
Tiempo atrás algunas de las personalidades más respetadas del panorama independiente nipón se juntaron para crear World’s End Club, un llamativo juego de puzles y plataformas que se estrenaría —de forma exclusiva, aunque incompleta— en macOS e iOS en septiembre de 2020. A título personal me llamó mucho la atención, pues entre las mentes creativas que dieron origen al proyecto se encontraban Kazutaka Kodaka (Danganronpa), Kotaro Uchikoshi (Ai:The Somnium Files) o Takumi Nakazawa (Punch Line). Era, como poco, una formación repleta de pequeñas estrellas con grandes ideas y mucha experiencia.
Hemos tenido que esperar poco menos de un año para poder disfrutar de la experiencia al completo en Nintendo Switch. Lo hizo hace muy poco, pues Bandai lo publicó en España el pasado 28 de mayo de 2021; al momento de escribir estas líneas estaba recién salido del horno. Todo a través de una colaboración entre Too Kyo Games (ambientación, escenarios y diseño de personajes) y Grounding (programación, acción y diseño gráfico). Como tal, ambos estudios son relativamente novatos, pero prometía mucho. ¿Ha estado a las altura de las expectativas?
World’s End Club

World’s End Club se presenta, de buenas a primeras, como un título de puzles y acción con toques de aventura y supervivencia. Comienza muy fuerte: una cinemática nos introduce en el Japón de 1995 mientras varios niños charlan animadamente en un autobús escolar. Son el Club de la Buena estrella, un grupo de jóvenes estudiantes que comparten su tiempo de ocio. Todo parece normal: están de camino en un viaje mientras ven una película que habla de un juego de supervivencia mortal. Es entonces cuando, de repente, un meteorito cae en Tokio y se hace la oscuridad. Nuestros protagonistas despiertan, tras una capa de negrura, en una especie de parque de atracciones muy macabro.
Aparece un extraño ser llamado Pielope, quien les insta a participar en su juego de supervivencia. Básicamente, todos y cada uno de los personajes tienen una pulsera en la que aparece la tarea de otro compañero. Su objetivo es descubrir quien tiene su tarea y cumplirla. Solo habrá un ganador y el resto parece que terminarán muertos. Aunque emplea una premisa bastante explotada en diversos mercados audiovisuales, es llamativo. Engancha. Siendo sincero, mola mucho. Nos embarcamos, así, en un death game cuya única función real es la de ejercer como tutorial. Porque, spoiler, superamos el juego y salvamos a nuestros amigos. Esto pasa en la primera hora de juego; es una pena que no exploten más esta dinámica.
El fin del mundo, pero ¿por qué?

Cuando superamos el death game, escapamos del lugar y regresamos al mundo real solo para descubrir que algo o alguien lo ha destrozado todo a su paso. Tampoco quiero deciros mucho más, pues de otra forma os terminaría estropeando la experiencia. Lo que sí os puedo decir es que dispone de una buena narrativa y un argumento bien construido. La historia empieza fuerte y se mantiene igual hasta el final. La escritura del guion es sólida, llamativa e interesante. A ese respecto, World’s End Club se ejecuta como una suerte de novela de misterio con toques de thriller, pero protagonizada por niños. Por cierto, el juego está completamente traducido —que no doblado— al español.
Es algo muy importante, ya que la historia no es fácil de seguir. La construcción del guion es lógica y coherente, aunque algo compleja. Juega bien con el misterio y se recrea en sí misma gracias a una narrativa mayormente atractiva. Se viene arriba gracias a sus diálogos, los cuales no solo son buenos, sino que tienen personalidad y nos regalan muchos cameos. Aparte, dispone de un elenco bastante carismático, de un ritmo narrativo adecuado —el gameplay, muy parado, resta en este aspecto— y de pequeños giros de guion. Previsible por momentos, también sabe sorprender. Asimismo, me han gustado mucho los flashback que utiliza. No solo sirven para recapitular información, sino que usan un estilo muy particular: un dibujo tipo pixelart desfigurado y corrupto. Tiene gancho.
Sin entrar en detalles, sabremos que hay una especie de traidor entre nosotros, pero tendremos que confiar en el resto sí queremos sobrevivir. La dinámica será sencilla: viajaremos por todo Japón intentando descubrir que ha pasado enfrentándonos. En el proceso tendremos que tomar decisiones que pueden alterar la dinámica de la partida. ¿Cómo? Sencillo: a veces iremos con unos compañeros u otros, o pasaran ciertas cosas u otras, en función de nuestra decisión. La primera gran decisión es decidir nuestro primer destino: Oita o Fukuoka. Es solo un ejemplo. Ah, por cierto, no hay un protagonista al uso, aunque es cierto que el personaje más destacado es Reycho. Es el líder del club y el personaje que más usaremos a lo largo de la aventura.
Narrativa sobresaliente, jugabilidad deficiente

