‘La influencia’: review sin spoilers

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El pasado 21 de junio se estrenó la cinta del debutante Denis Rovira, La influencia. En esta casa ya la hemos visto y a continuación os desgranamos qué nos ha parecido.

Sinopsis

Alicia regresa a la siniestra mansión de la que huyó siendo una niña -un hogar que nunca ha albergado infancias felices- convertida ahora en una joven madre de familia. Acompañada por su marido y su hija de nueve años, Nora, Alicia busca rehacer su vida mientras se ve obligada a enfrentarse a un pasado que creía enterrado y a un cuerpo que se resiste a morir: el de Victoria, la posesiva matriarca de la familia, quien ha caído en coma profundo y sobrevive conectada a una máquina, y por la que la pequeña Nora siente una fascinación malsana.

La influencia, un debut algo descafeinado

De madres e hijas. Relaciones, en ocasiones ásperas, que marcan el comportamiento y el sentir de quienes las componen. Vidas que se entrelazan y que, por piedras en el camino, pueden evocar las mayores frustraciones. Lo incierto de lo maternofilial siempre topa con la horma de su zapato, un reverso tenebroso casi a la altura de la más alta brujería.

No todo el mundo puede debutar como Jordan Peele; por la puerta grande. Algunas óperas primas, todo y que igual de modestas, hacen verdaderos esfuerzos por posicionar a sus autores en lo más alto, algo que sólo el tiempo es capaz de dictaminar. Denis Rovira -no confundir con el pesado de Dani– tiene en la novela de Ramsey Campbell, La influencia, la primera piedra de toque con la que comenzar a perfilar su estilo, algo que, a tenor del resultado, está aún lejos de definir.

Y es que La influencia coquetea con ese terror psicológico que durante años nombres como el de Juan Antonio Bayona o Alejandro Amenábar han gobernado con mano de hierro. Rovira trata de ofrecer un producto con empaque y contundencia, algo que no logra en ningún momento y que se ve relegado a los golpes de efecto que trata de imprimir en muchas de sus secuencias.

La influencia

Los excesos de La influencia

Si algo me gusta del terror contemporáneo es su capacidad para reinventarse, su manera de reconvertir conceptos ya demasiado manidos para el gran público -aunque todo acabe volviendo siempre por los mismos derroteros-. Eso es algo que no se percibe en La influencia (Denis Rovira, 2019), falta de ideas y con una sensación de déjà vu que, incluso en el tramo final (que lucha por dar un último golpe de efecto), nos deja con la sensación de estar ante algo que ya hemos visto muchas veces.

Tampoco ayuda demasiado su reiteración en lo que a jump scares se refiere, abusando de los golpes de sonido y de ciertos sustos algo tramposos. No así en la ambientación, donde con poco se consiguen algunas estampas bastante «mal rolleras» (la uña, el diente, el ciervo, etc).

Otro punto que luce menos de lo que debiera es el trabajo de algunos de sus intérpretes. Tras su corto pero acertado papel en Musa (Jaume Balagueró, 2017), Manuela Vellés toma aquí el rol protagonista sin saber muy bien qué hacer con su personaje. Maggie Civantos, por su parte, se encuentra totalmente desubicada -puede que sea la que sale peor parada de la función- y la joven Claudia Placer aporta poco, más allá de poner cara de enfado constantemente. Mejor parados salen Alain Hernández, en la línea de lo que nos tiene acostumbrados y una Emma Suárez realmente tétrica.

Veredicto

Nunca se puede minimiza la voz de un director, y menos de uno que empieza su andadura en el mundillo. Parece evidente que Denis Rovira tiene cosas que decir, pero La influencia no se recordará como su debut soñado. Abusando de los jump scares y desaprovechando un contexto que no parece dispuesta a profundizar, la película se reserva para aquellos que disfrutan con el terror más liviano.

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