Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza

¿Queréis saber más sobre la cultura y las tradiciones de la Yakuza? ¿Os apasiona la saga de SEGA? ¡No os perdáis nuestra entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza!

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Hará un tiempo, tuvimos la suerte de disfrutar de Crónicas Yakuza, una obra factual que aborda el concepto de «Yakuza» desde una perspectiva muy interesante. Escrita por Miguel Arán, y publicada por GTM, concentra —con una ejecución muy notable— una gran cantidad de información sobre el mundo de la mafia japonesa, desde el organigrama típico de las mismas pasando por diversas cuestiones culturales, tradicionales, etc.

Como complemento, siendo este uno de los aspectos que más puedan llamar la atención de nuestros lectores, incrusta un interesante resumen sobre la relación de la Yakuza con la saga de videojuegos homónima desarrollada por SEGA. Y es que otra cosa no, pero Miguel es un gran conocedor de la franquicia, así como un asiduo jugador.

Miguel, licenciado en Medicina por la Universidad de Navarra, y facultativo especialista en Anatomía Patológica, fue uno de los fundadores del primer proyecto GTM. Hoy nos ha dedicado un rato de su tiempo, motivo por el cual le estoy eternamente agradecido, para hablarnos de su obra, Crónicas Yakuza, una lectura cuasi imprescindible para quienes se consideren amantes de la mafia nipona y/o quieran saber más sobre la misma.

Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza

Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza
Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM

Pregunta. ¿Cómo y/o de dónde surgió la idea de escribir Crónicas Yakuza?

Siempre he sido un apasionado de la cultura japonesa y de la cultura asiática en general, pero muy especialmente de la primera. Más allá de las películas de Takeshi Kitano o Takashi Miike, de la típica misión secundaria de Shadow Run o de videojuegos de ambientación asiática, tampoco es que hubiese tenido nunca un interés especial interés en la Yakuza.

Fue tras jugar a la saga homónima de SEGA cuando me llamó un poco más la atención el tema de manera concreta. A partir de ahí empecé a buscar información. Entonces me di cuenta de que no había casi nada publicado en castellano en un formato de tipo más histórico y que no se centrase en apartados más concretos como los tatuajes, el cine yakuza, etc. No obstante, no encontré nada que tratase la cuestión desde una perspectiva más histórica o factual.

No recuerdo exactamente quien dijo la frase «uno tiene que escribir el libro que le gustaría leer», pero esa era mi idea. Básicamente, quise escribir el libro que a mí me habría gustado leer cuando me picó el gusanillo de la Yakuza. Si hubiese encontrado un libro como Crónicas Yakuza, probablemente no lo habría escrito, pues habría pensado que no tenía tanto que aportar sobre el asunto.

P. Con relación a la cultura japonesa, usted ha viajado en más de una ocasión a Japón. ¿Cómo fue la experiencia?

Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM

Correcto. Desde 2014, he viajado a Japón en 5 ocasiones, visitando las principales ciudades y otros tantos lugares. Como apasionado de la cultura, es, literalmente, otro mundo. La única pega que le pongo a mis viajes es que, cuando vas a otro lugar, te sabe a poco. Puede parecer una exageración, pero cuando he visitado otros países, de verdad que me han sabido a poco.

P. Con relación a Crónicas Yakuza, durante esos viajes ¿tuviste algún encuentro con algún miembro de alguna familia yakuza?

Hay que matizar la respuesta. Primero, porque nosotros asociamos una determinada estética y comportamiento con los yakuza. No obstante, no es que los yakuza sean un señor que va por ahí con un carnet como tal. No se puede determinar de forma exacta quién es yakuza y quien no. Habrá muchos yakuza que vistan como gente de negocios y otros que si se correspondan a esa determinada estética.

Realmente, la respuesta exacta es que no sé hasta que punto he podido interactuar, o no, con yakuzas. Puede que haya interactuado con alguno de ellos sin saber que lo eran. O justo lo contrario, pensar que lo eran, pero que no fuese así. Dicho esto, si vas a barrios como Kabuki-chō o Nishinari, en Osaka, sí que es cierto que uno se encuentra con bastante gente que entra dentro de esa estética que asociamos a la Yakuza. Inclusive, hay un número significativo de teóricos yakuza que tienen la titularidad de lo que podríamos llamar clubes nocturnos.

