Tiempo atrás tuvimos el placer de reseñar las tres primeras entregas de Final Fantasy Pixel Remaster. Por aquel entonces quisimos reflejar algunos aspectos relativos al origen de la franquicia, la fusión de Square Soft y Enix o los planes de la desarrolladora para con uno de sus buques insignia. La cosa está clara: recuperar sus grandes clásicos mientras se lanzan hacia el futuro con nuevos proyectos. Hoy, en cualquier caso, hemos venido a hablar de uno de esos iconos del pasado. Se trata de la cuarta entrega de «la fantasía final». Vamos, que hoy os hemos traído nuestro análisis de Final Fantasy IV Pixel Remaster.
Final Fantasy IV Pixel Remaster
Final Fantasy IV supuso un antes y un después para la franquicia, pues fue el primero en introducir el ATB o Active Time Battle. Se mantuvo la idea de combatir por turnos, pero con una experiencia en pseudo tiempo real con un sistema de cronometraje perpetuo. Es decir, se premiaba una toma de decisiones rápida. De otra forma, el enemigo podía atacar antes que nosotros. Con el tiempo se fue perfeccionando, mas aquel fue el precepto que acabarían perfeccionando en lanzamientos posteriores.
Aparte, el equipo creativo decidió dar un paso adelante con la historia, siendo esta mucho más profunda, interesante y emocionante que la de los tres juegos anteriores. En una comparativa, salvando las distancias y respetando la evolución de la industria, Final Fantasy IV se desmarcó de sus tres precuelas convirtiéndose en uno de los mejores títulos de la empresa por aquel entonces. Hay quienes dicen, inclusive, que su argumento sigue siendo uno de los mejores de la franquicia.
Un salto de calidad en el argumento
Indudablemente, Final Fantasy IV presentó un muy buen guion. La historia seguía a Cecil, un Caballero Oscuro arrepentido que decide enmendar los errores de su pasado. Al servicio del rey de Baronía, comanda un escuadrón de caballeros bastante descontentos por el rumbo de su reino. Sin entrar en detalles, Cecil termina descubriendo que las cosas no van por el buen camino, así que se revela en contra del reino y libera la oscuridad de su corazón. Así pues, el otrora Caballero Oscuro se convierte en Paladín y emprende un viaje de justicia y redención.
El recién nombrado heraldo de la luz emprende su nuevo camino conociendo en el proceso a un importante elenco de personajes. Estos, lejos de permanecer siempre con nosotros, irán entrando y saliendo del grupo según la amerite, aunque algunos morirán durante el proceso. El argumento, bastante crudo, comienza a ofrecernos diatribas morales, situaciones dolorosas y grandes emociones. Si bien es cierto que la calidad gráfica no acompaña —se publicó en 1991—, por aquel entonces fue un verdadero bombazo.
Su relanzamiento dentro de la colección Pixel Remaster me ha permitido reconectar con el que fue uno de mis juegos preferidos durante mi infancia. Por desgracia, el paso de los años no le ha sentado nada bien, ya que ha envejecido de mala manera. No obstante, sigue teniendo muchísimas virtudes. Es, en cierto modo, una de esas experiencias nostálgicas que todo el mundo debería probar; ver de dónde venimos y cómo eran las cosas antes de la revolución de la industria siempre tiene su punto.
Un clásico entre clásicos
Sin lugar a dudas, Final Fantasy IV es un clásico entre clásicos. A lo largo de toda la historia podremos controlar a un caballero oscuro, un paladín, una maga blanca, un soldado dragón, una invocadora, un ninja, un mago negro, un monje, un ingeniero, un bardo y un sacerdote. Hironobu Sakaguchi —el director— nos permitió disfrutar de una gran variedad de clases diferentes mientras explorábamos el mundo. Sin duda, todo un acierto, ya que el elevado número de personajes no solo enriqueció el desarrollo del argumento, sino que potenció la variabilidad de un gameplay bastante cerrado por las cualidades inherentes del género en aquella época.
