El pasado marzo, la editorial Fandogamia anunciaba una nueva licencia manga que se uniría a su catálogo: Cuéntame Galko-chan. Poco después —concretamente en junio— la gran EFE nos deleitaba con el primer tomo de esta serie y desde esta redacción hemos podido catarlo.
Reseña ¡Cuéntame, Galko-chan!
Sinopsis
Galko y sus compañeras de clase responden a las dudas que asaltan a los adolescentes en su día a día, en historietas llenas de contrastes, humor y preguntas muy, pero que muy personales.
Un poco de contexto
¡Cuéntame, Galko-chan! (おしえて! ギャル子ちゃん) es una obra de Kenya Suzuki, cuya publicación comenzó en junio de 2014; la serie aún sigue abierta —Fandogamia, espero que sepas donde te has metido—. Se trata de una historia enmarcada principalmente en un instituto y que sigue la cotidianidad de tres personajes femeninos, y también algún que otro secundario.
Es posible que para algunos esta licencia de Fandogamia Editorial les resulte familiar. Al menos así lo fue en mi caso, ya que el manga inspiró una serie anime corta en 2016 emitida en Crunchyroll y que también reseñamos aquí. Debo reconocer que, de primeras, el anime no me convenció —acabé dejándolo—; sin embargo, decidí darle una oportunidad.
Mucha comedia… subida de tono
No cabe duda de que, desde un principio, el principal punto fuerte de ¡Cuéntame, Galko-chan! es la comedia. La obra se erige con la construcción de gags e historias cortas al estilo Shin-chan, con quien guarda ciertas similitudes en realidad. Las bromas, en general, se desarrollan en torno al trío protagonista: tres chicas muy diferentes entre sí y que representan 3 tendencias adolescentes dentro de la cultura japonesa.
En primer lugar, Galko, una gal con mucha pechonalidad —no soy muy fan de esta palabra, pero realmente en este caso tiene mucho sentido usarla—. Seguidos con Otako, una friki de la lectura que claramente representa a la cultura otaku, usualmente relacionada con fanatismo exacerbado del manga y el anime. Por último, tenemos a Ojō, una joven pulcra, inocente y de buena familia; una princesita, vamos.
A raíz del choque entre ellas y otros personajes, vivimos su peculiar día a día. Y aunque el concepto no sea nada novedoso, los japoneses son muy dados a explotar este tipo de historias con mucho acierto. El motivo es que sacan a relucir detalles nimios e insignificantes, pero realistas, con lo que resulta sencillo llegar a empatizar con la narrativa de la obra. En ¡Cuéntame, Galko-chan! no es una excepción, pero se diferencia del resto porque trata temas casi exclusivamente femeninos: talla de pechos, la regla, ropa interior femenina…
En un principio —y esto en parte me hizo despegarme de la versión animada— sus chistes son demasiado sexuales. Me explico: las bromas y chascarrillos están muy orientadas a hablar de sexo, pechos, pezones… Si bien es verdad que hablamos de una serie sobre adolescentes, en algunas ocasiones se vuelve un poco repetitivo. Por suerte, la obra va tomando forma y, sin perder su picardía y toque erótico, consigue ir ahondando más en Galko, Otako y Ojō.
Rompiendo tópicos
Como bien aparecía en párrafos atrás, las tres chicas principales de la historia son un retrato de tópicos de «tribus urbanas». Lo especial de ¡Cuéntame, Galko-chan! es que Suzuki utiliza los clichés para, poco a poco, desmontarlos complemente. Las gal, por ejemplo, son una subcultura japonesa compuesta principalmente de chicas preocupadas por su belleza y excéntricas. En general, esta tribu es vista por la sociedad japonesa como un grupo superficial y muy alejado del prototipo de mujer perfecta japonesa.
