Hoy os traemos la reseña de BNA – Brand New Animal, la más reciente producción anime de Studio Trigger. La serie llegó hace no mucho a Netflix, así que hemos aprovechado para echarle un ojo y así poder comentaros qué tiene que ofrecernos este anime de furros cambiaformas que viven discriminados por la humanidad.
Sinopsis
Repudiados y acosados por los humanos, los bestiales han creado una ciudad propia en la que poder ser ellos mismos. En Anima City los bestiales viven en una sociedad aislada del exterior, donde pueden mostrar cuando deseen su auténtica naturaleza de animales antropomorfos sin temer las posibles consecuencias. Un día una nueva habitante muy especial llega a la ciudad. Se llama Michiru y, pese a su apariencia bestial, en realidad es una humana que un día se despertó convertida en una chica mapache. En Anima City espera encontrar una cura para su problema.
Anima City, la ciudad de los repudiados
Michiru viaja a Anima City buscando refugio y una solución a su situación, pero lo que encontrará será la realidad del día a día de aquellos que han sido rechazados por los humanos. La serie nos sumerge en esta sociedad para hablarnos de la discriminación y del racismo. Pone buena parte de su empeño en tratar estos temas, y lo hace de forma más incisiva de lo que podría parecer en un principio. Algo que a veces se nos olvida es que la discriminación puede tener muchas caras: no es solo odio, rechazo y violencia, también se puede manifestar en forma de incomprensión o mera indiferencia, por ejemplo.
A lo largo de sus primeros episodios se irán mostrando estas diferentes facetas de la discriminación. En un capítulo podremos comprobar que los grupos más vulnerables —como las clases pobres o los niños— pueden sufrir de forma especial al pertenecer a colectivos marginados. En otro, se explica con bastante sutileza que la igualdad no se consigue aplicando sin más las mismas normas y valores a todo el mundo, porque las necesidades de unos y otros pueden ser distintas.
La serie también nos enseña que ser el objetivo del odio colectivo puede llevar a la intolerancia y radicalización, algo que ejemplifica muy bien en el personaje de Ogami. O que la marginación y el desamparo son el caldo de cultivo para caer en las garras de los cultos religiosos. Basta con escarbar y mirar con atención para encontrar otros mensajes similares a lo largo del anime.
BNA muestra variedad de matices sobre el racismo y la discriminación, y se agradece. Pero también es verdad que no profundiza demasiado en ellos, pues 12 episodios de apenas 20 minutos cada uno no dan para mucho más. Con todo, es suficiente para despertar la inquietud de cualquier espectador mínimamente perspicaz.
Los problemas de la sociedad bestial
Tras sus primeros encuentros, Michiru se enfrentará directamente a los problemas que amenazan la ciudad, que tienen que ver con el aumento de la crispación y la violencia en los ciudadanos. Es entonces cuando hacen aparición nuevos bandos y comienzan a moverse algunos hilos tras bambalinas. Los diferentes personajes y grupos de la historia tienen posturas contrapuestas sobre cómo solucionar la crisis que se avecina. Cada uno percibe la situación de una manera y cree que hace lo correcto, dejándonos una interesante lección: no todo es blanco o negro.
Algo que muchas veces se obvia es que una historia no tiene por qué tener héroes y villanos. En ocasiones el conflicto puede venir de gente sin mala intención, pero con opiniones confrontadas sobre cómo resolver un problema de difícil solución. En este caso, un problema social realmente complejo. La serie hace amago de encaminarse hacia esta dinámica tan atractiva, sin héroes ni villanos, pero se queda en mera ilusión.
Tras el amago, la historia retoma una ruta más convencional, más trillada y menos estimulante, empañando un poco lo que habían hecho hasta ese momento. Es por eso que el final de la serie, sin ser necesariamente malo, resulta un poco decepcionante.
El estilo Trigger en todo su esplendor
Con lo contado hasta ahora quizás os estéis quedando con la impresión de que la serie es bastante densa, pero nada más lejos de la realidad. Como ocurre con otros animes de Trigger, el tono de la historia es más bien jovial. Toca temas serios, sí, pero les quita hierro con personajes alocados y ese sentido del humor tan particular del estudio. La comedia de BNA recuerda de forma especial al humor de Kill la Kill, serie de los inicios del estudio. Sobre todo el episodio del equipo de béisbol y todas aquellas escenas en las que hacen aparición los personajes de los suburbios. La forma en la que aceptan su penosa situación es tan exagerada, tan absurda y estúpida que se vuelve hasta divertida.
Su sentido del humor no es lo único que lleva el sello Trigger. La animación y la estética también dejan más que claro de quién es la autoría del anime. En este estudio es habitual encontrar una animación muy libre, que prima la espectacularidad y el dinamismo sobre la exactitud en los movimientos. En una serie como esta, con acción y seres bestiales cambiaformas, estaba claro que le iban a sacar jugo a su estilo, y lo han aprovechado más que bien. Además, en muchas escenas, sobre todo las más intensas, la serie cambia de tonalidades. De pronto en pantalla se satura todo de rojos y azules que dan un efecto tipo luces de neón, con un resultado peculiar muy vistoso.
La banda sonora se ajusta a esta estética de «ciudad nocturna que nunca duerme» y mete música con muchos elementos electrónicos. No es algo que parezca que pueda pegar mucho con una serie con animales antropomorfos como personajes, pero en realidad queda bastante bien.
Lo que pudo ser y se quedó un poco a medias
BNA comienza con mucha fuerza, planteando cuestiones sociales muy interesantes sobre la discriminación, el racismo y ciertos aspectos éticos. Temas a los que se aferra hasta el final, pero que no termina de aprovechar todo, probablemente. Le faltó dar un paso más en esa dirección, pero se amedrentó en el momento clave y optó por la solución facilona.
Con todo, es una serie que se deja ver muy bien. Es llamativa y estimulante para los sentidos, gracias al buen trabajo de animación que hay detrás y a una estética resultona. Es, además, entretenida de sobra, y no tengo motivos de peso para no calificarla de forma positiva. El problema es que pudo ser genial y se quedó en casi.
- Corrección: Guillermo Ruiz