¡Hola, muy buenas amantes de los videojuegos! Regresamos, una vez más, con un nuevo análisis. En esta ocasión os hablaremos de Aokana – Four Rhythms Across the Blue, una novela visual japonesa desarrollada por Sprite y distribuida por Meridiem Games. Para quien no lo sepa, hablamos de un juego lanzado —originalmente— en noviembre de 2014 para Windows. El paso del tiempo no supuso un lastre para la franquicia, pues llegó a ser porteada a PlayStation Vita, salió en sistemas operativos android, tuvo adaptación al anime y al manga… En resumidas cuentas, fue todo un éxito en Japón.
Aun con todo, nunca tuvo por objeto salir al mercado occidental. No por nada, hablamos de una novela visual con contenido (algo) explícito. De hecho, este es uno de los aspectos más negativos desde mi punto de vista, pues considero que estropea la experiencia. Como se suele decir, para gustos, colores, pero quienes me conozcan sabrán que no soy —precisamente— un ferviente defensor del fanservice y el ecchi, sino más bien todo lo contrario. Lo siento, pero es una característica de los creativos nipones que nunca apreciaré.
Volviendo al tema que nos acontece, Aokana (y títulos similares) siempre lo han tenido difícil fuera del país del sol naciente. Por ello, y en una jugada que muchos tildarían de arriesgada, se lanzaron de cabeza en un proyecto kickstarter con no otro objetivo más que el de financiar su traducción al inglés; dicho y hecho: la campaña fue un éxito. De esta forma, y a través de NekoNyan, pqube y la ya mencionada Meridiem Games, tenemos Aokana en España.
¡Muy importante! El juego no está traducido al español; el audio es japonés y los textos están en inglés.
Aokana – Four Rhythms Across the Blue
Aokana —el juego es comúnmente abreviado de esta forma— nos sitúa en un universo alternativo. A grandes rasgos, la principal diferencia respecto a la realidad es la existencia de unas extrañas partículas llamadas antigravitones. Aun a pesar de tener varios usos, en esta nuestra historia destacan por ser el motor de unos extraños zapatos llamados Grav-Shoes. Como ya os habréis podido imaginar, permiten a quien los porte volar con cuasi total libertad por el cielo. Hay una extensa regulación sobre su uso, pero nuestro pueblo es uno de los menos restrictivos a ese respecto.
Sentado ya el contexto situacional, hablemos de los protagonistas. Aokana nos pone en la piel de Masaya Hinata, un talentoso usuario de Grav-shoes. Podría parecer una habilidad irrisoria, pero tras el nacimiento de tan peculiar calzado, surgió un nuevo deporte: flying circus, una suerte de carrera de obstáculos aérea. Todo sería muy normal de no ser porque Masaya ha perdido el gusto por el vuelo, pero esto pronto cambiará. Un día, una estudiante transferida llega a su escuela: la secundaria Kunahama. Por azares del destino, será Masaya quien la ayude a dominar los zapatos. Así pues, la vida de Hinata en relación a los Grav-shoes se reinicia junto a Asuka Kurashina, la nueva estudiante.
Todo dentro de un contexto de tragicomedia romántica con un pentágono amoroso de lo más cliché. En efecto, habéis acertado: es una visual novel harén —lo siento, no puedo mostrar mi aprecio por esta idea— en donde podremos elegir hasta cuatro chicas diferentes con las cuales iniciar una relación y vivir una historia diferente. En consecuencia, tendremos hasta cuatro líneas argumentales distintas en función de nuestras opciones de diálogo. Ahora bien, ¿qué podemos esperar de su narrativa o su guion? Os lo cuento a continuación.
Aokana sabe cómo contarte una historia
Dejando a un lado el trasfondo, debo confesar que la narrativa, el ritmo y el guion de Aokana me han sorprendido para bien. Lejos de lo que cabría esperar, triunfa como novela visual gracias a su delicado guion. El argumento es sólido y coherente, además de interesante —a su modo—. Por otro lado, los diálogos son bastante buenos, los personajes están bien construidos y el universo es rico a su manera. Curiosamente, no traza grandes alardes, sino que se deja llevar por el devenir de los eventos. De hecho, este es uno de sus más grandes aciertos, pues es muy natural.
Lejos de forzar giros de guion o tramas concretas, deja que todo fluya. Bueno, no todo. Como no podía ser de otra forma, las escenas de fanservice y los giros románticos están claramente influenciadas por la necesidad de hacer a nuestro protagonista todo un casanova. No obstante, esta es una de las cualidades más genéricas dentro de las novelas visuales japonesas, así que no es una verdadera sorpresa. Es más, es muy posible que gustes de este tipo de experiencias si estás leyendo estas líneas, así que no te dejes influenciar por mi perspectiva negativa. Como ya he dicho, no suelo apreciar demasiado este tipo de desarrollos y/o características.
