abusa de la acción, puesto que no quiere perder el foco en ningún momento. El guión es el que tiene toda la fuerza de la función, dictando los (correctos) pasos a seguir y relegando esa parte más «visceral» para el tramo final.
Todo ello apoyado sobre una fabulosa Elizabeth Moss. Y es que probablemente nadie sufre como ella delante de una cámara, algo que ha vuelto a aprovechar para ponerse tras la piel de un personaje que deambula entre el miedo y la psicosis. La acompañan, a muchos cuerpos de distancia, algunos nombres como el de Oliver Jackson-Cohen, Harriet Dyer o Aldis Hodge.
Veredicto
Los cambios no siempre son malos, y menos aún si sirven para reivindicar algo. La revisión de El hombre invisible deja de lado el fantástico -también presente, pero en menor medida- para centrarse en un drama, disfrazado de thriller, totalmente funcional. Un film para poner de relieve un problema que, en muchas ocasiones, se antoja demasiado invisible.