Análisis de ‘El Mandaloriano’ | Los peligros de la nostalgia

El análisis de la nostalgia y de tu cara me suena

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Star Wars me encanta. De hecho, estoy preparando un análisis «objetivo» de las once películas cinematográficas para esta misma página. Pero eso aún no está, así que, para consolarme a mí mismo, voy a hablar de El Mandaloriano y lo que me hizo sentir el final, ahora que he podido pensar un poco más en el impacto de esta serie.

El Mandaloriano

Análisis de El Mandaloriano | Los peligros de la nostalgia
Análisis de El Mandaloriano | Los peligros de la nostalgia

Hace algo más de un año, en navidades, visitando a un primo, nos pusimos a hablar de Star Wars. En concreto de la serie El Mandaloriano de Disney+ (Star Wars es un tema común entre los dos). Por un lado, mí me parecía (y lo sigue haciendo, aunque ahondaré en ello un poco más adelante) una serie bastante buena. Por otra parte, a él —si no recuerdo mal— le pareció un tanto mediocre, puesto que no era más que remakes de westerns clásicos.

A esto yo digo: «evidentemente».

Star Wars es una saga construida sobre la nostalgia y apreciación de otras películas y obras de arte. El Mandaloriano, simplemente, lo ha llevado a su máximo exponente. Su banda sonora está evidentemente influida por los clásicos del jidaigeki (de donde toman su nombre los jedis, de hecho), tramas descaradamente robadas de todos los westerns de la historia… Es, simplemente, un tributo a todo lo que le precedió. Y no hay nada malo en ello. No pasa nada por tomar de punto de partida todo aquello que te inspiró para crear algo innovador.

Es bueno.

La serie sabe lo que es: la clásica historia del hombre que pasa de meterse en los fregaos que le rodean. No obstante, y tristemente, se ve arrastrado a tomar parte en ellas igualmente. Y, hasta la segunda temporada, lo estaba haciendo perfectamente. Sí, había algo de fanservice de vez en cuando, pero eran referencias a cosas tan oscuras y desconocidas que, para cualquier persona que no estuviese al corriente del universo expandido, no pasaba nada. Recuerdo, al terminar la primera temporada, cuando apareció el Darksaber por primera vez, que me emocioné, porque era algo relativamente desconocido, que había aparecido por primera vez en 2008 o así. Pero ahí lo dejaron.

El lore del sable mandaloriano no era relevante, era una manera de hacernos ver cómo el universo de Star Wars es mucho más que la saga Skywalker.

El Mandaloriano sabe exactamente la clase de serie que es. Para bien y para mal

Análisis de El Mandaloriano | Los peligros de la nostalgia

Quienes lo reconociesen, podían ver que el Moff Gideon había matado a alguien o lo había robado. Para los que no, era un sable láser chulo. Ya está. Pero, tristemente, el fanservice es necesario para que una parte del colectivo de los fans de Star Wars puedan vivir sin morirse de los estreses.

Sospecho.

En la segunda temporada, llegaron más personajes como Ahsoka Tano y Bo Katan. Y, de nuevo, nicho, no pasa nada. Si reconoces a los personajes, genial. Si no, no pasa nada. Entiendes, porque eres inteligente, que son gente con su vida, con sus creencias y sus cosas. Después de todo, te están transportando a una galaxia enorme donde la gente tiene su vida y, en general, no les importa lo que le pase al niño-rata verde y el caballero de armadura brillante. La pareja va en su nave espacial desvencijada, haciendo sus cosas, sin que les importe el estado de la galaxia, como debe ser cuando tienes un crío sin moral ni ética que puede levitar rinocerontes (me informan de que eso se llama un niño normal).

El último capítulo

Análisis de El Mandaloriano | Los peligros de la nostalgia
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Pero sabéis de lo que tengo que hablar: el último capítulo. Y no me malinterpretéis antes de que entre a esto, la serie me encanta: me encantó que Boba Fett volviera (más que nada porque Temuera Morrison se merecía este trabajo y brillar como lo hizo en los últimos episodios), me pareció que los personajes que salían están bien llevados y presentados y, hasta los últimos diez minutos, me gustaba cómo todo, en realidad, estaba a pársecs de la saga Skywalker. Sí, había un par de personas que habían mantenido relación con Obi-Wan o Anakin o Luke, pero no eran ellos. Estos personajes tenían derecho a hacer su vida sin estar siempre involucrados en el feudo entre las dos familias espaciales más importantes.

Alerta Spoiler. Habrá, de alguna manera, spoilers referentes a Arrival e Historia de tu vida, la noveleta original.

