
¡Dos meses después, estamos de vuelta con nuestra reseña de Chicho Terremoto n.º 4! Así es, el jugador de baloncesto más irreverente e inverosímil de todos los tiempos ha vuelto con una nueva ración de jugadas al más puro estilo Harlem Globetrotters.
¿Y cómo lo está haciendo? Pues con una progresión notable de la cual no éramos conscientes hasta su relanzamiento en España. Si queréis saber más, os lo contamos a continuación. Si por el lado contrario, preferís echarle un vistazo a nuestras primeras reseñas, podéis hacerlo en este enlace. Dicho esto, ahora sí, empezamos.
Portada, sinopsis y edición

Kappei no estaba loco. Efectivamente, había un espectro en el partido contra el Instituto Riten. No basta con tener que jugar al baloncesto, también hay que luchar contra un fantasma, aunque es un poco peculiar este espíritu. El que gane este partido deberá enfrentarse al Instituto Goko y al peligroso lanzamiento de su capitán, un arma infalible que el mismo llama “La Diosa Kanon de los mil brazos”. Y siguiendo con lanzamientos únicos, Daiba, el archienemigo de Kappei, también ha perfeccionado el suyo. Todos los equipos tienen sus tácticas, todo vale en las preliminares para conseguir llegar al Campeonato Nacional. ¡Allá vamos!
Autor | Noboru Rokuda |
Colección | 10 volúmenes. |
Género | Humor, deportes, aventuras. |
Formato | Rústica con sobrecubierta |
Páginas | 312 en b/n. con integradas a color. |
Tamaño | 15 x 21 cm. |
Traducción | Carlos Mingo e Irene Tellería. |
Reseña de Chicho Terremoto n.º 4

Este cuarto volumen de Chicho Terremoto afirma una idea que se gestó durante nuestras reseñas anteriores: la historia, poco a poco, adquiere un matiz algo más serio, pero sin perder el sentido del humor. De manera lenta, pero constante, Kappei adquiere cierto amor por el juego y respeto por sus compañeros. Y si bien es cierto que sigue siendo un tipo mayormente egoísta y que tiende a sacar conclusiones muy rápidas, vemos en él cierto crecimiento.
Sin dejar a un lado ese deje de humor verde que tanto le hizo destacar durante el primer volumen, ahora solo vemos residuos secuenciales en ciertos fragmentos de la historia. Así pues, aunque Kappei sigue siendo un joven con un ímpetu demasiado excesivo, parece que el autor ha encontrado cierto equilibrio.
Esto nos ha permitido disfrutar un poco más de otras facetas de la historia. Ahora, los propios partidos son el epicentro de la trama, ya que casi toda la acción se concentra en estos. Es más, Noboru Rokuda ha acelerado un poco más el ritmo, haciendo que la lectura sea más ligera y dinámica que antes.
Una progresión muy acertada

¿Qué queremos decir con esto? Pues que como la hegemonía narrativa ha sido adquirida por el baloncesto, esas travesuras sin sentido que ocupaban varias páginas en los primeros tomos han desaparecido. Bueno, más que desaparecer, se han transformado. Kappei es un joven con mucha energía. Inclusive, podríamos decir que es un muchacho hiperactivo que no puede estarse quieto.
Antes le veíamos liarla haciendo un poco de todo, mientras que ahora concentra casi toda esa energía en la cancha. Y decimos casi toda porque a veces se desvía del camino y, por ejemplo, se pone a jugar al tenis simple y llanamente porque es popular durante un rato. Esta serie de distracciones mantienen viva el concepto inicial del jugador, pero con un margen de crecimiento.
Y es que, aunque todavía tiene un apego por las bragas desmesurado, este ya no se manifiesta de manera tan constante. Algunas veces resurge con mucha fuerza, pero durante pocas viñetas. Esto es algo que agradecemos en favor de la historia. Lo único malo de esto es que, a cambio, el resto de secundarios también están perdiendo mucha fuerza. Ahora mismo, gran parte de la historia se resume en Chicho, Akane y el equipo como concepto global.
Un manga con sabor a nostalgia

Aparecen algunos otros personajes con cierto grado de protagonismo que, de hecho, revuelven un poco la trama por momentos. No sabemos por cuanto tiempo permanecerán, pero lo cierto es que su aparición es bastante interesante. En líneas generales, la progresión de la historia es buena. Todavía tiene su aquel con ciertos temas, pero creemos que ha mejorado notablemente.
Sea como fuere, Chicho Terremoto sigue siendo una lectura bastante divertida. Sin más, echarse un rato en el sofá mientras disfrutar de esta historia de los años 80 tiene un encanto mágico. Es nostalgia pura y dura, y esta se manifiesta con todavía más fuerza cuando podemos disfrutar de las páginas a color. Estas, sin más, son un reencuentro con una versión más infantil de nosotros mismos.


- Es nostalgia pura y dura.
- Los personajes progresan mejor de lo que recordaba.
- Las páginas a color y la edición son muy buenas.
- Destaca como manga de humor; es original cuando se trata de hacer tonterías.
- La traducción y las notas a pie de página son de calidad.
- El factor spokon crece con cada tomo.

- El sentimiento spokon no destaca tanto.
- Se nota (aunque esto gustará a muchos) que es un manga antiguo.
- Algunos personajes secundarios están quedando en un plano demasiado terciario.
- Tiene un sentido del humor un tanto verde que puede no gustar a todo el mundo.