‘Chicos buenos’, review sin spoilers

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Ya hemos visto Chicos buenos, la última película protagonizada por el joven Jacob Tremblay. En esta entrada os contamos qué nos ha parecido.

Chicos buenos es puro Seth Rogen

Intentar ser algo que no eres es probablemente la mayor preocupación de un chaval. En edad de instituto, la gran mayoría de jóvenes se mueve por la vida como pollo sin cabeza, obviando cualquier tipo de enseñanza y lanzándose de manera directa hacia la diversión más gratuita. Y, al final, es tan sencillo como dejar que ellos mismos se den cuenta de sus errores, llegando a la simple conclusión de que los niños deben ser niños.

El tráiler final de Chicos buenos (Gene Stupisky, 2019) arranca con un preludio en el que Seth Rogen se pone frente a Jacob Tremblay, Keith Williams y Brady Noon y les explica que ellos mismos, protagonistas del film, no van a poder ver el avance de su nueva obra. ¿Por qué? Pues porque la cinta no está recomendada para menores de dieciocho años, algo que ya deja a las claras que ésta es una película para adultos que contará con las puyas perversas de una mente como la de Rogen.

Y es que Chicos buenos es una cinta para amantes de lo erótico festivo y del onanismo más desvergonzado. Este es un film que se pasa de frenada en muchas ocasiones, como ya viéramos antaño en propuestas del realizador estadounidense -me viene a la cabeza la nefasta La fiesta de las salchichas (Greg Tiernan & Conrad Vernon, 2016)-.

No obstante, a su favor hay que decir que, en esta ocasión, ese humor tan gamberro y pasado de rosca funciona a las mil maravillas. No sin algún exceso que otro, Chicos buenos logra su objetivo al apostar por retratar ese tiempo generacional de pre adolescencia por el que todos hemos pasado. De este modo, se hilvana una ficción que hace de lo cotidiano (besar a una chica o comprar un dron) una auténtica aventura para sus jóvenes protagonistas.

Chicos buenos

Una película de niños no apta para niños

El hecho de que la cinta venga apadrinada por Seth Rogen ya os debería dar una idea de lo que podéis encontrar en ella pero, por si aún estáis algo escépticos, os diré que será mejor que no llevéis a vuestro hermanos o primos pequeños a verla. Aunque la trama sea cosa de niños, en todo momento se apuesta por un lenguaje soez y en ocasiones desmesurado que no es apropiado para los pequeños de la casa.

Eso sí, los adultos podréis pasarlo estupendamente -consideraremos adulto a todo aquel que supere los 18 años- con algunas coñas muy acertadas y algunos running gags realmente inspirados. Todo ello con un tono bastante medido que, aunque no invite al visionado por parte de los más políticamente correctos, tampoco llega a descarriar en ningún momento.

Algo a lo que también ayuda sobremanera es el buen hacer de sus jóvenes intérpretes. Liderados por Jacob Tremblay (ya convertido en estrella de Hollywood), tanto Keith Williams como Brady Noon están desternillantes en sus respectivos roles. Los tres forman una panda (la del puf) que juega con la parte más gamberra del adolescente a la par que se embriaga de la ingenuidad propia del niño. Todos realizan un papel fantástico, así como también las «villanas» de la función, encarnadas por Molly Gordon y Midori Francis.

Veredicto

Chicos buenos es una película divertida que permite al respetable viajar de nuevo a esa edad pre adolescente en que el mundo parece aún territorio inexplorado. Con una puesta en escena y una manera de hacer políticamente incorrecta, la cinta logra dar con un tono agradable que, aún con sus excesos, no se siente como una barbaridad digna de Rogen, o al menos no tanto.

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