Análisis de ‘Beat Cop’, de Pixel Crow

Impresiones de la versión de Nintendo Switch de 'Beat Cop'

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Una de policías en los años ochenta: análisis de Beat Cop

¡Hola, muy buenas amantes de los videojuegos! ¿Recordáis los maravillosos años ochenta? Tal vez no de manera presencial, ¿pero quién de nosotros no se ha empapado de la cultura americana a golpe de sirena? Aquellas novelas policíacas hechas series de drama asomaron con gran fuerza por toda la península, y de eso va hoy la cosa. Beat Cop es un sentido homenaje a aquellas series que marcaron tanto a una generación. Cuando hablamos de Beat Cop hablamos de 11 bit studios, un estudio independiente que hace las veces de publisher. Ya lo hicieron con grandes juegos como Moonlighter; en esta ocasión no iba a ser menos. No obstante, el desarrollo ha corrido a cargo de Pixel Crow, un estudio también independiente con, quizás, no tanta experiencia como nos habría gustado. Por cierto, aunque las capturas de pantalla empleadas estén en inglés, el juego cuenta con traducción al español. Al menos la versión de Switch; hoy os hablamos de ella.

Rosquillas, café y multas, muchas multas

Análisis de 'Beat Cop', de Pixel Crow (5)

Beat Cop no se anda por las ramas y toma los mayores estereotipos del género hasta hacerlos suyos. El juego nos presenta a Kelly, un investigador que se ha visto inmerso en un caso de lo más peliagudo. Tras acudir a la llamada del deber y entrar en la casa de un senador, la cosa se tuerce. El agente es acusado de recurrir a la violencia con demasiada facilidad y de cometer un asesinato. Además, y lo que es peor, está bajo investigación por haber robado unas joyas al político. ¿Hay algo más ochentero caído en desgracia por lo que parece haber sido una trampa? Pues sí. Un policía con mala leche con algunos problemas de personalidad, divorciado y que comienza una vida nueva.

Sin embargo, lejos de lo que pueda parecer, Beat Cop no es un juego que abuse de la acción y los tiroteos.  El gameplay nos sitúa en un barrio de clase media-baja con más problemas que habitantes. Nuestra misión será cumplir con la vida diaria de un agente de la ley venido a menos. Entre nuestras principales funciones estará poner multas, llamar a la grúa, recoger testimonios, atrapar a gente, etc. Y la verdad es que lo hace muy bien. Lo que debería ser una rutina aburrida se convierte en un algo interesante gracias a su gran estética (en Switch es todavía mejor) 8-bit en pixelart y su peculiar sentido del humor.

Soy inocente, lo juro

Nuestro principal objetivo es demostrar que somos inocentes: no hemos asesinado a nadie y no hemos robado nada. Sin embargo, no podremos dedicar nuestros esfuerzos a demostrar nuestra inocencia al tener que cumplir con nuestro trabajo. Para ello, el juego recurre a una mecánica bastante sencilla de point and click donde nuestro principal recurso es el tiempo (y, en menor medida, nuestra resistencia física a la hora de esprintar). Podría parecer, inclusive, que nos encontramos ante algún tipo de aventura gráfica, pero no. No hay que recoger objetos ni pista, no hay que hilar muy fino para usar un determinado elemento en una situación concreta para obtener cierto resultado.

Nos medimos en días. Al comienzo de la jornada, nuestro sargento —quien nos mete más caña que M.A. al tonto de turno— nos hace un resumen de nuestro trabajo del día anterior. A a su vez, nos asigna una serie de objetivos: poner un número determinado de multas, llevarse tantos coches con la grúa, etc. Por otro lado, y antes de comenzar, podemos charlar un poco con nuestros compañeros y… Los estereotipos vuelan: el tipo con problemas de sobrepeso y olor corporal, el capullo de turno, el salido que busca marcha todas las noches o la chica más dura que las piedras; los diálogos no tienen desperdicio.

