¡Muy buenas a todos! Hoy os traemos una reseña un poco peculiar sobre un volumen recopilatorio y un tanto random. Se tata de Un samurái en el cajón, una «colección de cuentos» de la mano de la prolífica mangaka Yū Watase y sus asistentes. El manga ha sido editado en España por ECC a un precio de 8,95 € con encuadernación rústica, sobrecubierta y 192 páginas en blanco y negro. Lo normal en un tomo tankōbon en España. A continuación os dejamos la sinopsis y ya, sí que sí, entramos en material:
Sinopsis
¡La colección de historias cortas peculiares de Yū Watase!
Un samurái en el cajón. Sachiko Mukōda, 29 años. Le ha pasado de todo y se ha convertido en una chiflada insociable, pero es la mujer que se oculta tras la princesita de ensueño Princess-P. Sachiko se encontrará con alguien que la impresionará.
Historias de miedo reales. Experiencias personales asombrosas que vivió la autora cuando era niña, explicadas tal como ocurrieron o adaptadas, y que interpretaron libremente los asistentes con los que trabajaba en la época en que las publicó.
No sé qué será de aquel gatito. Es una historia de cuando Yū Watase iba a primaria.
Edición y contenido
Aunque es cierto que ECC cuenta con algunos traspiés en su edición de obras, no es el caso de Un samurái en el cajón. Es más que correcta: no hay cortes en los diálogos, las hojas —y el tacto— son decentes, si bien es cierto que la impresión presenta ciertos fallos —algunos trazos se reflejan en la página que tienen detrás—. Más allá de esto, no tengo mucho que objetar a la editorial. Sin embargo, cuando hablamos del contenido, es inevitable comenzar a arquear una ceja.
Como bien habréis podido leer en la sinopsis, este volumen único se divide en tres partes muy diferenciadas. La primera consta de dos episodios de una historia que da nombre al propio tomo: Un samurái en el cajón. Seguidamente, nos encontramos con una recopilación de historias de terror (¿?), fruto de vivencias personales de Watase y cerramos con No sé qué será de aquel gatito, donde la autora revive un capítulo de cuando iba a primaria. Cuando al principio se señalaba que se trataba de un tomo «random» no lo decía por decir. Una vez leído, deja una sensación extraña, como de pegote entre historias con tonos muy diferentes y que no terminan de casar. La historia del samurái y del gatito tienen un poco que ver, pero la recopilación de terror… Vamos a desgranar el asunto.
Un samurái en el cajón
A raíz de un cotilleo de uno de sus asistentes, Yū Watase desarrolló esta peculiar idea para esta mini obra. En dos capítulos se narra la vida de Sachiko Mukōda, una mujer de 29 años insociable, pero que oculta un secreto: es un personaje en Internet llamado Princess-P que es todo lo contrario a ella. Tras el fallecimiento de su abuela, con quien tenía una conexión especial, Sachiko hereda una cómoda de paulonia con un traje de samurái y… ¡un samurái dentro!
Si bien el concepto es algo descabellado, las ideas que muestra esta historia son bastante interesantes. Para empezar, la obra nos mete en la piel de una chica inadaptada, sin trabajo —vaya, esto me suena— y que se oculta tras una cara bonita para ser aceptada. Y no solo eso: Un samurái en el cajón nos muestra la cara más oscura de Internet con los comentarios negativos, destructivos… Asimismo, Sachiko se enfrenta a una situación familiar algo complicada y, por supuesto, debe lidiar con las diferencias culturales un samurái del pasado.
Problemas de tono

El concepto, aunque no muy novedoso, sí me parecía lo suficientemente curioso para una historia corta. No obstante, el desarrollo de los acontecimientos me pareció, a mi pesar, muy errado. La sucesión de la acción es muy atropellada e incluso falta de sensibilidad. En la historia encontramos saltos de tono muy desconcertantes y un poco mal llevados: de una viñeta donde la protagonista cuenta que se corta las muñecas a bromas entre los personajes, por ejemplo. Ante dicho percal, cuesta empatizar con la situación que se nos narra, pues la historia da bandazos de un lado a otro sin reposar aquello que cuenta.
