
¡Hola, muy buenas amantes de los videojuegos! En esta ocasión vengo a hablaros de Graveyard Keeper, un videojuego de simulación con toques de rol en el que encarnaremos a un sepulturero. Sí, es lo que estáis pensando: en Graveyard Keeper tendremos que gestionar un cementerio. Desarrollado por Lazy Beard Games y distribuido por tinyBuild, el juego fue lanzado allá por 2018 para PC. No obstante, el motivo por el cual estamos hoy aquí no es otro más que su reciente lanzamiento en PlayStation 4 y Nintendo Switch. El pasado 27 de junio, por fin, los usuarios de consola pudieron catar uno de los títulos más peculiares del género de los últimos años. En mi caso, he jugado en mi fiel Nintendo Switch, por lo que no solo os hablaré de su historia o sus mecánicas, sino de sus características técnicas y su rendimiento.
El día que morí y me convertí en sepulturero
Una cinemática sencilla sin verdaderas transiciones, solo imágenes estáticas, nos presenta a nuestro avatar de juego: un hombre normal y corriente. Un día, saliendo del trabajo, enfrascados en una conversación de móvil —la realidad no difiere mucho de esto, por desgracia— un coche nos atropella y morimos. Reaparecemos, por arte de magia, en una época medieval. Allí una sombra nos explica que hemos muerto y… Bueno, nos dice que hablemos con Larry. Ah, ¿no lo he dicho? Larry es un cráneo parlante. Nuestro peculiar y nuevo amigo nos explica un poco la situación, pero tiene amnesia. Lo que nos queda claro es que tendremos que cuidar del cementerio e ir hablando con los habitantes del pueblo para descubrir como regresar a casa. Sí, el objetivo final del juego es volver con nuestro «amorcito».
La línea argumental perseguirá en todo momento dicho objetivo, mas tampoco incurrirá demasiado en él. Pero hay un final. Sí, un juego de simulación con final… Curioso, ¿verdad? Debo decir que la historia es demasiado sencilla, pero también es cierto que los amantes del género no suelen buscar una trama especialmente compleja. El argumento sirve de pretexto para organizar nuestro hogar e ir actuando según creamos conveniente. Iremos resolviendo los problemas y/o encargos de nuestros nuevos vecinos, avanzando y descubriendo como volver. Será un trabajo lento y progresivo, pero regresar a una época futura y de entre los muertos no podía ser tarea fácil, ¿cierto?
En resumidas cuentas, la historia es sencilla y simple, pero cumple bien su función. El contexto es atractivos, el humor un tanto bizarro y chocante, pero muy divertido. En general, los diálogos están bien construidos. La ejecución, por tanto, es correcta y adecuada. La historia no está muy trabajada, cierto, pero si bien hecha. Sin embargo, se percibe un mayor esmero en los compases iniciales que hacía el final, pues los eventos se sienten un poco apresurados; la personalidad de las primeras horas de juegos se termina diluyendo lentamente hasta, simplemente, atar cabos sin más.
Gestión de recursos, construcción, tecnologías…

