Star Ocean The Divine Force llega tras un largo descanso en la franquicia. El anterior título de la saga de Tri-Ace se publicó en 2009 para la séptima generación de consolas, Es ahora, en 2022, cuando una nueva entrega aterriza en nuestras consolas con un título que deja sensaciones de otro tiempo.
Esto, personalmente, no lo digo como una crítica ni mucho menos, ya que la era de los 128 bits a la que tanto recuerda nos dejó grandísimos RPGS. Eso sí, estoy seguro de que esto será un arma de doble filo, te lo cuento todo en estas impresiones.
No puedo negar que mi primera impresión al ver Star Ocean The Divine Force al presentarse fue algo tibia. Por una parte, me hacía muchísima ilusión el regreso de una franquicia que ha dejado grandes videojuegos. Por otro lado, recordando el portento gráfico y tecnológico que supuso su primera entrega en Super Nintendo, me dolió ver que su aspecto visual era un tanto… austero.
Ahora que, gracias a su demo, publicada en PlayStation 5 y Xbox Series X/S, he podido probarlo de primera mano. Y aunque se confirma que su apartado técnico es bastante pobre, ese regustillo añejo me ha dejado un buen sabor de boca y con ganas de más.
Una nueva aventura a través de las estrellas
Como es habitual en la franquicia, la narrativa acostumbra a mezclar la ciencia ficción espacial con la fantasía medieval. En esta entrega, nos ponemos en la piel de Raymond Lawrence, un transportista espacial que, tras un ataque, termina perdido en un planeta en el que la tecnología, es una desconocida para sus habitantes.
Allí conoceremos a Laeticia Aucerius -la otra protagonista seleccionable, pero bloqueada en la demo- y Albaird Bergholm, los cuáles reciben estupefactos al nuevo visitante y sus artilugios. Aquí ya empezamos a identificar cierta estructura narrativa que hacía años que parecía haberse dejado atrás: larguísimas conversaciones y múltiples cinemáticas hasta poder controlar por primera vez a nuestro personaje.
Lamentablemente, se ha mantenido otra tradición común en los juegos de rol japoneses de hace varias décadas que a día de hoy no gustará a muchos: el juego no llega traducido a nuestro idioma.
Star Ocean The Divine Force presenta combates con un gran potencial
Cuando el ansiado momento de comenzar a explorar el mundo de Star Ocean The Divine Force llega, la cosa empieza a mejorar. El sistema de combate resulta ser bastante divertido. Así pues, nos encontramos ante un RPG con enfrentamientos en tiempo real que comenzarán y finalizarán sin pausa alguna, generando un gran dinamismo entre estos y la exploración.
Aunque en la demo no se puede llegar a explotar todo el potencial de los mismos, sí es posible atisbar las posibilidades que pueden llegar a ofrecer y, a priori, parecen muy prometedores. Tendremos 3 botones de ataque, uno para saltar, otro para bloquear y otro más para esquivar.
A estos se sumará posteriormente el D.U.M.A; un dispositivo que nos permitirá volar durante la exploración y ejecutar maniobras de ataque en combate que servirán para pillar desprevenidos a los rivales y aumentar el daño que causamos, entre otras funciones.
El D.U.M.A. para combatir y explorar, la gran baza de esta entrega
Lo que me ha llamado la atención, es que cada botón de ataque es totalmente configurable. En un amplio árbol de habilidades podremos desbloquear técnicas activas y pasivas, así como mejoras en los atributos de los personajes, nada nuevo en este punto. Sin embargo, una vez que desbloqueamos nuevos movimientos especiales, podemos asignarlos al botón que queramos en el orden que nos plazca.
Dicho de otro modo, los combos de nuestro personaje serán totalmente personalizables a nuestro gusto, pudiendo incluso intercalar el uso de objetos en mitad de una combinación. Esto, a la postre, ofrece un abanico de opciones enorme a la hora de plantear los combates y configurar a los personajes.
En cuanto a la exploración, las sensaciones son también muy positivas. Nuestros personajes se mueven a gran velocidad y recorrer cada rincón de los amplios escenarios nos recompensará con diversos objetos. Ahora bien, esto adquiere una nueva dimensión con la adquisición del D.U.M.A, que nos permitirá ampliar las posibilidades de exploración hasta límites impensables. Para aprovechar al máximo el uso de este dispositivo y, de paso, mejorarlo, podremos encontrar en los escenarios cristales morados que nos servirán para este fin.
En lo técnico también es muy añejo, tal vez, demasiado
Sin duda, la parte que peor parada sale es la audiovisual. Nos encontramos ante un videojuego que parece haber salido de PlayStation 3 o Xbox 360. De hecho, me atrevería a decir que el diseño y calidad de los personajes es incluso inferior al de la entrega de 2009.
También es justo decir que los escenarios, sin ser ninguna maravilla, lucen bastante bien en general gracias a la abundante vegetación en movimiento y el diseño de los mismos. Sin embargo, no se puede negar la aparente falta de esmero en unos personajes bastante limitados en cuanto a expresividad se refiere, así como unos diseños bastante pobres.
Todo parece sacado de un videojuego de hace 15 o 20 años, incluso la interfaz, y esto, provocará el rechazo de muchos jugadores que tal vez, juzguen la calidad global del título por su apariencia visual. Tampoco destaca especialmente el doblaje, ni en inglés ni en japonés, teniendo incluso algunos problemas de sincronización labial, en el que escucharemos a nuestro personaje hablar varios segundos después de terminar la animación.
Star Ocean The Divine Force tiene un futuro incierto
Veremos cómo es recibido el juego cuando llegue su versión final el 27 de octubre para PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One, Xbox Series X/S y PC. Siempre es de celebrar que una saga tan mítica reciba nuevas entregas, pero su austero apartado técnico y el hecho de que llegue sin traducir al español posiblemente juegue mucho en su contra.
Si su historia acaba siendo memorable y su sistema de combate aguanta el tipo durante las decenas de horas que probablemente dure, tal vez nos encontremos ante un RPG digno de recordar. Yo mantengo la esperanza y ardo en deseos de seguir viajando a través de un océano de estrellas.