Sony Pictures busca su nueva franquicia de terror con Escape Room. En esta entrada te contamos si lo ha conseguido.
Sinopsis
Seis desconocidos reciben un misterioso paquete. En su interior, se encuentra un mensaje que promete al propietario una oportunidad para alejarse de su vida rutinaria. El grupo llega a la localización señalada y se dan cuenta de que se disponen a competir en una escape room. Pronto descubrirán que, sea quien sea, el que ha organizado el juego conoce todos y cada uno de los detalles de sus vidas. Ahora no tendrán más remedio que encontrar las pistas y resolver el puzzle. Solo así saldrán con vida de esa habitación.
Las piezas del rompecabezas
La vida es como un puzle. Un conjunto de elementos que se combinan para crear la existencia del individuo. Aunque normalmente son las personas las que tienen el control sobre sus decisiones, en ocasiones la cotidianidad se pone caprichosa y ofrece retos que ponen a prueba sus conocimientos y capacidad de resolución. Vivencias que pueden ocasionar traumas y cuya mera presencia invita a buscar una escapatoria.
Sony Pictures parece haber dado con la tecla. Con un presupuesto de tan solo 9 millones de dólares, Escape Room (Adam Robitel, 2019) ya ha conseguido sobrepasar la barrera de los 130 en todo el mundo; cifras que piden una continuidad a gritos. Su éxito, en parte, radica en la habilidad de Adam Robitel para sacar lo mejor de sus personajes. Algunos, incluso logran sobrepasar la indiferencia que provoca su (esperada) muerte en el espectador.
Porque esta gincana nos ofrece un thriller a seis bandas donde el respetable es un activo más. Este participa en las pruebas de manera pasiva. Ahora bien, ¿cómo? Lo hace al preguntarse cómo resolvería las situaciones que se le presentan a los protagonistas. Personajes que además, lejos de quedarse en los arquetipos propios de este tipo de propuestas, cuentan con cierto background (gracias al buen montaje y a los flashbacks) que los hace creíbles y permite que el espectador empatice con ellos.
Como Saw, pero sin gore
Creo que podríamos hablar largo y tendido de qué es exactamente lo que ha propiciado el éxito de Escape Room. Sin embargo, acabaríamos antes si hiciéramos referencia a la popular saga de terror Saw (James Wan, 2004). Y es que esta cinta es realmente parecida a aquella franquicia: cuentas atrás, personas encerradas en contra de su voluntad y muertes como destino final. No obstante, Sony Pictures ha querido ampliar el abanico. Ha reducido gore y transformando su cinta en un entretenimiento más blanco y apto para gran parte de la audiencia.
Precisamente, al igual que ocurre con las cintas que comenzó a idear James Wan, Escape Room cuenta con un inicio estupendo que atrapa al espectador y no lo suelta hasta el final. Un desenlace que, aunque me pese, es absolutamente nefasto y desluce todo lo que la película había hecho bien hasta el momento. No sé si es por la falta de ideas o por la necesidad de ofrecer algo para una más que asegurada secuela, pero el tramo final se antoja realmente absurdo y demuestra una cierta incapacidad para cerrar una trama que hasta entonces había resultado prácticamente redonda.
Como decía al principio, el film se apoya en la pericia de sus personajes constantemente. Si bien ninguno ofrece una interpretación espectacular, sí se les vislumbra un esfuerzo y entusiasmo encomiable. Nombres como el de Deborah Ann Woll o Taylor Russell que, todo y que se prodigan poco en los largometrajes en favor de la pequeña pantalla, aquí hacen un gran trabajo.
Veredicto
Con una clara influencia de propuestas como Saw o Cube, Escape Room ofrece un thriller realmente entretenido que sólo se ve empañado por su catastrófico tramo final. Algo que desde luego, y a tenor del enorme éxito cosechado, no privará a Sony Pictures de crear una secuela que, ésta vez sí, acabe siendo redonda en todas sus partes.