Estadísticamente, me habré cruzado con muchos. Ahora bien, que yo crea con un alto grado de convencimiento que eran yakuza o no… Solo me ha pasado en una ocasión, aunque no llegué a interactuar con ellos. Fue al noroeste de Shinjuku, en dirección a Kabuki-chō. Allí hay una comisaría bastante grande. De hecho, creo que es la jefatura de ese barrio. Bueno, cerca de esta hay un parque, como a 3 manzanas o así. Y es el típico parque de la saga Yakuza que es como un solar, con dos columpios, una cabina de teléfono… Era exactamente igual a como se representa en los juegos.

En ese parquecillo había como 4 o 5 personas con una actitud así como muy chulesca, bastante corpulentos, con trajes oscuros, etc. Uno de ellos llevaba una camiseta de color de seda naranja. Llamaban bastante la atención. No lo puedo afirmar con certeza, pero sí que pienso que eran yakuza. Lo curioso es que estaban como a 100 metros de la comisaria. Es un ejemplo de como es algo que está, entre comillas, aceptado, aun a pesar de lo que ha pasado estos últimos años.

P. ¿A qué se refiere con «lo que ha pasado estos últimos años?»

A como ha cambiado la mentalidad de la sociedad respecto a la Yakuza y de cómo esta ha perdido parte de su influencia y su poderío económico.

P. Volviendo a Crónicas Yakuza, ¿qué método empleó para poder ofrecer los datos que aparecen en su obra?

Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM
Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM

Hubo un proceso de documentación bastante directo de, aproximadamente, un año de duración. Tuve varias fuentes principales. Por un lado, la Wikipedia japonesa, la cual usé para rellenar datos que me pudiesen faltar. También utilicé portales de noticias, evidentemente serios.

En lo que respecta a la información más difícilmente accesible, la saqué del libro de David E. Kaplan: Yakuza: Japan’s Criminal Underworld. Es un libro muy académico y muy árido que no le recomiendo a nadie que no esté muy interesado en el tema. En cualquier caso, es una obra muy útil, por ejemplo, en cuestión de cifras. Muchas de ellas fueron suministradas por agencias de policía, el FBI…

Sobre las tradiciones y el encaje en la sociedad, emplee el libro Yakuza Moon. Lo escribió Shōko Tendō, la hija de un oyabun, y expuso su perspectiva para con el mundo de la calle. También le dedica un tiempo muy tangencial a la Yakuza. Además, explica de forma muy clara cuál es su percepción del encaje de la Yakuza en la sociedad contemporánea.

A grandes rasgos, el libro de Kaplan me ayudó mucho el esqueleto de la parte más factual. Por el otro lado, la obra de Shōko Tendō fue de mayor utilidad en la parte cultural. Esta sería la base. En cualquier caso, el mayor desafío a la hora de sacar adelante el libro fue hacer consistente con lo que quería contar. Era muy fácil adentrarme en aspectos muy complejos, pero la idea era mantener el foco en algo que fuese compéndiese. Que sea como un proceso donde no falta nada sobre nada. Ese es el armazón sobre el que fui construyendo el libro.

P. ¿Hubo otras fuentes principales?

No que sea de origen japonés. Sí que intentamos contactar con una persona que había tenido contacto directo con varias familias y había publicado material fotográfico autorizado. No se llegó a un acuerdo y, finalmente, no pudimos contar con su ayuda. Sin embargo, para el nivel de complejidad y profundidad que buscábamos, creo que hemos cumplido con lo que queríamos y no era esencialmente necesario. Habría sido una buena manera de ahondar en detalles muy concretos.

P. ¿Se encontró con otro tipo de dificultades, más allá del idioma o el acceso a cierto tipo de información, durante el proceso?

Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM
Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM

Hubo dificultades extra. Yo lo resumo como un proceso de paciencia absoluta. Hay momentos en los que uno se quiere tirar de los pelos. Por ejemplo, hay familias de las que tienes información a borbotones y otras de las que tienes muy poca. También está el tema de las fuentes japonesas, como Wikipedia, puede ser un problema. No solo por la barrera cultural, sino porque muchas de esas fuentes no representan las fechas de la manera en que lo representamos en occidente. Hablamos de eras. Ponte, por ejemplo, a buscar cuándo era el año 11 de la era Heisei en nuestro calendario. Muchas veces es problemático afinar y hay datos en los que hay pequeños desfases en los que podría ser un día antes o después. Ahora bien, se trata de un nivel de detalle que no va a afectar al concepto de la obra.

