Tiempo atrás —no demasiado al momento de escribir y publicar las presentes líneas— tuvimos la suerte de ver con nuestros propios ojos el lanzamiento de las ediciones físicas de Edge of Eternity. Echando la vista todavía más atrás, pudimos ofreceros las primeras impresiones que nos reveló un (por aquel entonces) proyecto en early acces de rol japonés muy ambicioso. Hoy, finalmente, hemos llegado al final del camino. Tras un viaje cargado de contenido y emociones, os puedo —y esta vez hablo en singular— presentar mi análisis de Edge of Eternity, un título independiente desarrollo (con todo el amor del mundo) por Midgar Studio.
Habiendo hecho las presentaciones pertinentes, toca hablar sobre el juego en sí. De buenas a primeras, os advierto que nos enfrentamos a una aventura muy, muy ambiciosa, pero que no puede rebelarse contra el poder del capitalismo. O lo que es lo mismo, que la mayoría de sus defectos —que los tiene— son culpa del presupuesto. Esa ha sido mi impresión mientras viajaba junto a Daryon y Selene, nuestros protagonistas. No obstante, no me gustaría que esta descripción os arruinase la experiencia u os hiciese dar media vuelta, puesto que os estaríais perdiendo un videojuego bastante interesante.
Teniendo esto en cuenta, y olvidándonos cuasi por completo de su versión de acceso anticipado, toca introducirnos en un mundo carcomido por la guerra, el dolor y la traición, pero también por la hermandad y el compañerismo. Bienvenidos a Edge of Eternity.
Análisis de Edge of Eternity
Un buen día, sin venir a cuento, una raza extraterrestre entró en contacto con la humanidad. Los primeros compases de la relación fueron buenos, pues los seres humanos pudieron aprovecharse de los conocimientos de una raza inherentemente superior en el plano tecnológico. Sin embargo, y por desgracia, todo eso llegó muy pronto a su final. Repentinamente, transicionando del amor al odio casi de un día para otro, atacaron. La raza humana se defendió como buenamente pudo y disfrutó de alguna que otra victoria; era solo el principio.
El ejército invasor, por denominarlo de alguna manera, no tardó en liberar su peor arma: la Corrosión, una enfermedad mortal e incurable que no tardó en extenderse por el planeta. Indefensos y contrariados, los humanos cedieron parte del empuje, pero unificaron fuerzas a través de varias naciones e intentaron responder. En ese contexto empieza nuestra aventura. Somos Daryon, un joven soldado del ejército de Heryon.
Más pronto que tarde recibimos una carta de nuestra hermana Selene: «Nuestra madre tiene la Corrosión». Antes, siquiera, de tomar una decisión, algo sucede: nos atacan. Las fuerzas enemigas han encontrado la base de operaciones en la que se alojaba la unidad de Daryon. Superados en número y fuerza, el contingente es diezmado, pero nosotros logramos sobrevivir casi de milagro. Entretanto, el estudio introduce algunas cuestiones de carácter religioso y metafísico, dándonos las primeras pautas de una historia que evolucionará de manera adecuada.
Un JRPG occidental muy ambicioso con muchas cosas buenas
Al menos si no nos importa que las primeras horas de juego sean, como poco, un tanto tediosas. El gran defecto de Edge of Etenrity es su narrativa. En un alarde de inexperiencia —estamos seguros de que Midgar Studio nos va a dar muchísimas alegrías en el futuro—, el ritmo argumental es demasiado lento al principio. Esta irregularidad se subsana cuando superamos los primeros compases de nuestra partida, mas es un apartado que no debemos obviar. Dejando eso a un lado, debo decir que la historia (aunque peca de ciertos clichés) es mayormente buena.
Presenta carencias notables. Si trazamos la comparativa con Final Fantasy, Tales of Arise o Dragon Quest —tres de los pesos pesados del género JRPG— nos daremos cuenta muy rápido de la diferencia. Los primeros no tardan casi nada en lanzarnos de lleno a la aventura; descubrimos todo a un ritmo muy bien llevado. Edge of Eternity es más como una novela de fantasía lenta, tanto para lo bueno como para lo malo. Véase, por ejemplo, la solidez de su trasfondo. Como se toma su tiempo, se construye bien. No presenta grandes lagunas y, a grandes rasgos, funciona como debería. Eso es algo que, siendo sincero, me ha gustado mucho.
Tomando esto como referencia, y valorando todos los apartados relacionados con la narrativa y el guion en un solo resumen, podríamos decir que Edge of Eternity cumple con las expectativas. No las sobrepasa de forma sobresaliente, pero dispone de buenas ideas y una premisa interesante.
Un combate con personalidad y buenas ideas
Es en la jugabilidad donde Midgar Studio y Edge of Eternity sacan pecho, aprovechando una vieja premisa, pero con un lavado de cara interesante. A grandes rasgos, hablamos de un juego de rol con batallas por turnos (mediante barras de tiempo y acción) sobre un tablero con cuadrículas hexagonales y rangos de ataque. Vamos, que viene siendo una suerte de mezcla entre un juego de estrategia posicional (al más puro estilo King’s Bounty) y un JRPG tradicional de toda la vida.
¿Funciona? Pues la verdad es que sí, pero se nota —una vez más— que es un estudio independiente. Siendo parco en palabras, Midgar se pasa de ambicioso… en el buen sentido. Es decir, que intenta crear un videojuego muy, muy grande y con unas mecánicas muy trabajadas con una falta de presupuesto acuciante y evidente. Porque, si bien es cierto que no puedo decir que se queda a medio camino, se nota que les falta «algo». Arranca y funciona, pero no se siente del todo perfecto. Hay ligeros defectos que entorpecen la valoración de un título que podría haber sido muy grande, pero que apenas (como si eso fuera poco) llega al notable.
