‘Annabelle vuelve a casa’: review sin spoilers

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Una nueva entrega del universo Warren llegó a nuestras pantallas recientemente, Annabelle vuelve a casa. En esta entrada hablaremos largo y tendido sobre ella para que sepáis si merece la pena verla.

Sinopsis

Regresa la terrorífica muñeca Annabelle. En esta ocasión, los fenómenos paranormales que desencadena esta diabólica muñeca afectarán directamente al matrimonio de renombrados demonólogos formado por Lorraine (Vera Farmiga) y Ed Warren (Patrick Wilson). Decididos a evitar que Annabelle cause más estragos, Ed y Lorraine Warren deciden llevar a la muñeca poseída a la sala de objetos bajo llave que tienen en su casa. Aunque la muñeca quedará ‘a salvo’, en una vitrina sagrada bendecida por un sacerdote, una terrorífica noche Annabelle conseguirá despertar a los espíritus malignos. Su nuevo objetivo será la hija de diez años de los Warren, Judy (Mckenna Grace), y sus amigas.

Annabelle vuelve a casa, una noche en casa de los Warren

En cuanto al espiritismo en sí, hay dos tipos de personas: los que creen y los que no. Hay gente que cree en el más allá, en el poder de las energías y en lo sobrenatural, otros prefieren pensar que se trata de falacias y artimañas ideadas para sorprender al más ingenuo. No obstante, siempre hay cierto misterio en torno a ello y esa es una premisa suculenta que explotar.

Siendo francos, y tal y como hemos dicho en otras ocasiones, el terror actual parece dividirse en dos frentes: lo concerniente a los Warren por un lado y Blumhouse por otro. Luego hay perlas de directores como Jordan Peele o Ari Aster -ya ansío ver Midsommar (2019), de la que pronto tendréis crítica en la web- que van por libre y de manera paralela al terror de masas funcional que ofrecen los dos grandes referentes comentados. Hoy es el turno de los Warren, o de una versión de ellos que pasaba por allí.

Y es que Annabelle vuelve a casa (Gary Dauberman, 2018) vive de manera completamente consciente del legado del célebre matrimonio. Esta es una cinta que juega, de manera descarada, con el ideario que rodea a los Warren, convirtiendo el producto en una galería de los horrores que explota el recurso de manera casi fetichista. Porque la casa de Ed y Lorraine es el escenario perfecto -la sala donde guardan los objetos endemoniados más concretamente- para crear una trama que se acoge al terror más convencional pero coquetea abiertamente con su vis más cómica.

Annabelle vuelve a casa

Annabelle vuelve a casa, cuando el terror se encontró con la comedia

Puede sonar extraño pero, quizá debido a la joven edad de su terna protagonista (dos chicas adolescentes que cuidan de una tercera; la pequeña de los Warren), la cinta apuesta por crear una mezcla entre terror y comedia que, todo sea dicho, no funciona del todo mal. Tenemos el típico romance teen de una de las protagonistas con un chaval llamado Bob «tiene pelotas» -dejando a las claras el tono del film- y bromas de distinta índole que se combinan con los diferentes sustos.

Unos sustos que no están demasiado inspirados pero sí tienen un excelente control del tempo, alargando así ciertas situaciones que el espectador intuye como previsibles para sorprenderlos en el momento más inesperado. Puede que sea una triquiñuela más, pero funciona.

La ambientación, sin llegar a destacar, se suma al fanservice del universo Warren; potenciando sobremanera todos aquellos objetos que han construido el legado del matrimonio maldito. A su vez, las interpretaciones son correctas, otorgando un gran protagonismo a la joven McKenna Grace (Judy Warren) y cogiendo de Madison Iseman y Katie Sarife lo justo y esperable de dos chicas cuyas inquietudes no van más allá del instituto. Hay una pequeña parte al inicio (el prólogo) en la que aparecen Vera Farmiga y Patrick Wilson, pero acaba resultando algo totalmente anecdótico.

Veredicto

Marcada por un claro cambio en su público objetivo -quizá debido a la corta edad de sus protagonistas-, Annabelle vuelve a casa apuesta por contentar a los más jóvenes con una propuesta que mezcla el terror marca de la casa con la comedia más dicharachera. Puede que sea mejor que La llorona (2019) o La monja (2018), pero al final se acaba sintiendo como una mera excusa más para amenizar la espera hasta que Ed y Lorraine regresen en esa esperada Expediente Warren 3.

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