Otro aspecto complicado fue el «problema de la información circular», algo que afecta a diversas agencias de inteligencia. Consiste en que, cuando utilizas terceras fuentes, te encuentras con que la información de un portal cita a otro portal como fuente. A las agencias les pasa parecido: les llega información de alguien y la confirman con una segunda agencia. ¿Pero qué sucede? Que a esa segunda agencia le ha llegado la información de la misma persona. Les llega la información de dos fuentes y la dan por buena, pero en realidad es la misma.

Eso ha sido un problema muy grande a la hora de confirmar ciertos hechos en Crónicas Yakuza. Si al final he podido contrastarla ha sido porque, o eran portales de muchísimo prestigio, o porque he contrastado de donde procedía la fuente. Es un proceso de paciencia y perseverancia. Es más, hay muchas cosas de las que no he podido hablar porque no tenía el suficiente grado de verosimilitud. No quería hablar por hablar o elucubrar. Al final, lo que está, está con un alto grado de certeza. Tenía muy claro que, aunque con ciertos límites, fuese veraz. El desafío era encontrar información consistente.

P. ¿Le han puesto trabas para hablar de algunos de los detalles expuestos en su obra?

En absoluto. Es cierto que en Japón algunas obras que hablaban sobre la Yakuza no se publicaron porque esta misma presionaba a las editoriales. Fuera de Japón eso no ha pasado nunca. Ni siquiera pasó con el libro de Kaplan, y cuando lo publicaron… Fue un auténtico terremoto. Sacó un montón de información que bastante controvertida en aquella época. En mí casi no había ningún riesgo en ese sentido, porque no se tratan especialmente controvertidos. Es un repaso histórico que se ciñe a hechos que sucedieron y que son accesibles. Como mucho, habría detalles discretos, pero si los buscas, los encuentras.

Además, tampoco era mi intención escarnecer o hacer juicios de valor. Yo quería ser un poco árbitro de la información. Considero que los lectores son mayores de edad mentalmente y no necesitan ningún tipo de guía en ese aspecto. Me limito a exponer una información veraz y accesible. No creo que ni nadie, y mucho menos a la Yakuza, que se caracteriza por su discreción y su sentido común a la hora de entender cuál es su papel en la sociedad, le moleste.

En ese sentido, tampoco he tenido que tener ningún tipo de autocensura. Quizá habría tenido más autocensura si el libro estuviera enfocado a un nivel de profundidad mayor o se dieran más nombres propios de personas más recientes. A lo mejor ahí tendríamos que haber tenido más de cuidado, pero vamos, extremando lo improbable. Yo creo que ni por esas.

P. Cambiando un poco de tema: ¿Qué tipo de narrativa quería emplear?

Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM
Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM

Pues mira, me alegra que me hagas esta pregunta. Al principio le estuve dando bastantes vueltas. Al final escribí el libro que a mí me gustaría leer, pero todos tenemos nuestras referencias o modelos. En ese sentido, el mío fue Juan Eslava Galán. No sé si le conoces, pero tiene bastantes libros de divulgación histórica a los que les pone la muletilla de «contada para escépticos». Por ejemplo, La Primera Guerra Mundial contada para escépticos. Son libros extraordinarios con bastante información, pero que no se entretienen excesivamente en los aspectos más farragosos. Emplea una narrativa ligera que se ciñe mucho a los hechos.

Casi te diría que es causa-efecto, porque una causa lleva a un efecto, y un efecto lleva al siguiente efecto. Es una estructura muy sencilla, prosaica y entretenida, porque es como si te estuviesen contando una historia. Es lógica y sencilla de recordar, porque es como una progresión sobre la cual construyes un esqueleto de hechos. Luego, a partir de ahí, para que no quede demasiado crudo o parco con datos deshumanizados, das pinceladas: cuenta anécdotas, entras en detalles para dar ejemplos puntuales, etc. Eso es lo que hace Juan Eslava Galán.

Lo que yo tenía clarísimo cuando estaba escribiendo Crónicas Yakuza era que no quería una lectura pesada. Tenía que ser lo más amena posible. Además, debía ceñirse a los hechos para que se entendiese a la Yakuza en la parte histórica y cultural. E incluso, para entender los juegos, como un proceso continuo y lógico. Y a partir de ahí, darle pinceladas. Ese era un poco el enfoque.

