‘Yashahime: Princess Half-Demon’, reseña anime

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Finalmente, después de veintitrés capítulos y un montón de teorías alrededor de la trama, llegamos al final de la primera temporada de Yashahime: Princess Half-Demon con su episodio 24. Por ello, hoy os traemos la reseña de Yashahime, anime disponible en Crunchyroll y secuela de la obra de Rumiko Takahashi: InuYasha.

Reseña anime: Yashahime: Princess Half-Demon

Desde que la serie se anunció, parecía que planeaba resolver incógnitas que quedaron al concluir su antecesora, iniciando con el reencuentro de nuestros personajes favoritos y posteriormente la presentación de las nuevas protagonistas.

Yashahime reseña anime introducción
Yashahime: Princess Half-Demon, reseña anime

Recordemos que a ellas las conocimos en las primeras impresiones, anteriormente publicadas.

Sinopsis

Yashahime: Princess Half-Demon sigue la historia de las hijas de Sesshomaru e Inuyasha en un viaje que trascenderá el tiempo. En la era feudal, las gemelas medio demonio Towa y Setsuna se separan tras un incendio forestal. Mientras busca desesperadamente a su hermana menor, Towa acaba entrando en un misterioso túnel temporal que la envía al Japón de la era actual, donde se encuentra con Sora, hermano de Kagome Higurashi, quien la acoge en su familia.

El puente entre InuYasha y Yashahime

Para comenzar, es necesario hacer especial énfasis en que Rumiko Takahashi se involucró en el diseño de personajes, PERO no formó parte de la creación de la historia; únicamente participó en la supervisión del proyecto.

Yashahime se sitúa seis meses después del final que nos dio InuYasha Kanketsu-hen. Los protagonistas originales viven pacíficamente exterminando enemigos débiles hasta que aparece «cabeza de raíz», un demonio que continúa en búsqueda de la perla de Shikon. Después de vencerlo, descuidan el detalle de que una pequeña parte suya sobrevivió, absorbió los poderes del árbol sagrado y se fusionó con él.

El primer capítulo se presenta como un regalo para los fans, como si de una extensión de la saga anterior se tratara. Se agradece porque funciona como un resumen para despistados y ofrece una explicación del origen para la nueva historia. Desde este inicio, descubrimos inconsistencias en la trama con relación a su antecesora.

Hosenki, a quien recordamos de la serie original, le entrega a Kagome el mismo maquillaje que era de Izayoi —madre de Inuyasha— y que Naraku había destruido cuando atacó a Kikyō. Esta situación, por poner un simple ejemplo, forma parte de varias lagunas que existen conforme la trama avanza, unas resueltas torpemente otras más sin resolver. Después de esta visita, la historia da un salto temporal de cuatro años.

La serie plantea que nuestras tres protagonistas mitad demonio están destinadas a formar un grupo de aventuras que enfrentará distintos enemigos. Desde un inicio, se nos familiariza con cada una contrastando personalidades, motivaciones y se establecen lazos confusos con sus progenitores, lo que detona que se comiencen a generar teorías por parte del espectador.

La descendencia de los yōkai

Dentro de los puntos a destacar, podríamos retomar el diseño de nuestras tres chicas. A diferencia de otras secuelas, en ningún momento se siente que los personajes nuevos resulten una calca de sus progenitores o antecesores. Por el contrario, es evidente el vínculo familiar pero a la par forman su propia personalidad.

  • Towa: la que parece estar destinada a ser la heredera pero no empata con el carácter de su padre. Es enamoradiza, ingenua, noble, tierna, excesivamente inocente y a ratos bastante plana; sin embargo, tiene momentos interesantes en los que da destellos de ser un personaje que promete evolucionar adquiriendo fuerza.
  • Setsuna: aparentemente quien heredó una personalidad más afín a Sesshomaru, presume de una personalidad fuerte. Es inexpresiva, reservada, introvertida, fría e incluso metódica. Personalmente, considero que es la mejor construida de las tres si se toma en cuenta la forma en que encajan la historia, su conducta y la complejidad de los vínculos que genera con los demás.
  • Moroha: además de ser la más carismática y que establece una conexión casi inmediata con el espectador, resulta una mezcla equilibrada y bien lograda de sus progenitores. Físicamente, puedo percibir a Kagome, pero me recuerda todo el tiempo a Inuyasha, ambos presentes en su esencia. Intrépida, torpe, visceral, divertida, segura, independiente, arriesgada, impertinente y mi favorita.

Conforme la historia avanza, tiene ratos en los que parece perder el rumbo y no está claro hacia a dónde va. Algunas razones de esta inconsistencia podrían ser el relleno absolutamente innecesario, la intervención de personajes aburridos que finalmente no aportan nada de valor, pero también el ritmo variable con el que camina la trama.

Las tres perlas arcoíris

Más temprano que tarde, conocemos más de la historia del abuelo de nuestras protagonistas, lo que sucedió muchos años antes de la saga original y la existencia de las siete perlas arcoíris.