En resumidas cuentas, Aokana es una historia de amor y deporte en la cual tendremos que superar todo tipo de obstáculos —personales, mentales, físicos, sociales…— para avanzar hacia el futuro. La idea es entrenar a nuestras protagonistas para que participen en distintos torneos de Flying Circus. Poniendo todos y cada uno de sus elementos en una balanza, Aokana – Four Rhythms Across the Blue es un gran juego en lo que al apartado historia se refiere. Como dato, la duración va desde las 20 horas hasta las 60 en función del numero de historias jugadas, nuestra comprensión del inglés y nuestra velocidad de lectura.
Una jugabilidad sencilla
Quienes me conozcan, sabrán que suelo dedicar un apartado a cada sección a no ser que la situación merite lo contrario. En Aokana, cómo no, la trama se lleva el 80 % del análisis al ser el apartado más importante de todos. Y con diferencia. No por nada, el gameplay es supersencillo. A grandes rasgos, va de leer. Leer mucho. Leer muchísimo y tomar decisiones concretas en momentos determinados para concretar nuestras decisiones y la ruta de juego. Y ya está. No esperes más. Las novelas visuales son así. Son, a fin de cuentas, una escusa para contarnos una historia mucho más profunda de lo habitual. Aokana se detiene en los detalles, se recrea en los acontecimientos y se agranda en el desarrollo de los eventos.
De todas formas, tendremos varias herramientas. Entre ellas, esconder los cuadros de diálogo, rebobinar, avanzar rápidamente, activar el avance automático, etc. En consecuencia, podemos decir que recoge todas las herramientas básicas de las novelas visuales. Como curiosidad, y esto no es algo muy habitual, podemos guardar líneas de doblaje concreto en una suerte de almacén al cual podremos acceder desde el menú de inicio. También contará —para variar— de una galería en donde podremos ir viendo las capturas y dibujos que vayamos desbloqueando en nuestra partida.
Una maravilla audiovisual
Empezamos apartado con la misma diatriba de antes: se recrea en el fanservice tanto en textos como en imágenes. Dicho esto, la calidad del trazo es incuestionable. Podrá gustarnos más o menos a raíz de su contenido (algo) explícito, pero no se puede discutir que el juego es muy bonito. El diseño de personajes es de gran calidad y los escenarios lucen increíbles; parece un juego de última generación. Todo sea dicho, dentro del espectro de los juegos con imágenes en estático. No esperéis grandes secuencias de movimiento —salvo en las muy contadas cinemáticas—, pues no las hay. Aokaba ofrece una gran cantidad de escenas, pero todas protagonizadas por personajes estáticos que solo cambian en la expresión de su mirada, su sonrisa, etc.
Siento ser reiterativo en los términos empleados, pero es inevitable. Así pues, también debemos alabar el diseño de personajes; la línea artística es bonita y personal, tiene su propio encanto y rezuma originalidad. Todo, siempre, dentro de un espectro de colores cargados de vida y naturalidad. El juego es, sencillamente, muy bonito; sus trazos no son solo bonitos, sino que… Para que os hagáis una idea, imaginad una serie de animación japonesa (o un manga a color interactivo) en donde todas las texturas y acabados son en 1080p en todo momento.
No obstante, todo esto no sería nada —en realidad no, pero la expresión entraba sola— de no ser por su excelsa banda sonora. Me faltan adjetivos, así que ya os podéis imaginar lo que me ha gustado; es excepcional. Tiene una variedad de melodías muy amplía, lo cual nos permite disfrutar de todas y cada una de ellas sin llegar a cansarnos. Además de acompañar a la perfección cada momento, poseen una calidad incuestionable. Hablamos de temas muy bonitos y profundos, con un gran acabado y una puesta en escena tremenda. Lo mismo sucede con el doblaje: sobresaliente.
Análisis de Aokana, conclusiones
Vamos a ser claros: lo único que no me ha gustado de Aokana es que, tras la máscara de la novela visual, se esconde una suerte eroge. No he disfrutado, para nada, de las escenas de fanservice, del contenido (algo) explícito ni de la idea que se esconde tras la existencia de distintas rutas románticas. Es un enfoque que choca diametralmente con mis valores. Ahora bien, si soy objetivo, Aokana – Four Rhythms Across the Blue es una gran novela visual. Posee un buen guion, una narrativa correcta, un buen pack de herramientas, un doblaje excelso, una banda sonora estupenda y una estética potente.
En resumidas cuentas, tiene todo lo que le puedas pedir a una novela visual. Eso sí, os recuerdo que es un género muy concreto en cuanto a mecánicas: pasar diálogos y tomar decisiones puntuales. No hay mucho más ni se espera; esa es su dinámica principal y el tipo de juego que es. Si tenemos en cuenta que hablamos de un título con poca competencia en el mercado, se convierte en uno de los más destacados de todo el catálogo de Nintendo Switch en Occidente a ese respecto.
No olvidéis, tampoco, que el juego está en inglés. Una pena, la verdad, pues aunque se entiende a la perfección, tiene secuencias complicadas que te pueden sacar del terreno si no dominas el idioma de Shakespeare. Poco más puedo decir a estas alturas; la elección es vuestra.
- Corrección: Guillermo Ruiz
Análisis de Aokana – Four Rhythms Across the Blue. Clave de juego para Nintendo Switch cedida por Meridiem Games.