P. ¿Cuál era su objetivo final? ¿Pretendía hacer una obra de investigación, informativa, divulgativa…?

Rotundamente, informativa-divulgativa. Por varios motivos, no pretendía ofrecer una obra de investigación. Para empezar, no me gano la vida con temas periodísticos, así que esto es una afición, situándome algo más lejos del concepto de «académico». Es una esfera necesaria, por supuesto, y muy interesante. No obstante, no me interesa tanto esa faceta académica, bibliográfica o de investigación. No es un sitio donde me sienta cómodo. Primero, porque no creo que haga pie. Y en segundo lugar, porque, aunque hiciese pie, no creo que fuese un sector donde pudiese aportar.

Mi enfoque era hacer algo más expositivo. Quería ser sucinto en lo son los hechos, porque al final te quedas con lo importante y la paja la quitas. No obstante, al mismo tiempo, quería que estuviese un poco decorado para que no fuese tan crudo como comentábamos antes. Esa era la idea. Mi libro no está destinado a los que ya conocen la cultura yakuza y quieren profundizar en qué hizo tal familia en tal año. Crónicas Yakuza está más orientado a aquellas personas que tengan curiosidad por la Yakuza en sí o la cultura asiática en general. Está más orientado a aquellos que quieran saber qué hay de verdad y qué hay de mentira en todos los estereotipos que llegan de un sitio y de otro y puedan trazar esa línea.

Es un libro introductorio. Bueno, más que introductorio, sería un libro introductorio plus, porque tiene bastantes datos y creo que es la obra más completa que se ha publicado en España sobre la materia. En cualquier caso, no es un libro avanzado, porque la mayoría de los que hay de ese tipo están escritos en japonés.

P. Abordando temas más intrínsicamente relacionados con el contenido de Crónicas Yakuza como tal, me gustaría hacerte una pregunta algo más general. ¿Consideras que la percepción de la sociedad japonesa respecto a la Yakuza ha cambiado más allá de la evolución inherente del pueblo nipón como tal?

Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM

Sí, absolutamente. Creo que ha cambiado muchísimo la percepción. Sobre todo en los últimos 40 años. Debemos entender que la sociedad japonesa es muy conservadora. Es una sociedad que tiene muchos valores del confucianismo y el budismo. Los occidentales, desde tiempos de Grecia, cuando sucede algo, nos preguntamos por qué sucede ese algo. Y si no nos gusta ese algo, nos preguntamos cómo podemos hacer que ese algo no suceda. O lo contrario, si nos gusta, cómo podemos hacer que suceda más.

El discurso psicológico-sociológico occidental es más de por qué, por qué, por qué. En cambio, en Japón hay más… Conformismo tal vez sea la palabra. Las cosas son como son. La realidad es la que es y no vas a cambiarla. Adáptate a la realidad. El mayor aliado de la Yakuza era esa mentalidad inmovilista conservadora de asumir que lo que hay es lo que hay. Y esto viene de largo. Las primeras familias Yakuza tienen varios siglos de antigüedad desde que se traza un poco ese origen del crimen organizado en Japón. Se percibía como algo que había existido desde siempre y que, como tal, cumplía su propia función.

Aunque fuera desagradable, fuera un tabú o no se hablase de ella, no se concebía que no pudiera estar. Si siempre ha estado ¿por qué no iba a seguir haciéndolo? Puede sonar un poco ridículo, pero esa es la mentalidad con la que la sociedad japonesa abordaba la Yakuza. Como un tabú, sin hablar mucho de ella. Sin embargo, no se veía como algo tan necesariamente malo, sino como algo inevitable y con su propio habito de actuación. En todo caso, como algo poco recomendable para interactuar por si las moscas. Pero no se percibía como una amenaza para el ciudadano. O no más que los políticos [risas] por ponerte un ejemplo. Es algo con lo que podemos empatizar.

