
¡Hola, muy buenas! Hoy, y a lo largo de los próximos días, voy a hablaros sobre una de las franquicias más populares de todo el mundo: Pokémon. Recientemente —el pasado 23 de diciembre— se emitió el último capítulo de Pokémon Generaciones, adaptación con gran éxito en América y Europa. Análogamente, creo que todos recordaréis Pokémon: Los orígenes y las aventuras de Rojo. A lo largo del tiempo, y a raíz de estas dos series, fueron muchos quienes se preguntaron el porqué de todo esto.
Algunos, inclusive, alzaron el puño al aire y reclamaron un cambio. La estética de ambas series adoptó un matiz más adulto, y al público terminó encantado. Pokémon, la serie, parecía querer dar un paso hacia delante. Esto, sin embargo, no fue más que una rasgadura en las vestiduras de la tradición. Pokémon, Ash y compañía nunca se vieron, en realidad, afectados por la popularidad de sus rivales de franquicia. Pese a todo, aquella eterna pregunta siguió morando en las sombras, pues… ¿Por qué? ¿Por qué se adoptaba un matiz tan infantil cuando eran capaces de hacer algo así? Rojo —Verde si nos remitimos al país nipón— es uno de los personajes más apreciados por el público, pero no por el infantil.
Ciertamente, el héroe de nuestras primeras aventuras en el mundo Pokémon es el rey de la nostalgia. Fue quien nos guió en aquellos primeros combates, golpes y derrotas. No sé si sabéis, además, que la idea inicial de Pokémon era una historia cerrada. Todo comenzaría con Rojo, y todo terminaría con Oro. El enfrentamiento final entre ambos protagonistas debía haber sido el broche final, pero no lo fue. El rotundo éxito de los videojuegos provocó que todo el paradigma inicial fuese replanteado. Del éxito del videojuego surgieron tanto el manga como el anime, y el resto ya todos lo conocemos…
¿Por qué no se produjo tal cambio? ¿Por qué Ash no crece?
La respuesta a estas nuestras dudas era, en realidad, muy simple: éxito comercial. De ahí nace, por otra parte, la eterna juventud de Ash. Pokémon: Los orígenes y Pokémon Generaciones fueron dos series destinadas, aunque pueda parecer extraño, al público extranjero. La audiencia, y la crítica nipona en general, no terminó de comprender la apuesta de la compañía. Europeos y americanos, por otro lado, alabaron el lavado de cara al que se sometía la franquicia. Por primera vez en muchos años, la cosa parecía ir por un rumbo diferente, pero no. Generaciones y Los Orígenes eran, tal y como ya he dicho, dos series pensadas para el extranjero.
Ash y compañía, y su aspecto infantil, es una fórmula sin fin. A los niños les encantan las aventuras de este extraño entrenador, y no son los únicos. Jóvenes y adultos, entre los que me incluyo, siguen disfrutando, en mayor o menor medida, de las peripecias del joven de pueblo Paleta. Al igual que otros tantos, siempre he pensado que los eternos diez años del muchacho son un problema, pero… Bueno, con esta fórmula se aseguran una serie eterna que solo dejaría de emitirse cuando perdiese su popularidad y, por ende, su valor económico. Esta es la razón por la cual Ash nunca crece… Es más simple de lo que parece, ¿verdad? Obviando los más que evidentes fallos argumentales de la serie, y lo que conlleva este peculiar complejo de Peter Pan moderno, tenemos una respuesta a ambas preguntas.
Éxito comercial, la clave de Pokémon
Los orígenes, Generaciones y, en otro orden de cosas, el manga de Pokémon. Estamos, sin lugar a duda, ante tres adaptaciones maduras, misteriosas e, inclusive, tétricas. En el caso del manga, por ejemplo, la muerte es una realidad; el Team Rocket, citando otra variante interesante, es un enemigo malvado de verdad. El problema de todo esto es, nuevamente, el público. Pokémon (Ash) es una serie para todos los públicos, y su éxito es más que evidente.
Aunque Los orígenes y Generaciones también sean para todos los públicos, las diferencias son más que obvias. En primer lugar, no gustó al público japones, su principal objetivo. En segundo lugar (Los orígenes), estaba enfocado a un público más adulto —factor nostalgia—. Generaciones fue, por otro lado, una mera recopilación de todos los juegos en capítulos muy breves. Su estética, análogamente, no convencía a los japoneses, y tampoco era que encantase a los niños. Es por eso, y por nada más, que Pokémon (Ash) no ha tomado, nada, de estas tres adaptaciones.
Sinceramente, me habría gustado ver una serie algo más adulta, dinámica y seria. Un entrenador más profundo y seguro de sí mismo, y menos sentimental, habría sido, sin lugar a dudas, interesante. Por suerte o por desgracia, la cosa no tiene pinta de cambiar, y es lo que toca aceptar. Así que, sin nada más que decir, me despido por hoy.
¡Un saludo!