
Renée Zellweger está ganando todos los premios ésta temporada y parece decidida a alzarse con el Oscar. Nosotros ya hemos visto Judy, cinta por la que está recibiendo tantos halagos, y en ésta entrada os contamos si están justificados.
Judy: una soberbia Renée Zellweger
La esperanza es lo único que nos mantiene en la lucha. En los momentos más oscuros, ella es nuestra luz, un faro que nos guía a través de las tinieblas. Y es que, sin ella, vagaríamos sin rumbo, sin el coraje para afrontar los mayores desafíos. Una cualidad que nos invita a dejarlo todo atrás, a obviar los grandes males y seguir en dirección a aquel oasis que se esconde más allá del arcoíris.
Hay películas que cuentan con grandes interpretaciones y grandes interpretaciones que, por su misma dimensión, construyen buenas películas. Hoy nos encontramos con un film que pertenece a la segunda categoría. Y es que Judy (Rupert Goold, 2019) brilla tanto como lo hace su protagonista, una propuesta cuya interpretación principal consigue obviar muchas de sus carencias.
Porque el trabajo realizado por Renée Zellweger es simplemente maravilloso. Su visión de la gran Judy Garland la ha llevado a construir un personaje profundo, con matices y destinado a vivir, casi ad eternum, en la más oscura de las tristezas. Zellweger nos regala aquí una masterclass interpretativa que, por supuesto, merece todos los premios que ha ido ganando en su camino hacia el Oscar que podría levantar éste mismo fin de semana.
De menos a (mucho) más
Judy es una película que gana con el paso de los minutos. Al principio, casi sobrepasado por la desdicha de la protagonista, el espectador puede sentirse algo ahogado. Y es que el film quiere presentar a Garland como una mujer absolutamente lastrada por su (sobrecogedora) infancia; momento en que empezó a labrarse su apodo de ‘novia de América’. Un inicio algo torpe que se va encaminando a medida que avanza su trama.
Porque en cuanto Rupert deja a la historia respirar, el relato tiene a bien entremezclar el momento actual con los fantasmas del pasado de Garland. Es ahí cuando se empieza a construir esa sinergia negativa en la que cae la protagonista y que aún se va desarrollando durante gran parte del metraje hasta que el personaje toca fondo de manera definitiva.
A partir de ahí, la historia se erige como un feroz retrato de esa industria audiovisual permanentemente capitalista en que el individuo vale tanto como es capaz de generar. Un drama con una puesta en escena a la altura y que, más allá de Zellweger, se engrandece de las actuaciones corales que la acompañan: Jessie Buckley, Royce Pierrerson o Michael Gambon entre otros.
Veredicto
Ciertamente, Judy es una cinta un tanto irregular que empieza dubitativa pero que va mejorando con el paso de los minutos. Un drama a caballo entre la ficción más pura y el biopic que acaba luciendo tanto como lo hace su protagonista, una magnífica Renée Zellweger.