Es algo que se daba por sentado y no se cuestionaba. Y claro, la Yakuza vivía muy cómodamente instaurada en ese papel. En ese sentido, también es un poco difícil llevarles la contraria, porque crimen siempre va a haber. Entonces, si ese crimen está más o menos controlado por gente a la que le interesa que no se desmadre demasiado, pues siempre va a haber menos caos y más armonía. Esta es otra característica muy importante de la cultura japonesa: preferir la armonía y el orden social ante otras consideraciones, quizá, de índole más ética. Al final, fomentan que tengan como una parcela para ellos solos y que nadie tenga interés por sacarles de ahí.

Todo esto cambio por varios motivos. Primero, por la globalización. La mentalidad de la sociedad japonesa moderna es diferente a la de la sociedad japonesa antigua y ya no son tan proclives a tolerar cosas basándose en el argumento de «siempre ha sido así». Ahora pueden ver cómo son las cosas en el resto del mundo. En segundo lugar, el colapso de la burbuja económica japonesa llevó a muchos clanes a la desesperación. A finales de los 80 y, sobre todo, a principio de los 90, bastantes clanes Yakuza se metieron en un montón de follones por culpa de esos problemas económicos. Protagonizaron escándalos, hubo oleadas de violencia… Todo esto deterioró mucho la imagen de la Yakuza, la cual tampoco está pasando por su mejor momento ahora mismo. Creo que eso les hizo perder más el favor popular.

Aparte, hace unos 30 años, aproximadamente, se instauraron las primeras leyes anti-Yakuza empezando, así, su persecución legal. Y cada vez se han ido aprobando cada vez más leyes para cercarlos y perjudicar a la gente que haga negocios con ellos. En los últimos años se ha acentuado eso. A raíz de esto, los grandes clanes, los que tienen la capacidad de gastarse miles, miles y miles de euros en cualquier momento, son los que se han terminado «escapando». Son los que están mejor informados y tienen la capacidad para llevar parte de sus actividades a la legalidad. Y entonces ya no les pillan. Las grandes familias, más o menos, han aguantado el tirón.

Las pequeñas familias, que suelen ser las que tienen mayor arraigo en determinadas zonas o cierto prestigio en zonas pequeñas en los que han participado en la sociedad civil, son las que han terminado desapareciendo. Con las nuevas leyes, no tienen capacidad para invertir miles de euros en asesoramiento legal. Entonces, estas leyes anti-Yakuza han acelerado el cambio, abocando a la desaparición a las más pequeñas mientras las grandes se adaptan y se transforman, en cierto modo, en empresas legales más allá de esos clanes antiguos.

P. La Yakuza ha evolucionado con el paso del tiempo. ¿Se ha permitido esta situación a nivel legal o ha sido más bien una serie de argucias y/o movimientos bien ejecutados por parte de las propias familias yakuza?

Creo que han sido un poco las dos cosas. No ha sido tanto que la policía haya hecho la vista gorda. Creo que es más una cuestión coste, oportunidad y riesgo. Al final, si sigues operando con el nombre familiar y sigues dedicándote a actividades que granjean mucha atención como puedan ser la prostitución o el tráfico de estupefacientes, siempre vas a tener una diana. Más aún si tenemos en cuenta que la sociedad japonesa cada vez tolera menos determinadas actitudes.

Podríamos decir que, en una situación en la que también era cada vez más complicado blanquear ese dinero o tratar estos temas, sería de tu interés reinvertir y/o reinventarte diversificando el riesgo en negocios legales. Es lo de siempre y lo que les ha pasado a muchos mafiosos. Al principio, cuando no te pillan, te sale a cuenta todas las actividades ilegales que puedas, porque es dinero fácil que entra en bloque. Ahora, cuando te lo empiezan a poner complicado, lo que más les renta es irse a negocios legales. Lo que empiezan siendo tapaderas terminan convirtiéndose en una parte económica importante de beneficios que salen limpios y no tienen por qué estar ligados a la familia y se pueden gestionar a través de testaferros.

Considero que ha sido una tendencia natural de los propios clanes que han visto que el negocio, o el grueso de este, no está en las actividades ilegales. Han tirado más a diversificarse en empresas legales por pura supervivencia, básicamente.

P. ¿Podríamos considerar que el concepto de «Yakuza» como familia criminal se ha extinguido en favor de una suerte de agrupaciones legales y en detrimento de la idea de familia?