Quizás sea un problema de espacio, aunque como suele decirse: «quien mucho abarca, poco aprieta». En mi humilde opinión, centrarse en un solo tema —la toxicidad en redes sociales, las relaciones familiares— le habría sentado mucho mejor. Al final, lo que queda es una historia con potencial muy desaprovechado, con un clímax desconcertante y falto de poso en el espectador.
Historia de miedo reales
Pasamos a la segunda parte, la recopilación de historias de terror. Lo curioso de esta parte es que cada historia está dibujada por uno de los asistentes de Watase —salvo una de ellas que es de la misma autora—; el resultado es una amalgama de historias con estilos de dibujo muy dispares y con conceptos de terror que van del más puro miedo al terror más ligero y anecdótico.
Al parecer, todas estas historias son vivencias de la propia Watase adaptadas para el formato. Dentro de este conjunto encontramos obras más o menos acertadas, obviamente depende un poco del gusto del lector. Pelo, de Watase, me pareció demasiado corta —una página— y poco interesante a nivel de composición, dibujo y contenido para suscitar terror. Maniquí, de Kinu Usutō, presenta una amistad unida por los poderes extrasensoriales con un dibujo muy agradable a la vista, aunque con un desarrollo un tanto forzado.
Mis favoritas, sin duda, fueron Voces, de Tōka, y El equipo de música, de Umi Miura. En concreto, este último fue con el que más «miedo» pasé. Va al grano, genera incomodidad y tiene una distribución de viñetas muy acertada. Un jumpscare decente al final y un estilo de dibujo muy acorde a la tónica de la recopilación. La casa, de Ayako Mayuzumi, me pareció larga e insustancial; no conecté con la situación familiar, por lo que ni los sustos ni las bromas fueron de mi agrado. Por último, La mano y La puerta cierran el recopilatorio con una historia demasiado edgy y pasada de vueltas, y una anécdota cotidiana con un dibujo peculiar, respectivamente.
No sé qué será de aquel gatito
Llegamos a la historia final del volumen, para mí superior a Un samurái en el cajón. No sé qué será de aquel gatito nos narra un episodio un poco duro de la etapa de Watase durante primaria. En aquella época, la joven sufrió de bullying por parte de sus compañeros: comentarios despectivos, pequeñas agresiones… La historia presenta, además, un estilo de dibujo «infantilizado» que se contrapone con la tónica del argumento.
En este sentido, presenta algunas similitudes con Un samurái en el cajón, ya que el dibujo cuqui funciona de contrapunto frente a los sucesos que se narran. Sin embargo, en el caso de No sé qué será de aquel gatito funciona, en mi opinión, mejor que el anterior. Aunque también está presente el humor, los cambios de tono son más acertados. Asimismo, la historia tiene un elemento interesante: el gatito abandonado. Este pequeño personaje sirve para ilustrar el mensaje de la historia, relacionado con lo solo que nos encontramos en el mundo y que, a pesar de las adversidades, hay que salir adelante.
Conclusiones

Siendo sincero, Un samurái en el cajón —hablo del manga en general— me ha parecido una obra con falta de conexión en muchos puntos. Más allá de la calidad de sus historias breves, cuya opinión he dejado en los párrafos anteriores, su unión en este tomo no tiene mucho sentido, más que el de agrupar relatos descartadas en una especie de cajón de sastre.
Sería muy complicado encontrar un público al que le pudiese interesar, ya que encontramos humor, terror, romance… Muchos géneros mezclados y prácticamente ninguno con un desarrollo completamente satisfactorio. Un tomo muy dispar, que quizás genere interés entre los fans de Yū Watase por lo anecdótico de su confección.