Si bien Galko cumple los requisitos físicos, lo cierto es que no tiene nada que ver con lo que uno esperaría. Vemos que es una chica decidida, pero también tímida y reservada. Pese a su fachada, es una persona sensible y, entre otras cosas, muy amante del cine. Lo mismo ocurre con Otako y Ojō. Al final, como en la vida, poco es lo que parece —y en relación al ser humano, menos aún—. Esta ruptura con respecto a los clichés se hace muy evidente con un pasaje que, reconozco, ha sido el que más he disfrutado.
En una analepsis a mitad —casi final— del tomo conocemos cómo se conocieron Galko y Otako. Ambas se dejan llevar por el estereotipo que representa la otra, pero al final consiguen conectar y ver más allá de las apariencias. De hecho, Galko se muestra incluso con una cierta aura melancólica; está harta de que todos piensen de ella que es una de una forma solo por su aspecto. ¿Por qué etiquetamos y encasillamos a todo el mundo sin ni siquiera darles la oportunidad de darse a conocer? Es una pregunta maravillosa y muy necesaria en una sociedad donde los prejuicios están a la orden del día.
Una edición adorable
No es ninguna sorpresa —igual para quien no les conozca, sí— que las ediciones de Fandogamia son, como poco, notables. Cuidan detalles que, por desgracia, suelen estar ausentes en obras mayores de editoriales más conocidas; detalles que marcan la diferencia y hacen de la gran EFE todo un ejemplo a seguir. Como ya pasaba en Mi experiencia lesbiana con la soledad, el manga ¡Cuéntame, Galko-chan! presenta páginas a color, aunque utilizado de una forma muy especial.
Las páginas de la obra parecen haber sido pintadas y retintadas con rotuladores y bolígrafos. Este acabado le da un toque muy personal y único, pues además de diferenciarse de la mayoría de mangas publicados, adquiere un tono muy juvenil y estudiantil. Los bolígrafos y rotuladores son un material esencial y cobran especial importancia en la vida cotidiana de los estudiantes: apuntar en la agenda, mandar mensajes a los amigos, personalizar una libreta… En cierto modo, ese aspecto estético ha conseguido transportarme a esa inocente —o quizás no tanto— etapa de la vida.
Detallitos
La obra cuenta con varios detalles que, en conjunto, dotan y suman al volumen de un aire desenfadado que le siente muy, pero que muy bien. En concreto, los capítulos cuentan en sus laterales con anotaciones sobre los personajes; cuando se menciona un tema concreto, estas líneas nos descubren una nueva faceta de los personajes: cómo se sienten ante dicho tema, por ejemplo. Otro detalle interesante y necesario es la presencia de un glosario al final del tomo; en una página se explican los términos más inusuales y mencionados en el tomo, de forma muy clara y separados de las viñetas.
Una traducción acertada
En otro orden de cosas, quisiera felicitar a la labor de traducción. Aunque el manga no cuente con diálogos o vocabulario complicado, no es tarea fácil dar voz con credibilidad a personajes tan variopintos. Cada una tiene su forma de expresarse, y además se consigue dotar al texto de una frescura necesaria, tanto para la construcción de los personajes, como de las bromas. Recordemos que ¡Cuéntame, Galko-chan! no deja de ser un manga donde el objetivo es hacer reír. Encontrar la expresión exacta es muy complicado, y creo que el resultado es más que notable; muchas viñetas me supieron sacar una sonrisa, lo cual tiene más mérito del que se suele reconocer.
En conclusión…
¡Cuéntame, Galko-chan! es una obra cómica, con un toque ecchi, pero con personajes entrañables con los que uno no puede evitar encariñarse. Pese a un comienzo un tanto repetitivo —en mi caso, al menos—, el manga consigue encauzarse en el desarrollo de su trío protagonista y donde se introducen situaciones y momentos aparentemente simples, pero que esconden un mensaje, una crítica, o solo una reflexión algo naíf sobre la vida. A todo esto le sumamos la maravillosa labor de la gran EFE, que demuestra, pese a su humildad, ser una editorial hecha y derecha.