¡Hola, muy buenas amantes de los videojuegos! Regresamos, una vez más, con un nuevo artículo de opinión. Recientemente, y a raíz de una serie casualidades nacidas de Twitter —tejidas bajo el fino fino velo de la incoherencia humana—, fui testigo de cómo se perpetraba una estupidez, por desgracia, muy común: trazar un alegato por y para los «true gamers». Sí, hablo de esa especie en peligro de extinción que avoca por aquella su identidad perdida. Así pues, y como por todos es sabido, la definición de «true gamer» halaga las cualidades de todo buen jugador: busca el desafío, ha catado los grandes clásicos y se recicla continuamente en un sumun de experiencias gaming sin parangón.
En efecto, gamers: hoy os quiero hablar de ese exacerbado grupo de inconscientes que buscan recrearse en su propio ego al tiempo en que diagnostican la falta de espíritu para aquellos quienes no consideran dignos. Pues, claro está, que si no has viciado 300 horas a todos y cada uno de los títulos que ellos consideran imprescindibles, no puedes formar de tan selecto grupo. Pokémon, Animal Crossing o Los Sims son demasiado mainstream; ¿cómo explicar, si no, las restricciones de edad o género que en sus algoritmos han decidido trazar? No os preocupéis, ya que voy a aclarar la cuestión: los verdaderos gamers no existen, son un invento de los padres.
He presenciado el nacimiento de la industria; no me hables, plebeyo
En aquesta mi posición podría hacer alarde de un conjunto de falacias de autoridad para derogar cualquier argumento en mi contra. De hecho, podría exponer mi experiencia en múltiples géneros y juegos de toda índole. En mi haber no solo se condensa la experiencia de quien ha crecido junto a la industria, sino la de un analista que no se cierra a ningún género. ¡Soy superior a ti! Por favor, nótese la ironía. Esto no es más que una sarta de tonterías, pero hay quienes se las toman en serio. Hay quienes, buscando satisfacer su ecuálido y frágil sentido de superioridad, refutan cualquier tipo de explicación alegando que han jugado a más juegos que nadie o se han pasado Demons Souls sin morir. Pues mira, me da igual.
¿Sabéis cuál es el verdadero significado de gamer? Disfrutar de tu pasión por los videojuegos, y punto. Reclamar una suerte de trofeo invisible por haber completado el 100 % de The Witcher 3, superado todas las tramas de Crash Bandicoot y destrozado la IA de Tetris no te convierte en un gamer. No. Para tu desgracia, pertrecharte en un listado de títulos y retos no te convierte en el adalid de los videojuegos. Bajo tal pretexto, cualquier deportista electrónico no puede ser definido como gamer al centrar casi todos sus esfuerzos en una única obra, ¿cierto? Tampoco los creadores de contenido. Lo siento, Ninja. Lo siento, Caps. No servís para nada.
Si bien es cierto que esto no es más que una falacia sin fundamento que no sirve para demostrar nada, me sirve para poner en contexto lo ridículo que es alegar lo contrario. El reconocimiento público y/o la habilidad no te definen como jugador. Ah, pero si eres mujer tienes que jugar a Los Sims, claro está; ¿acaso existe otra posibilidad? Espera, ¿juegas al League of Legends? ¿Quieres rollo? ¿No? ¡Pues eres una…! ¿Que juegas en el móvil en lugar de una PS4? ¿Eres fan de Nintendo? Vaya, no sabes lo que es jugar a un juego de verdad. Decir eso suena tan estúpido como despreciar a alguien por no jugar en PC.
¡Conocimientos y habilidad como estilo de vida!
Argumentos —espera, ¿se los puede llamar así?— no hacen más que poner en evidencia la falta de juicio crítico de estos «gamers» de pura cepa. Hay quienes dicen que es un estilo de vida, algo que define tu personalidad. No tiene por qué marcar tu día a día, pero sí ser una pasión. Es lo que te hace especial. Debes rivalizar contra el resto, buscar destrozar los registros de la maquinita y tener conocimientos del sector. Debes ser hardcore. Despunta. Destaca. Ah, sí, se me olvida: créete mejor que los demás. Siente la capacidad moral de enjuiciar al resto bajo tus propios preceptos, pues todos sabemos que tienes la razón.
