‘Reikenzan’: ¿Quién te ha visto y quién te ve?

De 'Reikenzan Hoshikuzu-Tachi no Utage' a 'Reikenzan: Eichi e no Shikaku', un cambio espectacular.

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Un anime con una rápida evolución

El surgimiento de la nueva temporada de anime no fue un hecho aislado. Junto a ella, surgieron otras tantas cosas. Entre ellas, por desgracia, un nuevo periodo de exámenes de lo más duro. Estos, ladrones del tiempo, rey de los exánimes, lograron hacer del anime un efímero recuerdo del cual solo podía arañar algún que otro momento cuando el calendario me lo permitía. En ese banal proceso de estudio sin parangón, empero, logré rescatar breves instantes de olvido. Pequeños descansos nocturnos, preludio de sueños y pesadillas, en los cuales salvaguardé aquellas series que mayor curiosidad me generaban. De entre ellas, curiosamente, logró destacar un viejo conocido: Reikenzan.

Probablemente, muchos ya conozcáis esta serie. Reikenzan: Hoshikuzu-Tachi no Utage (marzo de 2016). Realmente, fue un anime que pasó sin pena ni gloria por nuestras pantallas. Studio Deen fue el responsable de llevar a cabo el largo proceso de animación. ¿El resultado? Una obra del montón. Su argumento, mucho más sólido que su propia animación, flaqueó enormemente al momento de reconvertirse al mundo del anime. Capítulos sin trascendencia, fallos de guion, lapsus mentales, problemas a la hora de seguir la trama… Si os soy sincero, Reikenzan me pareció un anime de lo más sencillo. No tenía nada del otro mundo. Sí, era entretenido, pero nada más. Poseía un estilo peculiar, unas ideas interesantes, pero… Le faltaba algo. Fue entonces cuando, y sin previo avisó, digievolucionó.

Reikenzan: Hoshikuzu-Tachi no Utage

Reikenzan: Hoshikuzu-Tachi no Utage

Reikenzan: Hoshikuzu-Tachi no Utage, curiosamente, se inspira en una novela web llamada Cong Qian You Zuo Ling Jian Shan. Muchos, incluso, no pudieron evitar cierto sentimiento de nostalgia al comprobar que, en su traducción, decidieron darle el título de Once Upon a Time There Was a Spirit-Sword Mountain. Ciertamente, es muy probable que las particularidades del argumento de esta serie se deban, principalmente, a su origen. Las artes marciales, los ermitaños, la búsqueda de la sabiduría y el conocimiento… la forma en la que se orienta la primera temporada nos hace pensar, sin duda alguna, que se trata de una serie diferente. No esperamos demasiada acción, pues en ningún momento hay síntoma de su presencia.

Vemos como nuestro protagonista, Ouriku, es una especie de fanático del estudio y el entrenamiento. No sabemos, pese a todo, por qué entrenan tanto. Se puede comprender, realmente, por qué se busca el conocimiento, pero no el poder. Observamos que existen numerosos personajes de gran poder y presencia, pero, ¿por qué? En ningún momento, si os soy completamente sincero, lo comprendo. No entiendo cuál es el sentido de la serie, y eso me desconcierta. La serie, es más, discurre sin mayor trascendencia. No hay, realmente, ningún evento, salvo el final (y ni en esas) que despierte verdadera emoción. Es por esto, en realidad, que me encuentro escribiendo las presentes líneas. El cambio de la primera a la segunda temporada fue tal, que no he podido sentir la imperiosa necesidad de contároslo.

Reikenzan: Eichi e no Shikaku

Reikenzan: Eichi e no Shikaku
De la primera a la segunda imagen, en el eje cronológico de la serie han pasado, como mucho, unas cuantas horas. Curioso cambio, ¿verdad?

Y entonces llegó la segunda temporada. Quiero resaltar una cosa: del último capítulo de la primera al primer capítulo de la segunda temporada no hay ninguna clase de timeskip. Se continúa en la misma línea espacio-temporal, y es por eso que resulta tan chocante. En primer lugar, ¿que clase de crecimiento es ese? Lo único que puedo pensar es que el mundo de los ermitaños y el mundo de los humanos normales tiene un aire diferente. ¿Será eso lo que ocasiona tales cambios en la fisionomía humana?

Si os soy sincero, no me lo termino de explicar. Es posible, y no lo niego, que se me haya pasado algún detalle, pero… Nuestro protagonista pasa de chaval a hombre en un momento, y repentinamente parece ser 20 centímetros más alto. Bueno, digamos que Ouriku tiene complejo de super Adonis, pues ni el mismísimo rey de los ególatras habría cambiado tanto en favor de su aspecto.

Un cambio imprevisto

Ciertamente, el cambio estético es más que notable. Estamos, probablemente, ante uno de los lavados de cara más espectaculares de los últimos años. No se trata, así mismo, solamente, de un simple rediseño. El argumento, por razones desconocidas, ha traspasado los límites que se había autoimpuesto. Reikenzan era una serie con una línea argumental muy liviana y bonachona. A lo largo de toda la primera temporada vemos cómo no se profundiza, realmente, en los aspectos más crueles de la humanidad. Tal vez sea una casualidad, pero con la segunda temporada, y el descenso al mundo de los humanos normales, la cosa cambia. La sangre, el dolor, la muerte… todas aquellas premisas que parecían haber sido olvidadas por Studio Deen, se hacen dueños de la serie.

Estamos, sin lugar a dudas, ante una grandiosa noticia. Aquella serie que, inicialmente, no parecía aspirar a nada, ahora lo hace. Solo es necesario un capítulo para comprender que todo ha cambiado, y a mejor. Los cambios, a decir verdad, le han sentado de maravilla. El argumento, mucho más maduro, con esta nueva línea, más adulta, ahora, si se hace bien, podría desarrollar todo ese potencial anteriormente desperdiciado. El diseño, y la animación, ahora son protagonistas, y no en el mal sentido. Reikenzan: Hoshikuzu-Tachi no Utage es un anime que, en toda su gloria, no dejaba de ser una simple serie de tránsito. No tenía nada de especial, o al menos así lo consideraba yo. Para opiniones, colores, ya se sabe, pero… La segunda temporada, ahora, aspira a ser, tal vez no la mejor serie del año, pero sí una opción destacable.

Sinopsis

Una nueva calamidad llegará al mundo, y lo hará con la forma de un cometa. Las leyendas afirman que, con el paso de los años, la desgracia caerá sobre el mundo. Ante tal premisa, los sabios de Reikenha deciden realizar una serie de exámenes para buscar a nuevos estudiantes y, con algo de suerte, al elegido que los librará de tan desastroso destino. Ouriku, nuestro protagonista, será uno de los tantos aspirantes a convertirse en sabio, y lo hará de la forma más peculiar que uno se pueda imaginar…

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