Reseña manga: ‘My Hero Academia’ #25

My Hero Academia estrena nuevo volumen y, como no podía ser de otra forma, en FreakEliteX no hemos querido dejar pasar la oportunidad de contaros qué nos ha parecido. En un tomo que hace las veces de transición, la microsaga de Tomura llega a su fin con unos resultados, cuando menos, increíbles. Recuperando el ritmo y la gloria de trabajos anteriores, Kōhei Horikoshi rescata su genio creativo del ostracismo en un —esta vez sí— fantástico volumen. Curiosamente, lo hace sin recurrir a la confiable epicidad del héroe grandilocuente que se enfrenta a las adversidades. No.

En esta ocasión es pura narrativa más allá del duelo entre Shigaraki y Re-Destro. Sin dejar de ocupar la mitad del volumen, enlaza a la perfección con los eventos posteriores. Ahora, con algo más de tranquilidad, el mangaka planta las semillas del próximo arco, el cual promete ser emocionante como pocos. Inclusive, podría perfilarse como el encuentro final, aunque es muy pronto para aventurarse en consideraciones similares; no tenemos ni idea de lo que va a pasar. De lo que sí somos conscientes es de la gran edición de Planeta Cómic, quien cumple con nota. Como viene siendo costumbre, la editorial española ha hecho un buen trabajo con la que dice ser una de sus licencias más importantes.

No por nada, la franquicia cuenta con spin-off como Vigilantes y/o novelas que versan sobre el «intralore» de un universo cada vez más grande. En cualquier caso, repasemos un poco la edición. El fallo de los bordes cortados sigue estando presente y se ha convertido, en el mal sentido, en una suerte de sello de identidad. Empero, el presente tankōbon es uno de los que menos ha destacado en ese sentido. Por lo demás, sin queja alguna. La calidad de la sobrecubierta y/o de las 200 páginas en blanco y negro que lo componen queda fuera de toda duda. De la misma forma, Daruma ha vuelto a dar con la tecla en una excelente traducción.

Sinopsis

Desde el aterrador incidente cuando se manifestó el don de Tomura, solo el villano más grande de todos, All For One, ha podido hablarle al joven. Las consecuencias de esa fatídica reunión se desarrollan en el presente mientras Tomura y Re-Destro, el líder del Ejército de Liberación, luchan por la supremacía, y si se necesita nivelar una ciudad entera para decidir quién está en la cima, ¡que así sea!

My Hero Academia #25

El vigesimoquinto tomo de My Hero Academia empieza fuerte. Con una estupenda portada a color que recrea a la perfección la demencia de nuestro querido antagonista, el autor nos regala los embates finales de un bonito combate. Quizá demasiado caótico, el resultado sorprenderá a propios y extraños, pues tendrá unas consecuencias para nada desdeñables. Con el bueno de Hawk haciendo de las suyas por aquí y por allá, asistiremos al nacimiento de un monstruo sin parangón: el Frente de Liberación Paranormal. Sin entrar en detalles, una nueva organización se sentará en el trono. ¿Su objetivo? Acabar con el orden preestablecido. Debo decir que, aunque la cuestión está cogida con hilos, sigue siendo una premisa muy interesante.

Aparte, Tomura comienza a ser el villano que nos merecemos. Lejos de las dudas del pasado, el heredero de All for One está creciendo a pasos agigantados; ha abandonado el nido y ha revelado todo el potencial que se esconde tras su peculiar semblante. En esta ocasión tiene un verdadero objetivo y sabe lo que quiere. Es más, confieso que me han encantado las viñetas en las que aparece. Antaño me gustaba, pero ahora dispone de verdadera presencia. No es simple demencia. Es algo más y eso me apasiona. Por desgracia, My Hero Academia adolecía en terreno de antagonistas. Pese a disfrutar de grandes figuras como Stain u Overhaul, eran secuenciales y temporales; Shigaraki parecía no estar a altura. Pues bien, eso ha terminado.

Dejando eso a un lado, la escena cambia. A mitad del tomo, aproximadamente, regresamos al mundo de los héroes. Festival y enfrentamientos entre clases a un lado, recuperamos cierto deje de normalidad con una breve fiesta de Navidad entre medias. La situación apremia, aunque nadie sabe del todo qué está pasando. Sea como fuere, las fuerzas del orden y la ley instan al director y los profesores a reiniciar las experiencias profesionales. Con Night Eye fuera de la ecuación —me duele el corazón— Midoriya tendrá que buscar un nuevo maestro.

Un nuevo trío de protagonistas

Bien es sabido que, con el paso de los años, Uraraka e Iida han cedido relevancia. Otrora compañeros inseparables, el trío se ha separado. No en términos de amistad, pues siguen siendo grandes amigos. Es diferente. Por un lado, Iida ha perdido muchísimo fuelle hasta convertirse en una suerte de secundario recurrente sin grandes momentos. Por otra parte, Uraraka sigue teniendo bastante importancia, pero no protagoniza tantas páginas como antaño. Así pues, el lector presencia el nacimiento de un nuevo trío de protagonistas: Midoriya, Bakugō y Todoroki.

Previamente invitados por el tercero, los tres estudiantes se ponen bajo la tutela del héroe número uno: Endeavor. Con una actitud mucho más relajada que antes, el usuario de fuego parece querer su camino de redención. Valoraciones personales a un lado, su puesta en escena refuerza la presencia de los tres jóvenes, quienes tendrán que trabajar codo con codo por bastante tiempo. Más allá de una buena o mala noticia, pone de manifiesto la creciente popularidad del Rey de las Explosiones y Shōto. Entretanto, Hawk sigue mostrando breves destellos del gran personaje que es.

Sin revelar nada, lo dice todo, y nos pone los dientes largos. Algo muy gordo se está cociendo, aunque son muy pocos quienes lo saben. El manga lleva mucho tiempo jugando con las filtraciones y los héroes espía. Ahora va más allá con mensajes crípticos, dobles espías y toda suerte de trampas. Es más, conocemos la identidad de algunos «traidores», aunque solo de los menos relevantes. En cualquier caso, recupera la tensión argumental con gran acierto en uno de los tomos más interesantes de los últimos meses. No sucede nada, pero saca músculo y nos presenta todo lo que está por llegar.

Conclusiones