
La nueva propuesta de Paco Plaza llegó a nuestras salas para demostrar que el cineasta valenciano sigue siendo un referente dentro de nuestro cine. En esta entrada os lo contamos todo sobre Quien a hierro mata, su última película.
Quien a hierro mata, un thriller sólido
La droga es mala. Y no, no voy a caer en el tópico del «no sólo afecta a quién la consume, sino también a los que lo rodean», no. La droga, en sí misma, es un pretexto para sacar la maldad a relucir. Sin una regulación estricta y con la incapacidad (impostada) de los gobiernos por moderar el consumo, su presencia en las calles es una bomba de relojería. Un imán para los débiles y una excusa para desencadenar las peores tretas personales.
Paco Plaza se puso en el punto de mira del público español tras zarandear el terror patrio con su trilogía Rec (2007). Una incursión en el género que lo catapultó a lo más alto, patentando un estilo que abandonaría más adelante para crear la largamente aplaudida Verónica (Paco Plaza, 2017). Ahora, el cineasta se decanta por el thriller para traernos una historia de narcotraficantes y vendettas individuales.
Pero no confundamos conceptos. Quien a hierro mata (Paco Plaza, 2019) no pretende dar una visión del narco como la que Hollywod tiende a ofrecernos, el film prefiere dibujar su figura como la de un villano en la sombra, los entresijos que de él se desprenden y las (nefastas) consecuencias que sus acciones provocan.
Así, sin entrar en detalles por motivos obvios, el film se encarga de construir un escenario simple pero contundente en que sus personajes dejan que su visceralidad aflore. Porque Quien a hierro mata es intensa, aunque la tensión que imprime al relato se va cociendo a fuego lento.
Quien a hierro mata es contención bien entendida
Mirada exactamente desde el primsa del thriller, Quien a hierro mata es una propuesta contenida que reserva sus golpes de efecto para momentos clave de la trama, algo que indudablemente funciona. Su diseño de producción simple e inspirado saca provecho de sus localizaciones y ayuda al espectador a entrar de lleno en ese mundo del narcotráfico gallego que la novela Fariña se encargó de retratar.
No obstante, hay ciertas secuencias que funcionan de manera dispar. Mientras que las relacionadas con los personajes de Luis Tosar y el fallecido Xan Cejudo son tremendamente efectivas, tanto por su capacidad dramática como por la tensión que son capaces de insuflar, las protagonizadas por Ismael Martínez y Enric Auquer son algo más planas, pese al enorme trabajo de ambos intérpretes.
Y eso es algo totalmente de agradecer. Y es que, acostumbrados a la pericia de Luis Tosar, lo normal sería exigir un reparto a la altura de las circunstancias, algo que aquí sí sucede. Liderados por un Tosar inmenso, tanto Cejudo, como Martínez o Auquer, a los que hay que sumar el buen trabajo de María Vázquez, realizan un esfuerzo fantástico por construir unos personajes terrenales e irascibles que viven con la podredumbre del mundillo a flor de piel.
Veredicto
Sin pretender sentar las bases del thriller español (algo que incluso podría atribuírsele en el terror moderno), Paco Plaza construye un relato contenido que explota con la contundencia de un puñetazo sobre la mesa. Una historia sobre esta sociedad en que los retoños nacen, casi de manera literal, mamando violencia.
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