Hoy, una vez más, y tras cuatro meses de espera, he tenido la suerte de volver al universo de Nao Iwamoto. Por desgracia, lo he hecho bajo las mismas condiciones de la última vez: con ganas, pero algo de confusión. Por la forma en la que se definen la historia, la narrativa y los personajes, Los siete caballeros del reino de Marronier (hoy os traemos la reseña del volumen n.º 4) es una lectura un tanto compleja.
Y es que, aunque no dispone de una trama especialmente compleja, cuesta seguirle la pista cuando lees de manera tan espaciada. No es algo especialmente problemático, puesto que cuando sumas varios tomos, esta dinámica desaparece. Pese a ello, es algo relativamente constante, pues me ha pasado en casi todos los tomos. Como he dicho antes, se resuelve fácil, especialmente porque las sagas son cortas.
Empezamos con Insomne, cuya historia se resume en dos volúmenes. Ahora estamos con Cazador, cuyo arco seguramente ese cierre en la quinta entrega. Viendo como está diseñado el manga hasta ahora, es fácil inferir que será así con todos y cada uno de los hermanos… hasta que sus historias confluyan de manera más directa. Es por esto mismo que sigo apostando por él. Con sus más y sus menos, sigue siendo una obra muy disfrutable.
Además, sabe ser original a su manera. Si bien es cierto que ya tenemos muchos mangas medievales de fantasía mezclada con mitología, Los siete caballeros del reino de Marronier siempre encuentra una manera innovadora de abordar sus propias cuestiones. Lo hace mediante un panteón y unas reglas propias, siendo este uno de los motivos por los que me gusta tanto… y por los que a veces me cuesta seguirle la pista.
Reseña de Los siete caballeros del reino Marronnier n.º 4 | Portada, sinopsis y edición
La generala Baribara del reino Marronnier tuvo siete hijos que, al crecer, se convirtieron en caballeros con un propósito futuro en mente: “¡servir galantemente a la princesa de nuestro país algún día!”.
El quinto hijo, Domador, recibe la misión de marchar al País Muchavida para encontrar a Saturno, un diplomático desaparecido que hace años le regaló una pluma de huracán, un misterioso pájaro que es considerado un dios.
Lo acompañará Xilonen, una chica convertida en loro e hija del médico del rey.
Colección | Los siete caballeros del reino Marronnier vol. 4 de 8 (serie abierta) |
Autoría | Nao Iwamoto |
Género | Comedia, fantasía, romance |
Formato | Rústica con sobrecubiertas, cosido |
Precio | 8,50 € |
Tamaño y páginas | 192 págs. en 12 x 17 cm. en b/n con insertos a color |
Traducción | Meritxell Sans |
Fecha de publicación | 14/10/2024 |
Reseñas | Volúmenes anteriores |
Dicho esto, y antes de proseguir, es menester volver a destacar el buen trabajo de Fandogamia. Actualmente es una de las editoriales que mejor trabaja en muchos aspectos, siendo la edición de sus obras uno de ellos. Tanto por traducción como por impresión, este cuarto tomo de Los Siete caballeros del reino Marronier ha satisfecho todas nuestras expectativas. Es un producto de alto nivel con buena relación calidad-precio con un gran trabajo de corrección detrás.
Un mundo cada vez más maravilloso
Dicho esto, no quiero que esa dificultad que a veces ofrece la lectura empañe la opinión realq que tengo sobre ella. Y es que, pese a esto, Los siete caballeros de Marronier me está gustando bastante. Tanto por la definición de su universo, como por la originalidad de su construcción, es un manga que merece mucho la pena. Es interesante. Cautiva. Genera curiosidad.
Quieres saber más sobre los hermanos y sus historias al tiempo en que te introduces en los misterios de sus respectivas tramas. Quieres descubrir el maravilloso mundo que se esconde tras su portada y viajar a su fantasía. Es evocador y divertido. Además, maneja diversas cuestiones sociales de manera muy atractiva. Y no porque explore problemáticas concretas, sino porque construye personajes con personalidades muy realistas con problemas que todos podemos tener.
Desde la inseguridad hasta el sentimiento de rechazo, pasando por la incapacidad de comunicarte como tú quieres o la incertidumbre detrás de no pocos amores, Nao Iwamoto aborda todo con mucha soltura. Su escritura es buena. Y sí, algunos diálogos son un tanto erráticos, pero el resultado general es bueno. Este cuarto tomo es un buen ejemplo de ello, puesto que Domador es un personaje bastante particular.
Tiene el don de hablar con los animales y con ellos siempre se ha sentido muy a gusto. No obstante, cuando le toca tratar con personas, a veces es demasiado brusco o directo sin darse cuenta. Puede ser hasta impertinente, pero nunca lo hace con maldad. Es que sus modales son… peculiares. Esto le impide conectar con mucha gente pese a que en realidad es muy buena persona. Y no está solo, porque esto es algo que nos podría pasar a cualquiera.
Un manga que siempre te deja con ganas de más
Asimismo, ahora que le he cogido el punto al dibujo, lo disfruto más que antes. Al principio me costó un poco hacerme al trazo de Nao Iwamoto, ya que es bastante particular. A veces incluso se sentía poco preciso. Sin embargo, con el paso del tiempo le he ido pillando el puntillo, y la verdad es que ahora me resulta bastante más agradable que antes.
Tiene bastante personalidad y no es algo que encontremos habitualmente. No es como el típico shonen cuyos trazos parecen sacados de una imprenta copia y pega. Se nota que es el dibujo de Nao y de nadie más. Esto hace que la lectura, sin ser lo más rompedor que nos vayamos a encontrar, se sienta mejor de lo habitual. Sabes que es su trabajo y el de nadie más.
Esto no se da solamente con el arte, ya la estructura narrativa también se siente así. Dicho esto, lo verdaderamente importante es que, aun con sus más y sus menos, Los siete caballeros de Marronier es un manga que cumple con las dos máximas de casi cualquier trabajo de este estilo: es entretenido y te deja con ganas de más. Se disfruta de principio a fin. Bueno, eso y que tiene un precio bastante competitivo y una edición de alto nivel. Eso también ayuda.
- Es una con premisas bastante originales.
- La lectura es amena y tiene buen ritmo.
- Los personajes están bien diseñados y tienen carisma.
- El estilo artístico tiene mucha personalidad.
- La construcción de su universo tiene potencial.
- A veces es un poco lioso.
- Si no te entra por los ojos de buenas a primeras, no lo hará en el futuro.