Pronto nos enteramos que Moroha, Towa y Setsuna son portadoras de tres de ellas. La primera la guarda en el maquillaje que conserva de su abuela Izayoi, el cual le da el poder de convertirse en el demonio Beniyasha; mientras que las hijas de Sesshomaru ocultan sus perlas en uno de sus ojos. Aquí tenemos otro guiño a la perla negra que se encontraba sellada en el ojo de Inuyasha, que como sabemos guardaba la entrada a la tumba de su padre.

Otra incógnita constante durante la primera mitad es conocer quién es la madre de las gemelas, aunque personalmente creo que desde un inicio todo señalaba que era Rin; puntualizando sobre esto mismo aparece otra inconsistencia. Según la línea de tiempo que presenta la serie, Rin debería verse físicamente mayor, lo cual no sucede.

Conocemos a los hijos de Sango y Miroku, quienes también tienen espectaculares apariciones. Vemos constantemente a Kohaku, Kirara y Kaede. Conocemos a Takechiyo, lo que pareciera ser un terrible intento de reemplazo para Shipo y a Jyūbei un comerciante de cadáveres que tiende a encomendarle misiones a Moroha a cambio de una recompensa.

El ¿nuevo? enemigo

Nuestro antagonista principal es Kirinmaru, un demonio igual de antiguo y poderoso que Inu no Taisho, el padre de Inuyasha y Sesshomaru. Conocemos poco de sus motivaciones pero poco a poco se introduce a la historia su vínculo con Inu no Taisho; se revela que ambos eran gobernantes del este y oeste. Finalmente, nos presenta sus planes.

Como parte de su equipo aparecen Zero —la hermana de Kirinmaru— y Riku, un personaje de personalidad misteriosa, principal cliente de Jyūbei, poseedor de una de las perlas arcoíris y principal interés amoroso de Towa. Desde mi mirada, el más interesante de estos tres. Por último, pero no menos importantes, tenemos a cuatro personajes más que se hacen llamar «Los cuatro peligros»: bestias demoniacas al servicio de Kirinmaru que poseen las perlas arcoíris restantes.

Si los ponemos en una balanza, francamente no resultan comparables Kirinmaru y Naraku como villanos principales. Naraku es por mucho uno de los personajes mejor elaborados en el universo de InuYasha, y Kirinmaru, al menos en esta primera temporada, está fácilmente lejos de alcanzarlo.

El encuentro de nuestras protagonistas con Kirinmaru culmina en una batalla bastante bien ejecutada pero que desgraciadamente recurre a varios power up sin sentido. Tenemos revelaciones, muerte y un final que promete una segunda temporada con más respuestas para los fans.

Detrás del nuevo legado

Poniendo el ojo en el área técnica, Sunrise nuevamente involucrado en la historia de InuYasha es un absoluto acierto. Es evidente la dedicación y esfuerzo para lograr una estética precisa, siguiendo en todo momento con el trazo de Rumiko y conservando su esencia.

La animación es torpe y tiene momentos bastante penosos, pero la mayor parte del tiempo fluye y sigue la línea de su antecesora. El opening, así como el ending resultan en un trabajo lleno de calidad, porta un sello que evoca inmediatamente a lo clásico de la serie y personalmente me han encantado.

La banda sonora es casi en su totalidad la misma que su precuela, introducida con precisión, sin exagerar y contribuyendo a la cohesión de ambas series como parte de una misma historia.

¿Es una secuela digna?

Personalmente, le tengo especial afecto a la obra por su efecto en mi niñez, por lo que marcó en mí y porque fue mi puerta de entrada al mundo del anime/manga. Ahora, colocando la mirada lo más objetivamente posible, considero que esta nueva entrega difícilmente superará a la primera.

Aunque no sea superior a su antecesora, a diferencia de otros shōnen creo que InuYasha ha sabido guiar a sus nuevas protagonistas por un camino que no tiende a la repetición, ni al reciclaje de historias, poniendo los cimientos para un nuevo camino sin tener que recurrir constantemente a la nostalgia.

Intentar definir la calidad de Yashahime: Princess Half-Demon resulta complicado en términos de consistencia. El ritmo es variable, tiene momentos buenísimos y batallas bien planteadas, pero también pasa ratos bastante lentos y sin algún punto de interés.

El juego que existe entre la época feudal y la era moderna se mantiene vivo y dinámico, principalmente al inicio de la historia. Los guiños al elenco original, las referencias tanto visuales como dentro de las dinámicas de interacción entre los personajes funcionan, manteniendo el hilo entre ambas historias sin abusar de ellas.

Para todos aquellos que somos fans de la serie original, les animo con cariño a darle una oportunidad a la primera temporada de Yashahime: Princess Half-Demon, el inicio de un nuevo legado que bien merece la pena. Con todos sus defectos y aciertos, es una digna heredera.

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