La nueva versión del clásico de terror Candyman ha llegado a nuestras pantallas de la mano de Universal Pictures. Nosotros ya hemos visto la cinta de Nia DaCosta y en esta entrada os contamos qué nos ha parecido.
Di su nombre: Candyman
Nunca podemos subestimar el ideario colectivo. Las leyendas urbanas, lejos de quedarse en meros relatos, pueden servir como motor de pensamiento, transmitiendo ciertas opiniones e influyendo en el carácter de la gente. Porque las ideas son poderosas, pero más aún cuando se apoyan sobre hechos terribles que apuntalan la conciencia de ciertas minorías.
Desde que Jordan Peele estrenara la soberbia Déjame salir (2017) el terror racial ha vivido una segunda juventud. No sólo en largometrajes como su también estimable Nosotros (Jordan Peele, 2019) sino también en la pequeña pantalla con exponentes como Territorio Lovecraft (HBO), Watchmen (HBO) o la más reciente Ellos (Amazon Prime Vídeo).
El cine, como reflejo de la realidad, ha sabido captar el sentir de las calles estadounidenses durante los últimos años; un sentimiento de protesta que se maximizó con el trágico fallecimiento de George Floyd el 25 de mayo de 2020 a manos de un policía. Un terrible suceso del que ya hemos hablado en otras ocasiones y que se antoja vital para entender todo aquello que la cinta quiere plantear.
Candyman (Nia DaCosta, 2021) es un tremendo puñetazo sobre la mesa, uno que va directo al estómago y que denuncia el injustificable racismo sufrido por gran parte de la población afroamericana. Una leyenda urbana que desde los primeros compases parece invitarnos a cambiar nuestra perspectiva de los hechos -no por casualidad los logos de las productoras aparecen del revés-. Un relato tan necesario antaño como relevante ahora.
Terror racial bajo una gran dirección
De este modo es como Nia DaCosta hilvana una historia que tiene más de sugerente que de explícito. Un juego de espejos que la directora construye con mano de hierro, jugando al despiste e invitando al espectador a ir un paso más allá. De hecho, la cinta plantea en todo momento un recurso realmente efectivo: la consecución de planos en que la acción se insinúa a través del reflejo que capta la cámara, ya sea en los citados espejos o en cualquier otro tipo de superficie.
Una dirección que se acompaña de un gran libreto -firmado por el propio Peele- para brindarnos una historia llena de matices donde la puesta en escena también juega un papel importante. Y es que el guión tiene en el mundo del arte un contrapunto interesante, uno que juega con ese racismo para asentar su premisa: les gusta lo que hacemos pero no nosotros.
A la causa se suma también un reparto realmente entregado liderado por un más que correcto Yahya Abdul-Mateen II -el de Nueva Orleans parece haberse especializado en temas raciales tras actuar en Nosotros (Jordan Peele, 2019) y Watchmen (Damon Lindelof, 2019)-. Cierran el reparto un intensísimo Colman Domingo, y unos efectivos Teyonah Parris y Nathan Stewart-Jarrett.
Review sin spoilers de Candyman | Conclusiones
Es evidente que el terror lleva años viviendo un momento dulce. Los nuevos autores (Ari Aster, Robert Eggers, Jordan Peele, etc.), sumados a los horrores de siempre, están brindado propuestas de altísimo nivel dentro del género. Es el caso de Candyman, un triunfo para Nia DaCosta que plantea una leyenda urbana cuyo reflejo en el mundo real es aún más aterrador que la propia ficción.
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