Sea como fuere, no podemos decir que sea un título demasiado original en pleno siglo XXI. Las opciones son bastante limitadas y el apartado gráfico está anticuado; lejos de la belleza del pixel-art contemporáneo, la generación de los 8 y 16 bits se ha quedado atrás. Esto no le quita que tenga su cierto encanto, pues el valor de la nostalgia siempre está ahí. A su modo, Final Fantasy IV es bonito. En esta nueva versión de Pixel Remaster la calidad del trazo es netamente superior, aunque han conservado —mayormente— los rasgos que hicieron grande a su producto. A grandes rasgos, se ha reajustado la paleta de colores para darle una mayor profundidad a los personajes y los escenarios.
Square Enix, en una decisión que no gustó a todo el mundo, modificó el acabado de los personajes respecto a ediciones más recientes. Hay quienes dicen que, respecto a otros relanzamientos del juego, la calidad es inferior. Entiendo que es cuestión de percepciones, ya que a mí me ha gustado más. También es verdad que soy un nostálgico, así que lo mismo esto no os vale. De cualquier manera, considero que es un acercamiento a la experiencia original. De otra forma no se habrían eliminado los extras de contenido; solo se han mantenido conceptos como el guardado en cualquier parte del mapa, la interfaz mejorada, el botón de correr, la velocidad de batalla aumentada o el combate automático.
Cambios que mejoran el desarrollo
Estos pequeños cambios, los cuales también están disponibles en los tres primeros juegos, aceleran la experiencia en momentos determinados, lo cual es un alivio. En 1991 era muy complicado hacer un juego largo, así que la mejor manera de extender la experiencia era a través de bosses de larga duración y muchos encuentros aleatorios. Con el devenir de los tiempos esto ha ido cambiando, y es por eso que es tan importante poder acelerar los combates y/o automatizarlos. P.D. El minimapa (no estaba en el original) es una bendición.
De la misma forma, considero que las animaciones de los sprites de los personajes y los hechizos sí que han subido de nivel. No demasiado, ya que el remaster no es tan ambicioso, pero si lo suficiente como para que lo notemos. En cierto modo, podríamos decir que Final Fantasy Pixel Remaster es más bien una remasterización de ajustes básicos. Por cierto, el filtro CTR (le da un aspecto todavía más clásico) es un verdadero acierto).
De forma resumida, podemos decir que las mejoras que incorpora son los gráficos redibujados, la jugabilidad mejorada a través de las opciones de interfaz, el contenido de la galería, el bestiario o el reproductor y la banda sonora mejorada. De estos últimos puntos no os he hablado, pero creo que se explican por si solos. Sobre la OST, empero, sí quiero deciros algo: es preciosa. Final Fantasy IV tenía temas muy bonitos. Eso se ha mantenido y potenciado, ya que la calidad de salida es netamente superior.
Análisis de Final Fantasy IV Pixel Remaster | Conclusiones
Aún después de 30 años después de su lanzamiento, Final Fantasy IV sigue siendo uno de los títulos más brillantes de la franquicia. Tal vez no haya envejecido de la mejor manera, pero sigue siendo ese juego que tanto nos gustó allá en su lanzamiento. Es posible que su precio sea algo elevado a tenor de los cambios realizados, siendo este un apartado que entra en el baremo personal de cada uno. En cualquier caso, sigue siendo un título encantador. Tiene la magia de los años noventa y respira pura nostalgia. El apartado gráfico está claramente por detrás de cualquier lanzamiento moderno, pero la historio y el guion —salvando las distancias generacionales— no tiene tanto que envidiarle a los demás. De la colección de Pixel Remaster es, posiblemente, uno de los mejores.
Análisis de Final Fantasy IV Pixel Remaster. Clave de juego para PC cedida por Koch Media.