Ya hemos visto Secretos de Estado, una cinta centrada en el conflicto armado de Irak en 2003. En esta entrada os hacemos una reseña pormenorizada de la película.
Secretos de Estado, cuando la realidad supera la ficción
Quienes tienen la potestad de actuar, tienen el deber de hacerlo. Porque no sólo los altos cargos deciden el devenir de los conflictos, la gente de a pie también tiene mucho que decir. Porque aunque en un primer momento ciertas acciones parezcan nimiedades, son los pequeños detalles los que acaban marcando la diferencia. Hay que estar atento a las señales, pues el siguiente seísmo podéis provocarlo vosotros.
Algunas de las mayores manifestaciones que se recuerdan en los últimos años fueron las relacionadas con la guerra de Irak en 2003. Miles de personas salieron a la calle clamando al pueblo estadounidense por evitar su inminente invasión de la zona antiguamente conocida como Mesopotamia en busca de las famosas armas de destrucción masiva. Una movilización sin precedentes que puso de manifiesto lo necesaria que es la intervención popular en las cuestiones de Estado.
Precisamente ese espíritu es el que ha querido captar Secretos de Estado (Gavin Hood, 2019), hilvanando un thriller dramático donde la realidad supera a la ficción. Una propuesta centrada en la figura de Katharine Gun, una intérprete británica que en 2003 filtró información reservada acerca de las acciones ilegales de los Estados Unidos en materia terrorista. Una mujer que se convirtió en el enemigo número uno -como más tarde fueran Assange o Snowden- y que el film tiene a bien plantear como elemento central de su trama.
Un drama absorbente
De este modo, Secretos de Estado va dibujando su historia a través de un relato que está a medio camino entre el drama político y la labor periodística más propia de cintas como Spotlight (Thomas McCarthy, 2015) o Los archivos del Pentágono (Steven Spielberg, 2017). Una propuesta que pone el foco en la información y el uso que se hace de ella, desde la filtración hasta el posterior tratamiento por parte de la prensa -con todo lo que ello conlleva-.
Así es como el drama te atrapa en sus redes, potenciando los personajes y mostrando una protagonista veraz y tangible con la que es sencillo empatizar. Un film que va aumentando su vertiente dramática, a la par que crece la tensión en torno a los datos que se manejan, y que a través de su ágil montaje consigue saltar de unas subtramas a otras con total eficacia.
Del mismo modo, encontramos sensaciones muy positivas en lo que respecta al cast. Keira Knightley nos brinda aquí una de sus interpretaciones más acertadas que recuerdo en mucho tiempo. Su Katharine Gun es un personaje con muchas aristas y con profundidad, que se cuestiona cosas y que deja entrever muchas de sus emociones. La acompañan algunos nombres de la talla del gran Ralph Fiennes o Matthew Goode, todos ellos muy solventes.
Veredicto
Como decía al principio, hay ocasiones en que la realidad supera a la ficción. La invasión de Irak en 2003 fue un acontecimiento crucial en la historia política contemporánea, algo que Secretos de Estado ha sabido plasmar a través de un drama que es tan real como absorbente.