Como bien he mencionado anteriormente, Graveyard Keeper es un juego de simulación en el que debemos mantener un cementerio y, posteriormente, una iglesia. Habrá cosechas, jardines, etc., mas el peso de todo el peso recae en estos dos. Al más puro Stardew Valley o Harvest Moon, por citar algunos ejemplos, tendremos que ocuparnos de reparar los desperfectos y hacer que todo sea funcional. Y ya. Graveyard Keeper desarrolla su propia mecánica al tener que enterrar cuerpos, crear tumbas, desarrollar maquinaria especialidad para conseguir materia procesada, previa recolección de recursos. Pero la cosa no es tan sencilla. Para progresar en el juego, además de cumplir misiones y ganar nuevas recetas, tendremos que desbloquear nuevas tecnologías.
Nuestro sepulturero tendrá a su disposición varios árboles de tecnología con los cuales desbloquear nuevas herramientas, maquinaría, armas, habilidades, etc. Para ello tendremos que reunir puntos de ciencia rojos (herramientas y minería), azules (cosecha y alimentación) y azules (alquimia y derivados) para conseguir avanzar. Por un lado, me ha parecido tremendamente interesante. La cantidad de cosas por hacer en Graveyard Keeper es genial. Hay una muy amplia variedad de objetivos que cumplir y de recompensas que desbloquear. El juego es muy satisfactorio a nivel de horas de juego y profundidad, pero… El principal problema es que la curva de aprendizaje está mal planteada. Las primeras horas de juego son un verdadero suplicio, pues uno no sabe que tiene qué hacer y cómo hacerlo.
No será hasta que hayamos avanzado bastante que comprendemos, más o menos, como funciona todo. Y ni aun así. Habrá tantas recetas que nos sentiremos perdidos, y muchas veces no sabremos como desbloquear ese «algo» que nos hace falta; te puedes volver loco. Este es, sin lugar a dudas, su mayor defecto. Con todo, el juego logra engancharte. Es adictivo y entretenido a la par que divertido. Los toques de rol, vida y energía incluidas, la exploración de mazmorras, la variabilidad de los materiales, la sensación de progreso, etc. es maravillosa. Mejorar nuestro cementerio usando mejores cadáveres o mejorando las lápidas, por ejemplo, es genial. Y luego está la iglesia y los niveles subterráneos, los cuales amplían y enriquecen la experiencia de forma muy placentera.
La belleza de la misma muerte

Sí no teníamos suficiente con negociar con mercaderes, pescar o diseccionar los mismos cadáveres que luego enterraremos, quemaremos o tiraremos al río, a todo eso hay que sumarle un apartado artístico precioso. La desarrolladora ha sabido enfatizar la belleza del pixel sin necesidad de grandes alardes gráficos, pero con un gran nivel de detallismo. Texturas, iluminación y animaciones están muy bien trabajados y aportan al proyecto de un encanto retro genial. Pese a la falta de una paleta de colores muy amplia, el título juega a la perfección con la gama de fríos. No por nada somos un sepulturero y vivimos en una sociedad medieval, ¿no? Si tuviese que ponerle un pero al diseño tendría que hablar de las mazmorras y los enemigos.
Al igual que con la historia, el juego empieza muy fuerte, pero desluce con el paso de las horas. Esto destaca en la mazmorra, cuyo diseño termina siendo repetitivo con el paso de los niveles. Lo mismo sucede con los enemigos que nos cruzamos en la misma e, inclusive, con aquellos NPC que no cumplen una verdadera función en la historia. Por su parte, el apartado sonoro cumple perfectamente. Por poner un ejemplo, me ha encantado como hablan los personajes; es como si balbuceasen cosas sin sentido. Es muy divertido. El punto negativo lo pone la banda sonora, un tanto repetitiva. Mención especial al trabajo de traducción: de sobresaliente.
Análisis Graveyard Keeper, ¿es Nintendo Switch el cementerio que necesitamos?

Sí. Absolutamente sí. He tenido el placer de jugar a Graveyard Keeper en PC, pero no es lo mismo. Si bien es cierto que en un buen ordenador sobremesa el control es mucho más acertado, preciso y eficiente, la consola de la gran N tiene ese encanto que la hace tan especial. Juegos con diseño tan peculiar aprovechan muy bien las características de Switch, y eso es algo que no se puede emular. A nivel de rendimiento no he notado grandes impedimentos. De hecho, no sabría deciros si funciona a 30 o 60 fps, pero me parece irrelevante: el título es muy fluido, los tiempos de carga son reducidos y, en líneas generales, funciona a la perfección. Por el contrario, el control es un tanto errático si trazamos la inevitable comparación con PC.
Como conclusión, diré que es un título que me ha parecido muy divertido y entretenido que, sin embargo, está enfocado a un público muy concreto. Historia, mecánicas y apartado gráfico funcionan a la perfección, pero no son aptas para jugadores nóveles. Puede llegar a ser verdaderamente desesperante si no estás acostumbrado al género. Sin embargo, si le das una oportunidad y te das el lujo de profundizar en sus mecánicas, encontrarás una verdadera joya con muchas capas que explorar. Falla en ser demasiado repetitivo en ciertos puntos, pero compensa por su genial sentido del humor y su gran profundidad.