Patrullar sin parar

Tras recibir nuestras tareas del día, estaremos en la calle. Con un primer día a modo de tutorial muy bien tirado y un par de jornadas tranquilas, nos metemos de lleno en faena. Como bien he dicho, nuestra principal tarea será poner multas. Las hay, además, de tres tipos: faros, neumáticos y aparcamiento. Cada una se puede comprobar de manera diferente, aunque  hay algunas pistas en el escenario que nos permitirán reconocer si se debe multar o no sin realizar dichas comprobaciones; descubrir estos tips agilizará mucho nuestra experiencia de juego.

Empero, hasta que descubrimos las pautas, el gameplay se hace un poco lento. A lo largo del día se nos irán dando avisos. Surgirán problemas tales como robos que tenemos que intentar atender. No podremos estar a todo: fallar no es problema, sino que es lo normal. Lo importante será saber gestionar el tiempo, los recursos y las relaciones. Porque, además de dinero para enviar a nuestra mujer por la pensión, tenemos tres (cuatro en realidad) bandos: policía, mafia, equipo (pandilleros) y la gente. Los tres primeros tienen un contador, y cuidado de no llevarnos demasiado mal con cualquiera de los tres o nos pueden tocar mucho la moral y lo que no es la moral.

El paso de las horas de juego nos descubrirá un fino equilibro entre todo bastante complejo de llevar. El principal problema es que Beat Cop no soporta bien largas jornadas de juego; por mucho humor que haya, y del bueno —no siempre—, el juego se vuelve repetitivo. La historia principal, en muchos casos, casi que se vuelve secundaria. Por otra parte, las multas se convierten en una mecánica un tanto opresiva por la cantidad de tiempo que tenemos que dedicarles.

Poli bueno, poli malo

En el proceso nos encontramos, al mismo tiempo, decisiones complicadas. Cada pocos días necesitaremos 300 dolares para la pensión. A veces, y solo a veces —ojalá— nos veremos un poco ahogados… Nuestro poder adquisitivo, y principalmente en las primeras horas de juego, es un poco paupérrimo. Se nos presentarán oportunidades de aceptar sobornos, hacer la vista gorda e, inclusive, comprar drogas. Nuestras acciones repercutirán en nuestra relación con la policía (los «buenos») y mafia o equipo (los malos). ¿Somos buenos y lo pasamos peor o nos dejamos seducir por el lado oscuro de la ciudad y desahogamos nuestra cartera? He ahí uno de sus aspectos más interesantes. La pena de todo esto es que las implicaciones de nuestras decisiones respecto a la historia principal es inexistente; da igual lo que hagamos, la ruta está establecida.

Conclusiones

Beat Cop es un juego con una propuesta muy interesante y una serie de mecánicas atractivas. El problema es que las multas hacen que nuestra experiencia se vuelva demasiado repetitiva; la carencia de una mayor franja de tiempo provoca que el juego pierda mucha profundidad. De hecho, la mayoría de cosas que ofrece Beat Cop carecen de la profundidad necesaria para resaltar verdaderamente. Pese a su bonito diseño y su buen guion, el juego pierde fuelle con el paso de las horas hasta convertirse en algo meramente entretenido; la sensación de que podía haber sido mucho más será un remanente que nos persiga en todo momento.

La ambientación sonora provoca que nos sumerjamos muy fácilmente en la historia. Por momentos, incluso, parecerá que estamos viendo una de esas series de los ochenta. No obstante, el juego se queda a medio camino. La propuesta que se nos ofrece es original e interesante a la par que divertida, mas la excesiva atención que requieren ciertas tareas (las multas, las malditas multas) frustrará muchas de nuestras expectativas.

Intentar gestionar las actividades principales de nuestro oficial con las secundarias se volverá prácticamente imposible y la sensación de frustración puede llegar a ser casi constante. Pese a todo, romperé una lanza a favor de Beat Cop: es divertido. No es una obra maestra, pero sí que es cierto que me lo que pasado bastante bien junto a Kelly y compañía. Ahora sí, creo que es un juego que se aprovecha del carácter portátil de Switch; sufre a niveles más elevados en plataformas fijas. Pese a todo, es divertido, y eso es lo que importa al final, ¿no?

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