En efecto, mi queja no es que sea un mal juego, sino que podía haber sido una obra sobresaliente de haber dispuesto de más recursos. Esa es, sin más, mi sensación. En gran parte, este sentimiento despierta cuando vemos que el ritmo es lento, que los protagonistas no destacan por su gran carisma o, sin más, que el gameplay no está tan pulido como debería.
Perdidos por la ambición, pero con un buen juego entre manos
Volviendo al tema de la jugabilidad, con Edge of Eternity podremos disfrutar de un buen título de estrategia en donde la planificación previa es tan importante como el combate. Desglosando el cásico sistema de equipamiento, encontraremos una variante en la que podremos incrustar cristales en nuestras armas, desbloqueando unos ataques especiales u otros —así como ciertas ventajas— en función de la calidad y combinación de las mismas.
Aparte, podremos interactuar con ciertos elementos del entorno, adquiriendo una dimensión todavía mayor al reforzar la importancia del posicionamiento. Ya sea para aprovechar las curaciones de un elemento de la naturaleza, para golpear por la retaguardia o para utilizar objetos edificados por el ser humano, el movimiento es vital. Tanto que, si jugamos en la máxima dificultad, tendremos que prestar atención a estas características si no queremos salir escaldados.
En resumidas cuentas, que los combates me han gustado mucho. Solo me ha faltado que introdujesen antes a nuevos compañeros, ya que —durante los primeros compases de partida, como ya he dicho— sentía que la progresión era demasiado lenta. El juego dura unas 30 o 40 horas si vamos a por la historia principal. El doble si incluimos secundarias. ¿Qué quiero decir con esto? Que me habría gustado tener a mi equipo completo durante las 10 primeras horas de juego para así poder disfrutar de todo su potencial desde mucho antes.
Un apartado visual bonito con carencias en la animación
En lo que respecta a la exploración y el mapeado, nos encontramos con una de cal y otra de arena. Por un lado, los escenarios. Edge of Eternity es muy bonito. Al menos todo lo bonito que un JRPG occidental e independiente puede ser. La paleta de colores es hermosa, la construcción de las ciudades y los entornos naturales es orgánica y, en general, la disposición del mundo es correcta. El diseño artístico es notable y, ciertamente, la calidad de los modelados es —como poco— buena.
¿Cuál es el problema? Que las texturas y modelados son bastante irregulares. Sobre todo la de los personajes. Si los escenarios destacan por su acabado, los personajes hacen un poco lo contrario. No hablo de un diseño horrible, ni mucho menos, pero si de una serie de seres humanos con poca expresividad y unos movimientos corporales… Bueno, digamos que las animaciones son el talón de Áquiles de Edge of Eternity. Es aquí donde falla de manera más notoria, adoleciendo las desvirtudes de un juego que, en algunos casos, nos recuerda a la generación de PlayStation 3 y Xbox 360.
Aparte, los diseños de no pocos personajes y monstruos recuerda demasiado a Final Fantasy, título al que dice homenajear. Los protagonistas no tienen demasiada personalidad; no hay ningún rasgo que los haga destacar. Esto, por un lado, tiene su parte positiva, ya que se mimetizan mejor con el resto del mundo. No obstante, también tiene algo negativo, y es que se sienten algo faltos de personalidad propia.
Música con experiencia en el género
En lo que se refiere al doblaje, la traducción y la banda sonora, hay un poco de todo. El juego ha sido completamente traducido al español, siendo este un esfuerzo que valoramos muy positivamente; no todos los indies se atreven a hacerlo. Aun con esas, debemos decir que hay ciertas traducciones que… Bueno, algunas construcciones sintácticas y/o expresiones hechas no son demasiado naturales.
El doblaje en inglés —es el que he usado yo— cumple bastante bien, pero se desdobla ligeramente en algunos cuadros de diálogo. Presenta defectos menores que no entorpecen la experiencia, pero que se notan. Para terminar, la banda sonora rinde bien, aunque no ofrece grandes temas. Sobre la balanza, nos quedamos con el apartado sonoro en todas sus formas, siendo un frente que defiende bastante bien pese a las limitaciones
Análisis de Edge of Eternity | Conclusiones
La conclusión más sincera que puedo ofreceros es esta: Edge of Eternity es un buen juego de rol japonés made in Occidente que cumple con sus promesas y ofrece cosas muy positivas, pero que se vence a sí mismo ante el peso de sus propias ambiciones. Presenta buenas ideas tanto para el combate como para la exploración, palideciendo en cuestión de animaciones y recorrido. El sistema es interesante. La narrativa, por su parte, no goza de grandes personalidades y arranca algo despacio, pero cumple con buena nota.
Para terminar, os diré una cosa. Bueno, dos. La primera es que no me arrepiento, en absoluto, de haber jugado a Edge of Eternity. Como usuario habitual del género, ha cubierto mis expectativas sobradamente, siendo una experiencia que recomendaría. Por otro lado, considero que se merece una buena oportunidad, ya que, sin dejar a un lado sus carencias, derrocha amor por su obra. Se nota que Midgar Studio ama su trabajo.
Análisis de Edge of Eternity. Clave de juego para PS5 cedida por Meridiem Games.