Correcto. Es cierto. Además, es algo de lo que muchos Oyabun [líder de un clan Yakuza] ya retirados lamentan. No les gusta que, para las nuevas generaciones, el dinero lo sea todo y se gire en torno a una cuestión de materialismo. Evidentemente, tampoco se puede generalizar, ya que antiguamente también había gente que era muy materialista y no le daba importancia a la tradición o los valores. No obstante, es cierto que esa esencia se ha perdido en el sentido de que un yakuza de 50 0 60 años tenía mucho de yakuza y mucho de samurái en la forma de comportarse y la manera de entender el sacrificio y el orden dentro de una jerarquía.

En cambio, la mayoría de yakuza de hoy en día están más alejados están más alejados de ese perfil de samurái. Están más cerca del perfil de hombre de negocios que puede tener sus chanchullos de un modo u otro, pero que principalmente es eso: un businessman.

P. Hablando de todo un poco, la ficción ha interpretado de muy diversas maneras el concepto de Yakuza. ¿Cree que la ficción le ha jugado una mala pasada al folclore de la Yakuza fuera de Japón?

Creo que no solo es que no le haya pasado una mala jugada, sino que, de hecho, le ha jugado una buena pasada. Es cierto que todo lo que es la estética, los símbolos, el nombre, las tradiciones, etc. de la Yakuza tiene un toque exótico y ha aparecido en muchas obras de ficción que, quizá, han desdibujado la línea entre realidad y ficción en algunos puntos. Podríamos decir que se ha desvirtualizado un poco su esencia al hacerlo algo más comercial. No obstante, creo que, en el fondo, esto les ha hecho un favor.

Yo soy de los que mantienen que la auténtica muerte es el olvido. Que no hablen de ti, y durante los últimos 30 años la Yakuza no ha tenido buenos momentos. Y ha sido justo cuando ha comenzado a entrar en declive empezó a aumentar su “fama internacional” precisamente por productos culturales que muchas veces no eran realistas. Es como que se crea un totum revolutum. Y aunque esas representaciones no sean realistas, sí que mantienen cierto halo de misticismo, exotismo y simbolismo. Entroncan con el pasado tradicional que tanto nos gusta a los que disfrutamos de la cultura japonesa. Lo hacen atractivo.

En el mundo de la Yakuza tiene ese gravitas y ese carisma, los cuales vienen, en parte, porque se han hecho populares. Y también en parte, se han hecho populares porque han pasado a formar parte de la cultura pop. Considero que, en el fondo, aunque ha desvirtuado y/o difuminado la realidad en algunos puntos, todo esto le ha hecho más bien que mal. Al final, han estado más en el candelero. Ha seguido capturando la imaginación de la gente.

P. Casi para terminar, no querría marcharme sin hablar de uno de los grandes protagonistas de Crónicas Yakuza. Es decir, la saga de videojuegos Yakuza, de SEGA. Salvando las distancias por las licencias que se toma una franquicia de tales características ¿cree que representa bien la realidad de la Yakuza?

Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM
Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM

Sí, creo que es fiel, sin lugar a dudas, pero poniéndolo en el contexto. No es fiel como si estuviésemos hablando de una novela histórica, por ejemplo. Es fiel en el contexto cultural, mientras que en el factual hace paralelismos. Al final hablamos de una saga de videojuegos que son muy tragicómicos con mucha misión secundaria satírica y una historia principal de corte dramático, muy de thriller, pero con muchos saltos de tiburón. Muchos, vamos a decir, flipadas, que realmente no te las crees. Y no tienes por qué hacerlo, por qué tienen un ritmo y una pretensión de, por ejemplo, generar más impacto.

Evidentemente, hay mucha exageración. La saga Yakuza, que es una de mis favoritas, representan una serie de aspectos que, a veces tienen paralelismos históricos muy claros. Es decir, que te están contando cosas que mediante tal familia o tal circunstancia sucedieron en un determinado momento de la historia de la Yakuza. El tema de los huérfanos, el tema de los coreanos, el tema de la sucesión… Todo eso que la saga representa ha pasado en la realidad de forma, si no muy parecida, casi idéntica. Y en eso se ha inspirado la saga para tejer parte de sus tramas.

Aparte, hay muchas flipadas y exageraciones que no se corresponden con la realidad. Ahora bien, donde creo que la franquicia da el do de pecho, como también sucedió con el cine yakuza a partir de los años 80, es el cómo representan las tradiciones, la cultura, las normas… Esa especie de spirit de corps y disciplina interna de cómo comportarse, de esas relaciones que son casi de sangre, de cómo se entienden las normas o la obediencia… Creo que eso está impecablemente representado.

