Netflix ha estrenado el nuevo largometraje de Aaron Sorkin como director, El juicio de los 7 de Chicago (2020). Nosotros ya la hemos visto y en esta entrada os contamos qué nos ha parecido.
La dialéctica de un maestro
El derecho a manifestación debería considerarse a todas luces innegociable. Porque cuando los gobiernos actúan de manera negligente, bajo sus propios intereses y obviando las necesidades de su ciudadanía, es deber del pueblo salir a denunciarlo a las calles. Es así como cobran sentido los movimientos populares, pero también las argucias de un Estado siempre interesado en poder controlarlos.
«Este tío hace cine, cine en mayúsculas», exclamaba hace ya más de una década tras presenciar el mayúsculo ejercicio de dialéctica que Aaron Sorkin le había preparado a David Fincher en la excelente La red social (2010). Ciertamente Sorkin lleva años escribiendo grandes libretos, algunos tan inspirados como la televisiva El ala oeste de la casa blanca (1999) o el de la Steve Jobs de Danny Boyle en 2015.
Aunque no fue hasta hace tres años cuando Sorkin decidió dar el salto a la dirección con Molly’s Game (2017), un biopic basado en la vida de Molly Bloom -la conocida como «princesa del póker»- protagonizado por Jessica Chastain. Una propuesta que seguía haciendo de los diálogos su principal baluarte.
Ahora, Sorkin regresa de la mano de Netflix con El juicio de los 7 de Chicago (2020), un film que vuelve a poner de manifiesto la magistral dialéctica que el cineasta es capaz de elaborar. Estamos ante un drama que sigue los acontecimientos sucedidos en Chicago previos a la convención demócrata de 1968 donde un grupo de activistas se manifestaron contra la guerra de Vietnam. Una suerte de thriller penal que raya (casi en todo momento) a un nivel altísimo.
Un thriller penal soberbio
La construcción de El juicio de los 7 de Chicago no es anómala dentro del género. El film tiene a bien plantear una batalla judicial en torno a unos hechos que, pese a ser de importancia capital, no se muestran hasta bien avanzado el metraje. Porque no es tan importante el qué sino el cómo se aborda, dibujando a todas luces un juicio político donde los acusados se sientan en el banquillo por la naturaleza de sus ideas.
De este modo, la cinta presenta a sus personajes de manera rápida para entrar lo antes posible en el juicio que define gran parte de la propuesta. Una causa judicial que permite a Sorkin dotar sus diálogos de empaque y variedad de registros; incluso algunas secuencias que deberían ser serias toman cierto cariz humorístico por las propias circunstancias.
A todo ello hay que sumar un elenco de estrellas realmente espectacular. Eddie Redmayne, Jeremy Strong, Sacha Baron Cohen, Mark Rylance, Michael Keaton, Frank Langella y un largo etcétera dan vida a los activistas, abogados, fiscales y jueces que engrosan esta contienda. Todos están francamente bien, aunque destacaría por encima de todos a Sacha Baron Cohen, potenciando su faceta más dramática, Langella, dando vida de manera ejemplar a un juez detestable, y Redmayne por protagonizar (sin entrar en spoiler) uno de los momentos de mayor intensidad dramática.
Veredicto
Aaron Sorkin confirma con su segundo trabajo como director que no le ha perdido el pulso a su habitual (y excelente) dialéctica. El juicio de los 7 de Chicago es un drama judicial ejemplar, un trabajo donde los intérpretes viven por y para sus diálogos dentro de una propuesta que, aún con altibajos, sabe como brillar con luz propia.