Hace tiempo publiqué mis primeras impresiones sobre esta segunda temporada de Fargo, la adaptación a televisión del universo creado por los hermanos Coen en 1996.
Bien, como ya comenté, esta serie se desarrolla en el mismo tiempo y espacio que la cinta original, pero sigue historias completamente diferentes. Esta segunda temporada sirve como precuela de la primera, centrando su foco en el padre de Molly, la protagonista de la primera temporada. Es el año 1979 y la familia Gerhardt domina el crimen organizado en Minesota, pero se ven obligados a detener sus actividades criminales cuando su patriarca cae gravemente enfermo y uno de sus hijos desaparece misteriosamente. Esta desaparición es obra del matrimonio Blomquist, una humilde pareja que se ven obligados a mancharse las manos para deshacerse del Gerdhart «secuestrado». Mientras tanto, el policía Lou Solverson y su suegro se ocuparán de investigar el caso.
Como podéis ver, esta trama ya es más compleja e intricada que las de las anteriores entregas. La diversidad de personajes, bandos e ideologías hacen de esta una serie muy colorida en lo que a trama de refiere. Siempre hay nueva información, siempre hay nuevos giros, sorpresas, etc. Es dinámica e intrigante, muy bien hilada y con una narrativa sólida y entretenida. Lo que viene siendo una buena historia vamos. Los diálogos son también uno de los puntos más fuertes de la temporada. Si bien en la primera había tímidos homenajes al estilo de los hermanos Coen, ahora son bastante más «estilo Tarantino», con referencias constantes, temas interesantes (que puede que no vengan mucho a cuento) y humor sutil.
Fargo siempre ha sido una franquicia que se ha caracterizado por un uso bastante inteligente del humor negro, y esta no es una excepción. Si lo que os va es reíros cuando realmente no deberíais, esta serie tiene momentos de esos a puñados. Y no malos precisamente. El alivio cómico es incómodo y sin embargo es eso, un alivio. Deja escapar un poco la tensión generada por el drama con un momento que por si solo podría ser algo incomodo. A mi parecer, hacen un uso magistral de esta herramienta.
Pero no todo podía ser bueno. Fargo II tiene un fallo prácticamente imperdonable que hace que baje su nota de forma exagerada. Para explicar este fallo voy a tener que adentrarme en el territorio de los spoilers, de modo que a partir de ahora no digáis que no os he avisado. Bien, es difícil de explicar, pero allá va: aliens. En esta temporada hay aliens. En Fargo. ¿Quién tuvo semejante idea? Osea, Fargo, un drama sobre la lucha contra el crimen organizado, que nunca ha dado señales de temas paranormales (ni en la película ni en la primera temporada), de repente se convierte en Expediente X. Al principio de la temporada, un personaje ve un platillo volante, pero es a lo lejos y éste había consumido drogas. De modo que mi idea era que el avistamiento era solo una alucinación y no le di gran importancia. Luego, apenas se hace mención a nada relacionado con alienígenas de ningún tipo… Hasta el clímax. El momento más importante y decisivo de la serie, se ve mancillado por la estupidez más enorme que se pudieron imaginar. Un ovni se planta en medio de la pelea entre los policías y la mafia. ¿Se explica de dónde sale? ¿Por qué narices se presenta justo ahí? ¿Qué hace un ovni en Minesota? ¿Por qué nadie que se dedica a mirar al cielo como profesión se ha dado cuenta en el pedazo platillo volante que hay sobre Estados Unidos? Nada, absolutamente nada. Y lo peor es que si eliminamos el elemento ciencia ficción de la serie, el resultado sería exactamente el mismo. De veras que no me explico en qué estaban pensando a la hora de meter semejante majadería.
En resumen, Fargo II es una muy buena temporada que ha conseguido reparar los fallos cometidos en la primera. Por desgracia ha generado otros nuevos, pero me consuelo pensando que sin ese monumental fallo, la temporada sería casi perfecta.
(7’25/10)
https://www.youtube.com/watch?v=mAx9KhG3cj0
Pd: mi cabreo se pasa bastante rápido cuando recuerdo que sale Bruce Campbell como Ronald Reagan. Eso es prácticamente inmejorable.