«La otra Missy», review sin spoilers

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Seguimos aprovechando estos días en casa para profundizar en el catálogo de Netflix. Hoy es el turno de La otra Missy, una alocada comedia apadrinada por Adam Sandler.

La otra Missy, Happy Madison en estado puro

Hace no mucho os hablaba del amor y de su azar inherente. Una cualidad que potencia la imprevisibilidad de sus situaciones y caminos. De hecho, eso es lo que lo convierte en algo tan maravilloso. Porque no importa cuan lejos creas estar de una persona, puesto que el romanticismo puede hacer que salte la chispa en el momento menos pensado.

A veces recuerdo épocas pasadas en que solía acudir a los videoclubes -puede que algunos de los más jóvenes no sepáis ni de qué estoy hablando-. Viajes en los que repasar las estanterías, dar con la película (acertada o no) y comprar unas patatas para echar la tarde del domingo.

De entre todas aquellas propuestas, siempre había valores seguros; cualquier producción de Happy Madison era una garantía para mí. No importaba lo simples o absurdas que fueran sus propuestas, siempre me sacaban una carcajada. Desde Little Nicky (Steven Brill, 2000) hasta La otra Missy (Tyler Spindel, 2020), pasando por -para mí, clásicos de la productora- Mr. Deeds (Steven Brill, 2002) o 50 primeras citas (Peter Segal, 2004).

Y eso es exactamente lo que ofrece La otra Missy, un carrusel de situaciones -más o menos divertidas- que acaban sacándote más de una carcajada. La otra Missy no renuncia a ser lo que es, un producto Happy Madison con todas sus letras; desde los personajes hasta el (desmesurado en ocasiones) humor marca de la casa.

La otra Missy

La extraña (pero graciosa) pareja

Por ese motivo, no es de extrañar que la trama recaiga sobre la pareja protagonista. Al más puro estilo Sígueme el rollo (Dennis Dugan, 2011), la acción se traslada pronto a un resort paradisíaco donde Tim y Missy se preparan para «disfrutar» de un fin de semana de retiro corporativo que no tenían previsto, sobretodo él.

Con ese pretexto, nos topamos ante un film que apuesta por los gags a los que nos tiene acostumbrados la productora de Sandler; en más de una ocasión incluso rayando el mal gusto. Sin embargo, nadie que haya seguido la trayectoria del actor neoyorquino debería extrañarse por ello.

No obstante, el tándem formado por David Spade y Lauren Lapkus funciona sorprendentemente bien, sobretodo gracias a ella. Alocada, desmesurada y absolutamente torrencial, Lauren da vida a una mujer con enormes ganas de vivir, sin tapujos y con una verborrea casi incontestable. Ella es el absoluto baluarte de la película, secundada por un Spade bastante acertado que protagoniza divertidos momentos a su lado.

Los acompañan algunos de los eternos escuderos de Sandler, como Nick Swardson o el siempre pasado de rosca Rob Schneider -¿qué sería de Happy Madison sin él?-. Todos realizan un papel correcto, secundando el buen hacer de la dupla protagonista.

Veredicto

Es cierto que sería complicado decir que La otra Missy es un peliculón, pero no lo es menos que como producto Happy Madison cumple con creces. Ofrece los personajes a los que estamos acostumbrados y el humor que siempre ha predominado en la productora, algo que para mí ha sido más que suficiente para pasar un buen rato.

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