Recuerdo que, cuando vi el capítulo 12, me reboté muchísimo porque se dio a entender que iban a usar a Grogu para crear a Snoke. Pero bueno, solo fue un guiño y ya. No pasa nada. Me molestó, pero lo dejé pasar porque entiendo que Disney tenía que solucionar la mala decisión que Abrams tomó para con El Ascenso de Skywalker –sí, le echo la culpa a él personalmente al tiempo que clamo y proclamo a los cielos que la teoría del autor es una herramienta inútil. para analizar cine

Sin embargo, cerrar la temporada (y, a efectos prácticos, la historia de ambos personajes) con la aparición de Luke me parece un faux-pas tremendo que está inextricablemente conectado al que me pareció el fallo fundamental de El Ascenso de Skywalker.

Los fans arruinamos Star Wars y no solo tiene que decirse, sino que repetirse una y otra vez

Análisis de El Mandaloriano | Los peligros de la nostalgia

Antes de seguir por aquí, tengo que explicar algo: me encanta Los Últimos Jedi. Su enfoque optimista para con lo absurdo de la existencia, con el hecho de que muchas veces venimos de la nada, que, a veces, somos importantes por virtud de ser nosotros mismos, no por ser hijos de un señor poderoso, fue refrescante. ¡Puedes ser importante sin venir de no-sé-qué familia! ¡No pasa nada por no tener antepasados importantes! ¡Los espejos infinitos son una pasada!

Los Últimos Jedi se contrapone a la ideología pseudo-monárquica de la que Star Wars (las películas) había hecho gala hasta entonces. Por supuesto, conociendo a Lucas, es injusto decir que esto fue a propósito. Simplemente, creó a dos personajes fascinantes que eran padre e hijo. De ahí que las seis películas originales fuesen la saga Skywalker, padre e hijo. Sin embargo, eso preparó a muchos fans a esperar que todo en la galaxia orbita alrededor de dos familias fundamentales (recordadme, eso sí, que un día hable de la prevalencia de las monarquías “justas” en la fantasía y ciencia-ficción, es un cliché prevalente fascinante sobre nuestra relación para con el poder).

Pero por ello, por el absurdismo de Johnson, a algunas personas no les gustó que Rey viniese de la nada, que fuese una mujer con talento por su propia cuenta (por no hablar de la campaña de odio a la que algunas de las actrices han sido sometidas). Lo que Twitter le dijo a Disney con eso es “no podemos tener nada nuevo y, si lo tenemos, tiene que guardar una relación directa con todo aquello que ha venido antes”.

La nostalgia es una droga terriblemente adictiva

Análisis de El Mandaloriano | Los peligros de la nostalgia
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Y puedo entenderlo. Es cómodo para muchas personas poder volver a sus series favoritas. Yo lo hago, de hecho. A pesar de los pequeños fallos que tenían las primeras temporadas de Archer, sigo viéndola cuando me da la bajona. Precisamente por ello El Mandaloriano funcionaba tan bien por cuenta propia: nos ofrecía algo familiar y bien hecho: westerns de toda la vida, con pistolas láser, una manera de escaquearnos del inexorable avance de la realidad y del tiempo. Sin embargo, esta obsesión con la nostalgia y que todo «tenga sentido» es lo que, en última instancia, puede destrozar o dañar el contenido de una serie o historia. Queremos, siempre y sin falta, que las historias se cierren, que tengan una conclusión. Pero, como dijo Bojack (Horseman), eso es una mentira que se inventó Steven Spielberg para vender entradas.

Y tiene razón.

Nos da miedo, incluso en nuestro arte, enfrentarnos a que no todo tenga sentido. Recuerdo que cuando vi Los Últimos Jedi por segunda vez en el cine, que unos antiguos compañeros de industriales se quejaron porque no nos habían dicho de dónde venía Snoke o quién era. Daba igual que no necesitáramos saberlo (porque el villano interesante era Kylo, al menos en esa película), querían, necesitaban saberlo. En más de una ocasión, en mi vida privada, me he referido a la clase de persona que exige que todo tenga sentido como filisteos. Arrival, por ejemplo, es una de mis películas favoritas y una de las mejores adaptaciones de la historia. Pero al adaptarse de Story of your life, me parece que se cometió un error. En la noveleta original de Ted Chiang, los heptápodos vienen porque tienen que venir. Ya está.

Es recursivo. Vienen porque tienen que venir porque tenían que venir. Pero, en la versión de Villeneuve, vienen porque necesitarán nuestra ayuda en el futuro. ¿Por qué? Porque sabía que a la gente no le satisfaría que vienen porque sí, así que se inventó una excusa. Por eso, en el último capítulo de El Mandaloriano tenía que salir Luke: porque la gente quería que todo tuviera sentido, querían que les diesen en bandeja un significado. Y esto no es malo per se.

Pero tampoco es bueno

Análisis de El Mandaloriano | Los peligros de la nostalgia

La belleza del arte es que podemos enfrentarnos a ideas complejas, a sensaciones difíciles, a cosas tristes. A veces, estamos en la sala equivocada y no podemos hacer nada. Bueno, miento, sí que podemos hacer algo: aceptarlo y crear nuestro significado. Pero bueno, no tengo ni idea de nada, así que quiero que sepáis que Werner Herzog lloró cuando vio al niño-rata por primera vez.

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