Últimamente he estado jugando a Death Stranding, titulo o que en su momento tuvo cierto aspecto que no me hacía ninguna gracia: el uso de actores reconocidos. Bueno, mi perspectiva ha madurado con el tiempo, como la de todos. No puedes simplemente criticar algo sin más, y es por ello que hoy os traigo mis reflexiones sobre esta práctica. ¿Es algo bueno o malo? Espera, si lo vas a adivinar. Tiene sus cosas buenas y malas, ¿a que no os lo esperabais?
Empecemos por lo malo
Voy a usar reiteradamente el ejemplo de Death Stranding, ya que ha sido el título que me ha llevado a esta reflexión; me causó rechazo de primeras. Mi primera impresión al ver a Norman Reedus, alias Daryl Dixon, con un bebé en el pecho y traje de desatascador de desagües hablando con Guillermo del Toro fue «esto es un chiste». Era casi como si los actores estuviesen satirizando el mundo del videojuego con extravagancias y situaciones salidas de contexto. No obstante, todo eso no eran más que «fumadas» de Kojima, no de los actores.
La principal pega que todo esto implica es la perdida de creatividad. El uso de actores reconocidos implica, consiguientemente, que se reconozca su trabajo. No vas a poner a Jason Momoa a interpretar al nuevo Kratos y no exigir que sea su rostro el del propio personaje. Quieras que no, y aunque entra a su vez dentro del contexto de lo bueno, si los actores interpretan personajes en videojuegos. su fama va a atraer a nuevas personas a conocer dicho título o franquicia. Sin embargo, como decía al principio, esto conlleva una perdida de creatividad y personalidad.
Si utilizamos a Henry Cavill como protagonista del siguiente Gears of war interpretando a Marcus Fenix y luego vemos a Henry Cavill de nuevo en The Witcher 4 o Red Dead Redemption 3… ¿No se siente como si cada uno de esos personajes de manera individual perdiesen carisma propio? El hecho de que cada personaje tenga su propio rostro les otorga un rasgo distintivo único y el uso de actores podría reducir este tipo de carisma personal.
Pongamos como ejemplo el caso de Kit Harrington. ¿No os suena? ¿Y si digo Jon Nieve? Juego de tronos ha sido una serie que ha traspasado fronteras formando parte de la cultura popular de hoy en día. Sus personajes han sido muy queridos y a pesar de su polémico final, la franquicia es colosal. Y al igual que el tema a tratar en este artículo, todo es bueno y malo a la vez. Cuando observamos a Salen Kotch en Call of Duty… ¿No os sentís un poco como si estuvieseis hablando con el lord comandante de la guardia de la noche? Solo que con traje nuevo.
Más ejemplos
Otro ejemplo reciente sería Katheryn Winnick, quien también apareció en la franquicia Call of Duty con su papel de Marie Fisher. La archiconocida actriz de Lagertha en Vikings prestó su rostro como personaje jugable del modo zombi de WWII. ¿A que voy con todo esto? Pues que como me refería antes, es difícil no ver muchas veces a esos personajes más conocidos de dichos actores restándole valor al papel que están interpretando en la obra. Y esto no lo digo yo. Lo dicen muchos actores cuando reciben grandes papeles e interpretan al personaje de una serie que está en alza en ese momento. Independientemente de su calidad como actor, no es raro que arrastren dicho papel y terminen «cayendo en desgracia».
No por nada, esto les acarrea —incluso en el mundo del cine— que se encasillen en dicho personaje; no son capaces de que su talento sobrepase ese papel. Además el utilizar a actores reconocidos, y consiguientemente usar sus modelos faciales y caras, resta individualidad y libertad creativa a los creadores. ¿Como creéis que sería el mundo de los videojuegos si siempre se hubiesen usado actores? ¿Os gustaría que la cara de Solid Snake fuese Hugh Jackman? ¿Y si Ezio Auditore lo interpretase Leonardo DiCaprio? ¿O si Aloy de Horizon tuviese la cara de Scarlett Johansson? Da que pensar.
