Nuevas consolas: qué ofrecen y qué deberían ser

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Anoche, dándole un tiento al último trabajo de BioWare, reflexioné sobre el mundo del videojuego, su necesidad de continuar avanzando y la industria en general —así como la percepción de que la irrupción de nuevas consolas se antoja algo vital para seguir avanzando—. Aquí os dejo una pequeña reflexión sacada de aquél momento.

Anthem, un videojuego que nació muerto

Quizá no estéis del todo familiarizados conmigo por la sección de videojuegos, ya que suelo promulgarme sobretodo por la de cine. Sin embargo, podría decirse que el gaming es mi segunda afición preferida y, viendo la salud del sector, quería compartir unas conclusiones con vosotros.

La historia arranca tiempo atrás, con Electronic Arts ya encaminada hacia el dudoso podio de empresas más odiadas del entretenimiento digital y BioWare como estudio llamado a resarcirse tras el descalabro de su último Mass Effect. Ese E3 de 2017 presentaría una nueva IP, firmada por ambas partes, que se conocería como Anthem, una especie de Destiny cuyo principal valor era la versatilidad de los mechas —aquí llamados libranceros— que protagonizaban la función.

Probablemente a muchos les impresionara su apartado gráfico, un auténtico portento que prometía llevar a nuestras máquinas hasta límites insospechados (haciendo bueno aquel push the bounderies tan cacareado). No fue mi caso, pues lo que realmente llamó mi atención fue su planteamiento jugable. ¿Poder volar como Iron Man mientras exploro un vasto mundo abierto y termino con todo tipo de peligros? Shut up and take my money.

No obstante, era bastante reticente con la propuesta. El jugador hardcore ha vivido demasiados desengaños, demasiados como para no mostrarse un pelín escéptico. Además, a medida que pasaban los meses y la fecha de lanzamiento se aproximaba, asistíamos sorprendidos ante el (tradicional) baño de realidad que el videojuego nos estaba brindando.

Nuevas consolas
Anthem es sólo un título más de los muchos que sufrieron un downgrade considerable, como Watchdogs, Tom Clancy’s The Division o el fabuloso The Witcher 3.

Lo último de Bioware tuvo una tibia acogida

Anthem no tuvo un arranque fácil. Más allá de los habituales problemas de conexión en este tipo de propuestas, lo último de BioWare se quedaba prácticamente huérfano con una comunidad que le dio la espalda y un estudio, el canadiense, que lo tuvo más de un mes sin actualizaciones.

Entonces, puede que os preguntéis, ¿por qué lo estás jugando ahora? Pues porque lo enganché en una oferta de importación alemana (3€) y creí que, por ese precio, merecía una oportunidad. Aunque no lo he dicho hasta ahora, soy poseedor de una PS4, el primer modelo, la revisión de la consola de Microsoft, Xbox One S, y una Nintendo Switch. Es decir, juego a todo y en todas plataformas.

Ahora bien, volvamos a lo que de verdad importa, Anthem. Contento tras realizar una de las mejores compras que haya ejecutado jamás, al menos en relación calidad precio, metí el disco en mi One S y me dispuse a jugar. Tras un prólogo bastante acertado, el juego te presenta Fuerte Tarsis, algo similar a la torre de Destiny. El problema está que para ir a Tarsis tuve que pasar por una pantalla de carga, una interminable pantalla de carga.

Todo esto (esta espera) podría haber sido un mal menor, pero me sacó de mis casillas al toparme, tras toquetear cuatro cosas de mi alabarda y seleccionar una misión, con otra pantalla de carga. Ya de por sí tocado, entré en el basto mundo de Anthem y me dispuse a disfrutar de mi vuelo libre y del gunplay efectivo de este shooter looter. Muy a mi pesar, disfruté de la experiencia durante poco tiempo pues, al encontrarme con la primera aglomeración de enemigos, la imagen comenzó a reducir su tasa de refresco de unos «estables» 30 fotogramas por segundo a unos pobres 20. ¿Todo esto en un juego que ya lleva casi ocho meses en el mercado? Me pareció una cosa de locos.