Ahora podría decirte, para sustentar este mi pequeño discurso, que no puedes discutir contra mí porque he completado más de 400 juegos… ¿No? Eso es lo que te gusta: pruebas empíricas de que vicio como un desquiciado. Pues no lo haré. Lo mismo, incluso, deslizo estas líneas para sembrar la duda en tu cabeza, pero… ¿Cómo demostrarlo? Si sientes la imperiosa necesidad de sacar una foto a tu lista de trofeos o insultarme, mejor no me contestes: ya sé qué esperar de ti… ¿Quieres bolsa?
Me gustaría plantear una serie de preguntas: ¿Por qué Half-Life es un juego de verdaderos gamers, pero no es así con Borderlands? El primero es un clásico, un hito en la historia de los videojuegos, pero el segundo no te define como jugador. Solo eres un fanboy más. Un mainstream; todo el mundo juega a eso… Sí, ¿y qué? Ah, espera, ya lo entiendo: has sido elegido por las grandes mentes creativas del siglo presente para definir que te hace o no te hace gamer. Sabes más que el resto. ¿No te das cuenta de lo tonto que suena? Trazar por tu propio juicio los estándares del hardcore gamer es casi tan arrogante como reírme de ti por no saber qué es ↑↑↓↓ ←→←→BA… ¡Estudia historia!
Un verdadero gamer es quien…
– Los juegos de móviles no son juegos de verdad, son para bebés. ¿Bajo qué premisa? Os diré mi contraoferta: son fáciles de acceder, nos permiten relajarnos en cualquier lugar y ofrecen una variante a los preceptos clásicos de toda la vida.
– Solo has jugado 100 horas, yo 300. Vale, ¿y qué? Enhorabuena, necesitas el triple de tiempo que otra persona para hacer lo mismo. Espera, esta es mejor: para sobrevivir en este lugar que llamamos hace falta algo llamado dinero. Para conseguir dinero y obtener bienes y servicios es necesario invertir tiempo en trabajar o estudiar. Hay gente que no dispone de las mismas horas que tú para jugar… ¿eso lo convierte en menos gamer?
– Solo juegas en Nintendo Switch, no en mi (insertad consola preferida de turno). Claro, porque si hablamos de clásicos, tenemos que omitir a Nintendo de la ecuación, solo una de las compañías con más historia del sector. Adiós, Zelda y Mario. Espera, ¿juegas en Xbox? Qué asco de Halo y Gears of Wars. Ah, no, ¿eres de PS4? God of War o Final Fantasy (cuando era exclusivo) no sirven para nada. ¿No le das al PC? Master race, please. Delimitar a un jugador por su plataforma es casi tan irreverente como decir que vistes mal por no ir con Levis y camisa.
– Pokémon, Animal Crossing o Los Sims no son juegos reales. Claro, algunas de las franquicias con más impacto de la historia no sirven porque a ti no te gustan. Pokémon es un juego fácil y para niños… ¡Prueba a jugar con 10 años, sin guías ni Internet, por primera vez contra el gimnasio de tipo normal! Sobrevive en Los Sims sin usar trucos. Gestiona bien tu isla en AC. Ya no es cosa de dificultad, sino de diversión. Que a ti no te gusten no significa que no sean juegos de verdad… ¿Qué son? ¿Patos? Hostias, quiero un mono, pero que mi mono tenga un pato.
Conclusiones
Al final, el concepto que rodea a la palabra gamer se ha tergiversado. No es una licencia creativa dotada de segundos significados, no. Es un término de origen inglés, especialmente predominante en la cultura americana, que busca hablar de aquellas personas que juegan videojuegos. Sin más. ¿Juegas a videojuegos? Eres gamer. Y punto. No, si ahora para ser freak tienes que amar Star Trek y conocer todos los diálogos de Star Wars o venerar Naruto.
Al final, por desgracia, se ha convertido en un término el cual no pocos usan a su antojo y que ha adquirido un significado impreciso, desacertado y falso. Dejemos de clasificar, denostar y criticar. Simplemente, disfruta. No busques la superioridad, porque lo único que conseguirás es que se rían de ti por tus tonterías. Como rezaban Timón y Pumba, vive y deja vivir. O al menos no lo pongas en las redes sociales, que me haces daño a la vista.
Firmado: una persona que juega videojuegos.