Pero algo bueno tenía que tener
No todo puede ser malo hombre. Por supuesto que todo esto acarrea cosas buenas. De hecho, hemos comentado algunas antes. La primera es la más obvia; ya la hemos comentado: el uso de actores reconocidos en el mundo de los videojuegos atrae a más gente. Como consecuencia, ambas industrias se retroalimentan. Es más, gracias a la fama —intrínseca— de los profesionales del séptimo arte es posible atraer a un nuevo público y ganar a nuevos jugadores. Aun más todavía, no sería raro que sea su primera experiencia con una consola y se terminen por unir a la comunidad. Al mismo tiempo la gente irá a ver las películas de los actores que protagonicen juegos que les hayan encandilado.
Por otro lado, la inclusión de profesionales del cine en la industria gaming provoca en las empresas quieran crear obras cinematográficas de nuestras franquicias interactivas. Es cierto que no siempre ha habido adaptaciones extremadamente fieles y populares, pero eso parece que anda cambiando. Por ejemplo, The Witcher ha dado el salto a Netflix con un éxito arrollador, renovando ya varias temporadas consiguientes y creando un efecto dominó. Tom Holland, el actor de nuestro amigo y vecino Spider-man ya se encuentra rodando la película de Uncharted. Por su parte, Amazon anunció su intención de comenzar a hacer una serie basada en The Last Of Us.
Además de otro tipo de adaptaciones —que si bien no son lo mejor del mundo y son mejorables— no son el desastre de adaptaciones que podíamos tener en los 90 o principios del 2000. Películas como Detective Pikachu o Sonic han sido bien acogidas y las películas de Resident Evil protagonizadas por Milla Jovovich nunca han estado mal. Sin embargo, el marketing y la retroalimentación no son los únicos beneficiados de tan peculiar trato. Lo que realmente me parece más necesario hoy en día es el salto de calidad que otorga a los personajes.
Actores y videojuegos: ¿Evolución?
Hoy en día estamos observando un gran salto gráfico, de dinamismo, en FPS, partículas simultaneas, iluminación y todo tipo de avances tecnológicos. Pero lo que realmente hacen bien el uso de estos actores es como son capaces de representar emociones de forma precisa. ¡Es obvio! Son actores y es su trabajo. Ya hay grandes ejemplos, como la actriz Melina Juergens en Hellblade: Senua’s Sacrifice. No obstante, a pesar de todos estos avances, es más difícil representar fielmente emociones en los videojuegos que en el cine. ¿Una gran solución? Si habéis llegado hasta aquí deberíais saber a dónde voy. En efecto, con actores reales.
Como hemos dicho, son profesionales y su trabajo es el de interpretar y transmitirnos las emociones de sus personajes de manera fiel. Norman Reedus, Léa Seydoux, Lindsay Wagner, Mads Mikkelsen… Son varios ejemplos de actores reconocidos que aparecen en Death Stranding y, sinceramente juegan su papel a la perfección. Empatizas, los entiendes; te emocionan. No me malinterpretéis, no trato de decir que los videojuegos sin actores no puedan emocionarnos. Soy el primero que lloró con The Witcher 3 cuando Geralt zarandea a Ciri. Aun a pesar de todo, no está de más que haya un salto de calidad para avanzar.. Así pues, sin duda, el uso de profesionales es un salto abismalmente considerable.
Ya que la tecnología de expresión de caras parece ser difícil y costosa. L.A. Noire intentó invertir en ella para crear un juego policíaco que pretendía mostrar tics en los interrogados al mentir o estar nerviosos, pero no quedaba del todo natural. Se hace tarde y continuar sería redundante. Espero que los que hayáis llegado hasta aquí os hayáis parado a reflexionar en los pros y los contras de mezclar el cine con los videojuegos. Un gran avance de calidad a cambio de una gran perdida de personalidad.
