‘Midsommar’: review sin spoilers

0

Hereditary, ¿hace falta añadir algo más?. Ari Aster, autor de una de las grandes cintas de terror del año pasado regresa a la gran pantalla con Midsommar, otro film de género que hará las delicias de los más fans. Nosotros ya la hemos visto y aquí te contamos qué nos ha parecido.

Sinopsis

Dani (Florence Pugh) y Christian (Jack Reynor) atraviesan una dura crisis de pareja que ha dejado realmente tocada su relación amorosa. Sin embargo, ambos deciden darse una oportunidad, y qué mejor para ello, que disfrutar de un retiro vacacional en una idílica isla sueca. Junto con el resto de sus amigos se embarcan en un prometedor viaje a un festival de verano que se celebra una vez cada 90 años en una remota aldea de Suecia. Sin embargo, y a pesar de su paradisiaca apariencia, el lugar no es lo que parece. Pronto comenzarán a darse cuenta de que los anfitriones realizan perturbadores rituales paganos que pondrán a prueba la relación de cada uno de los huéspedes y su instinto de supervivencia.

Midsommar, terror a plena luz del día

Lanzo pregunta al aire. ¿Amar a una persona nos otorga el deber moral de ayudarla siempre que se enfrente a un problema? Quiero decir, ¿podríamos sentirnos culpables si algo malo le ocurriera y nuestra pasividad le impidiera sentirse apoyada? Es un tema espinoso, pues normalmente encontramos en los que nos rodean un hombro en el que apoyarnos, un salvoconducto por el que escapar cuando el mundo se nos echa encima. Si ésta vía nos falla, puede que acabemos condenados al ostracismo.

Para un servidor, el terror de 2018 tuvo dos nombres propios: Suspiria (Luca Guadagnino) y Hereditary (Ari Aster). Aunque podríamos encontrar similitudes entre ambas -la danza de las brujas frente a la brujería que sustenta el legado familiar-, fue la cinta de Ari Aster la que pegó con más contundencia. Aún tratándose de una propuesta más modesta, el por entonces debutante Aster supo crear una historia que acongojaba desde el primer instante y lo postulaba como promesa del género. Midsommar ha venido ha ratificar esa idea, a confirmar que el director ha llegado para sentar cátedra.

Y es que el realizador neoyorquino ha encontrado en su segundo largo una manera de superar «el más difícil todavía», creando una cinta atípica dentro de su clase. Midsommar es un film inusualmente largo en comparación a lo que el terror nos tiene acostumbrados (145 minutos) y cuenta además con más luz que un pueblo sueco en pleno verano; nunca mejor dicho.

Porque Midsommar es terror, pero también luz, folklore y sangre, mucha sangre. Aster no trata de contenerse en ningún momento, desatando todo su potencial para el fantástico en una nueva película que atrapa, asusta y, como en su día sucedió con la notable Hereditary, cuenta con escenas que te dejan absolutamente en shock.

Midsommar

El terrorífico solsticio de verano en Midsommar

En esta ocasión, Aster hace girar la trama en torno a una pareja (y sus amigos) que decide hacer un viaje a Suecia para darle un empujón a la tesis doctoral de él. Este ejercicio de investigación se verá potenciado por las tradiciones de un grupo de habitantes que celebran, una vez cada noventa años, una fiesta centrada en el solsticio de verano. Una premisa carente de oscuridad que permite al director explotar ciertos aspectos que quizá no abundarían en cintas de género más convencionales.

Este festival, Midsommar, se sustenta en dos pilares básicos: el poderío visual de ciertas escenas y el gore que Aster le imprime. El primer apartado se beneficia del continuo efecto ¡wow!, exponiendo secuencias random que hacen que el espectador se cuestione ¿de verdad estoy viendo esto?. El segundo se apoya en su contundencia para crear un conjunto que no se anda con medias tintas; hay violencia y sí, es absolutamente explícita.

A su vez, el film también nos permite apreciar el sello autoral de Aster, marcado ampliamente por su manera de tomar el encuadre. Hay grandes planos generales (y también cenitales) o travellings de cámara que son una auténtica locura, potenciando esa sensación de inquietud continua a lo largo de todo el metraje.

En la parcela interpretativa destacaría una Florence Pugh inmensa, destilando un abanico de emociones casi interminable y ofreciendo a través de su persona todo lo que una cinta de género puede esperar. También lucen Jack Reynor, Vilhelm Blomgren o un siempre acertado Will Poulter.

Veredicto

Con una primera película que lo catapultó a lo más alto, Hereditary (2018), Ari Aster confirma con su segundo largo que lo suyo no fue cosa de suerte. Midsommar es un festival de gore y escenas random a plena luz del día que, como ocurría con su predecesora, cuenta con distintas lecturas para debatir al salir de la sala. No soy muy partidario de hablar de «terror elevado», pero con nombres de la talla de Ari Aster está empezando a ser complicado.

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here