
¡Vuelven los magos del balón con nuestra reseña del manga Capitán Tsubasa n.º 8! En esta ocasión, nuestros jóvenes futbolistas reiniciarán sus andaduras con un único objetivo en mente: conquistar el torneo nacional por tercera vez consecutiva. Tras una suerte de time skip, Yōichi Takahashi regresa con una historia ambientada en la secundaria con el que dice ser uno de los spokon con más historia en la industria. Al menos en occidente.
Portada, sinopsis y edición

Una vez finalizado el Campeonato Nacional Juvenil de Fútbol, Misaki cambia de escuela y Wakabayashi se muda a Alemania Occidental con la intención de convertirse en futbolista profesional. Ya en secundaria, Tsubasa consigue alzarse con el campeonato nacional en dos ocasiones seguidas. ¡¡A por el hito de quedar, por primera vez en la historia, campeón en tres ediciones consecutivas!
Fecha de publicación | 23 de febrero de 2022. |
Formato | 12,8 x 18 cm. |
Tinta | Integradas en b/n. (336páginas). |
Presentación | Rústica sin solapas con s/cub. |
Frecuencia | Bimestral. |
Precio | 12,95 €. |
Reseña de Capitán Tsubasa n.º 8

En esta nueva entrega de Capitán Tsubasa empezamos a disfrutar de un enfoque ligeramente más interesante, pues el crecimiento físico y mental de los jugadores comienza a hacerse evidente. Ahora, habiendo superado cualquier estigma nacido tras las constantes derrotas de algunos de sus jugadores, son más equipo que nunca. Sobre todo porque ahora están en secundario y son bicampeones. El autor, queriendo acelerar la narrativa, da un salto de dos años en la línea temporal.
Ahora sí, el ego, sumado al creciente compañerismo de los integrantes del equipo, nos permiten disfrutar de un spokon más entero que antes. Comienza el año escolar, los alumnos regresan a las clases y Tsubasa se convierte en el capitán del equipo. Poco a poco, Takahashi —autor del manga— va cimentando las bases de una historia planteada a largo plazo.
Lo que más destaca es que, sin dejar de ser un grupo de niños, observamos cierto grado de madurez adicional. No obstante, Capitán Tsubasa sigue siendo una construcción orientada a un público más joven que no incide demasiado en el drama personal. Más allá de la promesa rota de Roberto (al final no se lleva al muchacho con él) no podemos destacar ningún drama concreto que amortigüe el continúo devenir de los partidos.
Por un lado, esto es agradable, pues disfrutamos de una narrativa más directa. Por el lado contrario, el desarrollo del argumento se nos queda algo plano. Si bien es cierto que el fútbol debe ser lo principal, necesitamos de mayores dificultades —ya sea en los entrenamientos, el equipo, los partidos o la vida personal de los jugadores y sus familias— para conectar de manera más eficiente con la historia.
Un pequeño reinicio para reorientar la narrativa

Posiblemente, el punto más interesante sea la ausencia de Misaki. El jugador, debido al trabajo de su padre, está desaparecido. Tsubasa está deseando volver a jugar, aunque sea como rival. Esto nos indica que, en algún momento de la historia, regresará como uno de los mayores oponentes de nuestro —ahora sí— eterno capitán. Quiénes ya disfrutaron de la serie allá en su momento, sabrán qué sucederá, pero los que no… Bueno, podéis esperar unas cuantas sorpresas.
Y mientras tanto, aunque nunca llegará a ser un elemento principal de la historia, se van incluyendo algunas subtramas amorosas muy nimias que tienen por objetivo resaltar la popularidad del jugador. Aun con esas, son un pequeño aliciente para ampliar la gama de líneas narrativas. Análogamente, volvemos a disfrutar de la intromisión de un tercero. En este caso es la del Ôtomo, equipo que visita el campo del equipo y les plantea un nuevo reto a base de ego, orgullo y, por qué no decirlo, mala educación.
Tras asaltar el campo de fútbol del Nankatsu sin ningún tipo de invitación, demuestran su calidad sobre el verde tras ejecutar una jugada de fantasía. Como no podía ser de otra forma, todos se sorprenden. Y si dejamos a un lado esa falta de modestia, lo cierto es que este tipo de acciones nos sirven para recuperar ese espíritu de rivalidad que tanta falta nos hace. Aquí, a diferencia de otros spokon, las temporadas no son tan largas, así que es necesario renovar el concepto de enfrentamiento.
El crecimiento de los jugadores de Capitán Tsubasa

Y una vez que arranca el partido, e incluso antes de este, comprobamos, efectivamente, el crecimiento de los muchachos. Destaca, sobre todo, Tsubasa, quien asume con mucha naturalidad las labores de capitán, dándole una charla a sus compañeros antes de empezar y/o asumiendo todavía más el liderato en el campo, pero de forma mucho más consciente.
Ahora bien, ¿por qué Tsubasa es el nuevo capitán? Porque Genzo Wakabayashi, alias Benji Price en España e Hispanoamérica, se ha marchado a Alemania. Esta es una manera interesante de sembrar la duda sobre el campeonato nacional. A fin de cuentas, no sin antes superar a un duro rival, el equipo se enfrenta al reto de ganar tres campeonatos nacionales consecutivos, todo un hito en la historia del fútbol escolar.
En cierto modo, podríamos decir que este octavo tomo funciona como recotemporizador del manga, pues vuelve a presentar a los máximos rivales del equipo mientras actualiza la situación de la mayoría de cracks de la serie. Es un tomo menos intenso que otros, pero funciona muy bien a la hora de recolocar el contexto temporal.
El único apartado que me ha chirriado algo más es el dibujo. Cuando apenas era un chaval, no le di importancia, pero ahora no puedo evitar sorprenderme. A fin de cuentas, aunque son chavales, la morfología de sus cuerpos es la de un adulto. Es algo que, indudablemente, genera cierta sensación de desapego.
Reseña de Capitán Tsubasa n.º 8 | Conclusiones

Si dejamos a un lado los problemas que tiene el autor a la hora de dibujar a sus personajes y su extraño sentido de la proporción, Capitán Tsubasa sigue siendo ese manga de pura nostalgia. Revivir los partidos del equipo es una sensación maravillosa y, al mismo tiempo, gracisa. El paso del tiempo nos hace recordar las cosas cómo queremos, así que es un pequeño choque de realidad que nos permite disfrutar de una serie mágica, pero desde una perspectiva mucho más adulta y madura.
Es un coleccionable indispensable para los fans de la serie y una lectura muy entretenida para los más peques de la casa. Pese a que no ha envejecido tan bien como me gustaría reconocer, y a que no es tan buena como solía recordar, no me arrepiento —ni en lo más mínimo— de haberle reservado un hueco especial en mi estantería.
