Reseña manga: ‘Dragon Quest: Emblem of Roto’ #10

Dragon Quest: Emblem of Roto enfila su final; ya solo quedan cinco volúmenes

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¡Ha pasado un año desde que tuvimos la oportunidad de hablar de Dragon Quest: Emblem of Roto, pero la espera ha llegado a su final! Es más, os hago un adelanto: tendréis las reseñas de los volúmenes once, doce y trece muy pronto. No obstante, no nos desviemos. Hoy hemos venido a hablar de Dragon Quest: Emblem of Roto #10. Recuperando un poco de contexto, Arus sigue de viaje con Astea —su hermana y también heredera de Roto— para esconder el Orbe Oscuro.  Mientras tanto, el resto del grupo se dirige al lago en donde deberán forjar una nueva espada sagrada para nuestro héroe.

Sabiendo esto, podemos continuar, mas no estaría de más detenerse en la edición durante un segundo. Recordemos que el manga ha sido licenciado por Planeta Cómic, quien optó allá en su momento por un formato de 14,8 x 21 cm. Con presentación rústica sin solapas y con sobrecubierta, está compuesto por 280 páginas en blanco y negro con algunas a color. Como tal, hablamos de un buen producto impreso en materiales de buena calidad. Bien encuadrado dentro del formato, la maquetación cumple con los estándares esperados. Como detalle, en esta ocasión han contado con Verónica Calafell para la —muy adecuada, todo sea dicho— traducción.

Aviso: esta reseña contiene pequeños spoilers.

Dragon Quest: Emblem of Roto #10

Reseña manga de Dragon Quest: Emblem of Roto 10
Reseña manga de Dragon Quest: Emblem of Roto 10

Sinopsis

Con la llegada de Astea, el emblema de Roto ha sido recompuesto y la magia infundida en él por el valiente Roto ahora está en manos de sus descendientes, excluyendo al pérfido Jagan. Después de descubrir que el Orbe Oscuro es el corazón de Imajin, Astea y Arus deciden ir al lugar sagrado de Reiamland, donde pueden alejarlo de las garras del Rey Demonio. Pero un terrible enemigo los espera en la puerta..

El principio del fin

Reseña manga de Dragon Quest: Emblem of Roto 10

Poco a poco nos acercamos al final. Los sucesos acaecidos durante el décimo volumen así lo indican, y es que tan solo quedan cuatro tomos para que la serie termine. Sea como fuere, podríamos intuir tal eventualidad, pues así lo han indicado los últimos acontecimientos. Siguiendo el elevado ritmo que caracterizó aventuras anteriores, Kamui Fujiwara ha dado rienda suelta al verdadero poder de los héroes. Tras enfrentarse a la cuasi resurrección del jefe final, Arus y Astea logran esconder el Orbe Oscuro.

Es un momento clave, ya que se han asegurado que Imajin no podrá revivir. Al menos eso es lo que ellos piensas, pues estamos seguros de que no va a ser así. A fin de cuentas, Dragon Quest es una de esas franquicias que, de una u otra forma, sorprenden, pero no de esta forma. Podrá causarnos mayor o menos impresión con un giro —o no— de guion, pero va a revivir. Estoy casi seguro. En cualquier caso, Arus se despide de Astea con la promesa de ir a ayudarla en los mundos subterráneos una vez solvente la situación en la superficie.

Por desgracia, en lugar de un adiós melancólico y conseguido, la escena se desarrolla con sabor descafeinado. Es más, casi que nos alegramos de que no dure mucho, porque la cohesión de la narrativa se estaba perdiendo en aquesta pequeña microsaga. Volviendo ahora sí con sus compañeros, entra en acción Gorgona… y la cosa mejora sustancialmente.

Que los muertos se levanten

Reseña manga de Dragon Quest: Emblem of Roto 10
Reseña manga de Dragon Quest: Emblem of Roto 10

Dejando a un lado a Jagan, Gorgona es, hasta la fecha, el antagonista más interesante de Arus. Lejos de instigar respeto en sus súbditos, su presencia es fuente de todo mal. Engañando a los monstruos que dicen rendirle pleitesía, espera su momento. Las criaturas son derrotadas, pero es en ese momento cuando hace acopio de sus técnicas místicas y los resucita. Llegados a este punto, no me esperaba que Dragon Quest: Emblem of Roto tuviera la sangre fría de revelar el sufrimiento de los monstruos de esta forma.

En pie como zombis, ruegan por su muerte para dejar de sufrir. Sus cuerpos han sido corroídos por la ponzoña y sus almas padecen un dolor insufrible. Si les hacen un corte, gritan, mutan y vuelven al combate. Odian a Gorgona, pero no pueden desobedecerle. La cosa se complica y nuestros héroes deben escapar mientras el lector se queda con un pie fuera de juego al ser incapaz de procesar lo que acaba de pasar. Fujiwara, una vez más, plantea la semilla de la duda: ¿los monstruos merecen morir?

Más que un deceso justificado, es su destino inevitable al enfrentarse al héroe, pero no de esa forma. La escena se vuelve, sin perder ese toque tan típicamente shōnen, mucho más oscura. Las contradicciones de Arus toman sentido y la historia sube un par de puntos en su totalidad. Entretanto, y solo tras discernir que es la única opción, comienza la forja de la espada que marcará un antes y un después.

Dragon Quest: Emblem of Roto 10: conclusiones

Reseña manga de Dragon Quest: Emblem of Roto 10

Dragon Quest: Emblem of Roto 10 ha conseguido que recupere el interés por una historia que, en volúmenes anteriores, había perdido fuelle. La inclusión de pequeñas subtramas no le sentó demasiado bien y es que, aunque necesarias, estiraban demasiado el hilo. La gracia de la obra de Kamui era, precisamente, su velocidad, pero se había perdido. Ahora no solo lo hemos recuperado, sino que se ha potenciado el lado oscuro de la historia. No todo es felicidad, sino que el sufrimiento de los personajes —principales, secundarios y monstruos— se hace todavía más palpable.

En mi anterior reseña consideré que, si lograban resolver las diatribas argumentales de forma satisfactoria, recuperarían el rumbo correcto, y así a sucedido. El conjunto es más estable y la narración es más potente. Sin duda, enfilamos los que deberían ser, a partir de ahora, los mejores momentos de la serie.

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