Creo que una persona que juegue a Yakuza, una vez aparta las flipadas del juego, puede hacer una traslación directa de la realidad de la Yakuza desde el punto de vista de cómo se estructura una organización y se relacionan sus miembros. Además, también reflejan muy bien las luchas de poder que hubo en el pasado. Al final es una interpretación como la que podemos encontrar en una adaptación cinematográfica: tiene su componente de ficción y su componente exagerado para exacerbar el dramatismo, pero utiliza una base real. Haciendo esa distinción, creo que la saga está muy cerca de lo que es la realidad.

P. Teniendo todo eso en cuenta, ¿podríamos considerar que Kiryū Kazuma, uno de los personajes y protagonistas más icónicos de la saga, es la representación de ese concepto ideal de yakuza tradicional en un contexto modernista?

Sin lugar a dudas. Es un ejemplo perfecto del buen bandido o la historia del samurái oscuro que, desde el otro lado de la legalidad, siempre está deshaciendo entuertos. Es el arquetipo del buen yakuza. Sucede de la misma forma con Daigo Dōjima, el arquetipo del buen jefe yakuza, o Kazama el del buen mentor yakuza. De una u otra manera, la saga está llena de arquetipos tanto positivos como negativos sacados de la tradición o el tipo de perfiles que tenían o todavía tiene la Yakuza desde una perspectiva idealizada.

P. Como última pregunta ¿cree que este tipo de ficciones podrían llegar a molestar, ya sea mediante series de animación o videojuegos, a alguien que es mejor tener tranquilo?

Entrevista con Miguel Arán, autor de Crónicas Yakuza. Imagen de GTM

No creo que les moleste. Los propios yakuza de alto rango tienen un concepto de lo que es la historicidad y el papel que la Yakuza ha jugado en la sociedad y la cultura japonesa. En algunos casos, son indivisibles. Así pues, asumen que hay un componente que siempre va a estar en el ojo público, ya sea porque es inseparable de la cultura japonesa o por la curiosidad extranjera. Podríamos decir que han asumido con deportividad que se hable sobre ese tema sin ningún tapujo. Sería distinto si se mintiera, calumniará o intentase escarnecer.

De hecho, en los años 90 hubo un incidente con un director llamado Jūzō Itami que fue apuñalado porque, por lo visto, poco antes había sacado una película donde criticaba a la yakuza. Al parecer, esa crítica no se basa en hechos o bajo argumentos, sino que debía ser una obra que debía ridiculizar, escarnecer y dejar mal a los yakuza dejándolos por tontos, animales sanguinarios… Le dio un enfoque bastante estrafalario muy caústico que fue a hacer daño. Fue por eso que se dice que fue por eso que atrajo atención no deseada, pero es la excepción.

Igual que es cierto que en Japón se ha presionado para que algunas obras no fueran publicadas, no hay muchos más casos como este. Se entiende que es una dimensión más de la sociedad y que, cuando la ficción la refleja, tiene que aparecer. Es algo natural. Ni todos son buenos o malos, listos, tontos, altos, bajos… Hay de todo. Y es una dimensión que los medios representan y ellos tienen que tolerar, porque al final, si no peor para ellos, creo.


¡Y hasta aquí la entrevista! Muchísimas gracias por todo y por tu tiempo. De verdad, ha sido un verdadero placer poder charlar contigo, y esperamos saber muy pronto de nuevo de ti y de tu obra. Si queréis saber más sobre el libro, podéis pasaros por la página web de GTM o consultar la cuenta de Twitter de su autor, Miguel Arán.

Y antes de despedirnos, os dejamos con una última reflexión de Miguel Arán sobre SEGA y la saga Yakuza.

Me parece tremendamente meritorio, y es algo que no he subrayado suficiente, es que SEGA, siendo una empresa que no dispone de tantos recursos de desarrollo como otras, está poniendo, a una media de catorce meses aproximadamente, juegazos como Yakuza o Judgment con una tonelada de contenido, una variedad de mecánicas y una calidad argumental auténticamente flipante. Creo que no se habla lo suficiente de esa proeza, ni de unos creadores que nos han dado tanto. Se merecen una opinión más preminente que la que le están dando las ventas en Occidente.

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