Podría concluir con una simple oración: el argumento es el punto fuerte de World’s End Club. Desgraciadamente, la jugabilidad es todo lo contrario. No solo porque pervierte el buen ritmo de la narrativa, sino porque no termina de funcionar del todo en ningún momento. Superado el death game (algo así como el tutorial) se viene abajo. El estudio plantea, a partir de este momento, una suerte de juego de aventuras y puzles sin ninguna clase de desafío y con un delay en las acciones bastante molesto. Nos lanzaremos al mundo a través de una secuencia en 3D con scroll lateral y poderes especiales. Algunos serán volvernos duros como una piedra y rodar o lanzar objetos con mucha fuerza.
El problema es que las plataformas y los acertijos no funcionan. Sobre las primeras, por los controles. No son especialmente precisos. Es más, se sienten lentos y pesados. Cuando nos transformamos en piedra, por ejemplo, no podemos hacerlo con velocidad. Al contrario: nos toma «demasiado» tiempo. Principalmente sirve para derrotar enemigos, pero tarda tanto que nos ha tocado esperar, en más de una ocasión, esperar a que bajen de una pendiente por la cual no podemos subir antes de hacer nada. ¿Resultado? Cinco, seis o siete segundos esperando sin hacer nada. Aburrido. Si los acertijos fuesen, por lo menos, desafiantes, pues sería otra cosa, pero es que no suponen ningún reto. Véase, por ejemplo, mover rocas a un chorro de agua a presión para poder subir una cuesta o llenar un cubo de agua y tirarlo al suelo para romper un aparato mecánico.
Otro ejemplo son los lanzamientos: ¿qué misterio hay en lanzar un objeto a un elemento secreto si cada vez que nos hace falta aparece, casualmente, un árbol con frutas o un montón de piedras? No hay que pensar en nada, solo mirar un poco por el escenario y ya. De la misma forma, la hit box es errática y frustrante. World’s End Club es un juego fácil —de cierto modo— pero muy frustrante. Si llegas al game over, casi siempre, será porque los controles no te han dejado hacer lo que querías. Otra cosa es que tomes una mala decisión, pero eso ya es otra historia. Siendo sincero, me han sobrado las plataformas. Retrasa lo interesante: la trama. No aporta nada. Ni los acertijos ni las pseudo batallas contra «jefes finales». Me quedo con la exploración, pero solo porque los escenarios me han parecido bonitos.
Conclusiones

World’s End Club es una de cal y una de arena. Empezando por lo negativo, el gameplay plataformero es muy deficiente. No aporta nada nuevo al género, se siente incómodo y es demasiado sencillo. Fácil, pero frustrante. Es extraño, lo sé. Por el otro lado, la narrativa y la historia son una verdadera maravilla y es lo que verdaderamente hace que sea un juego más bien decente. Puedo recomendarlo gracias a ella, porque sí que es interesante descubrir que está pasando y porqué. Aparte, invita a rejugar ciertos pasajes: cuando tomamos decisiones y hay dos caminos diferentes. Así pues, en función de la ruta, tendremos unos finales u otro. Hay varios. Sí queremos saber toda la verdad nos toca revisar todos los caminos.
No me he detenido a hablar del apartado gráfico, pero os adelanto que es bastante bonito. Me han gustado los escenarios y los diseños de personajes, aunque no entiendo porque el prota tiene un pantalón con el culo rosa; parece un mandril. La banda sonora, es muy buena. Tiene temas muy interesantes que acompañan a la perfección el resto del juego. De no tener una jugabilidad tan errática estaríamos hablando de un título muy, muy bueno. Ahora, quienes hayan venido buscando algo parecido a Danganronpa será mejor que den media vuelta: aquí no hay juego de supervivencia. La historia va por un camino muy diferente.
A mí, personalmente, me ha gustado. Juega bien con los sentimientos de sus personajes y es más profundo de lo que aparenta. No me arrepiento de haberlo jugado.
Análisis de World’s End Club. Clave de juego para Nintendo Switch cedida por Reef Entertainment.