Las nuevas consolas tienen mucho que mejorar

Decía Mark Cerny en una reciente entrevista acerca de lo que debería ser la futura PS5, que con los kits de desarrollo de la máquina habían conseguido reducir los viajes rápidos de Marvel’s Spider-Man de 8 segundos a tan sólo 0,8. A su vez, su competidor directo, Microsoft, ha afirmado, a través de The Coalition (estudio tras Gears of War 4 y el nuevo Gears 5) que Xbox Scarlett tiene núcleos dedicados para el Ray Tracing. Y todo eso es bueno, pero puede que estemos perdiendo el foco.

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Mark Cerny asegura que los kits de desarrollo de PS5 son capaces de mejorar los tiempos de carga de manera considerable.

Las consolas deben ser más rápidas y más potentes, pero no sólo para reducir tiempos de carga y ofrecer mejores prestaciones, sino para darle a los desarrolladores la potencia que necesiten para crear sus obras. El interés no debe estar tanto en el 4K o, incluso, el 8K del que ya se empieza a hablar —que también—, sino en que los juegos tengan una fluidez y rendimiento estables durante la mayor parte del tiempo.

Además, las consolas deberían potenciar la evolución de los videojuegos, no entorpecerla. Esto es algo que sucede continuamente cuando las comparamos con los compatibles. Las nuevas máquinas deben ser más eficientes tanto para que los PC puedan seguir desarrollando su potencial, como para que las versiones para estas plataformas sean dignas de ser jugadas con unas mínimas garantías —visitar Anthem en Xbox One S tras verlo en un ordenador con especificaciones modestamente generosas es casi una ofensa—.

Minimizar las debilidades y potenciar las virtudes; la hoja de ruta de las nuevas consolas

Aunque, pese a todo, puede que no esté hablando de números, ni de potencia bruta. Puede que mi disconformidad con el sector esté relacionada con el modelo de negocio (más allá de las evidentes carencias en el hardware).

Esta generación podría acabar siendo recordada como una de las peores de la historia. Fundamentalmente, y bajo la humilde opinión de quien suscribe estas líneas, eso es debido a dos grandes taras: la conversión del jugador a beta tester y la transformación de los juegos en absolutos pay to win.

La primera tiene una explicación evidente, los juegos (en su gran mayoría) llevan años siendo lanzados al mercado en un estado cuestionable. Muchos de ellos llegan a nuestras casas con evidentes deficiencias, bugs y problemas que alteran la experiencia del jugador. Así, no es lo mismo jugar a un videojuego en su fecha de salida que meses más tarde, con las respectivas actualizaciones y parches aplicados. Las compañías deben recuperar la ambición por entregar un producto final lo más pulido posible.

A su vez, las nuevas consolas también han traído consigo el asentamiento del modelo pay to win. Esta técnica ya existía en la generación anterior pero que se ha potenciado todavía más en esta. Casos como el de Star Wars Battlefront II —¿pero qué pasa con EA?— no hacen sino agravar una tendencia que debería ser erradicada. Recientemente, también ha sucedido con NBA 2K20, que se mostraba abiertamente a favor de las microtransacciones incluyendo incluso tragaperras en su tráiler de lanzamiento.

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Los micropagos están muy presentes en la mayoría de los videojuegos. NBA 2K20 ni siquiera lo disimuló en su tráiler de lanzamiento.

Motivos para ser optimista

No obstante, cabe destacar las cosas positivas que también han estado presentes en esta generación y que las nuevas consolas deberían mantener. Ha habido nuevas licencias que han puesto el listón francamente alto; Horizon Zero Dawn sería una de ellas. Todo parece indicar que aún hay muchas ideas que desarrollar y próximos lanzamientos como los de Cyberpunk 2077 no hacen más que corroborarlo.

Ha habido también grandes acuerdos entre compañías, como la estrecha relación entre Microsoft y Nintendo. Algo que ha supuesto que veamos títulos en Switch como el glorioso (y difícil) Cuphead o el próximo Ori and the Blind Forest. A eso hay que sumar la consolidación de ciertas suscripciones que, aunque nunca son del agrado de nadie, se digieren mejor si se hacen las cosas bien como Xbox GamePass Ultimate y su enorme biblioteca de videojuegos.

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La colaboración entre Microsoft y Nintendo ha traído grandes juegos a Switch, como el fabuloso Cuphead.

Como veis, el panorama no es tan desolador como parece. De hecho, son buenos momentos para ser gamer. Sin embargo, hay ciertas cosas que deberían pulirse para que nuestra afición sea aún mejor. Aunque falta más de un año para la llegada de las nuevas consolas, no es mal momento para empezar a soñar con lo que está por venir.

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