¡Hola, muy buenas amantes de los videojuegos! Hoy toca hablar de un plataformas de los de antes, de un vieja escuela que no tiene miedo de romper la balanza de la dificultad para ofrecernos un endiablado plataformas con una jugabilidad muy enraizada en los clásicos de los años 90. Por lo que si buscáis esa dificultad de otrora, Furwind es una opción francamente buena. Desarrollada y distribuida por el estudio Boomfire Games, el título nos transporta a un plataformas muy colorido con estilo pixel art. En nuestro caso hemos podido disfrutar de la experiencia en Nintendo Switch.
El guion es sencillo: controlamos a Furwind, una especie de elegido para defender a su pueblo del mal. Antaño un sabio del bosque, lugar donde habita, se sublevó y fue encerrado por sus compañeros. Ahora ha regresado y nuestro deber es detenerlo. No tiene mucho más, pero tampoco le hace falta: la premisa funciona a la perfección como pretexto para embarcarnos en una nuestra aventura. ¡Por cierto! El juego está completamente en español, doblaje de ciertos pasajes incluido.
Arte y diseño
Si bien es cierto que el apartado más importante a la hora de ejecutar esta nuestra valoración de Furwind es su dificultad y jugabilidad, hemos querido comenzar hablando de otra serie de elementos para nada desdeñables. El avance de la industria del videojuego produjo el ocaso de los 8 y los 16 bits en favor de una estética cada vez más cuidada. La evolución gráfica se hizo paso hasta el punto de convertirse en uno de los elementos más valorados, o criticados, por parte del público. La industria se sumió en una carrera de fondo sin meta cuyo único objetivo era el de ofrecer el mayor realismo posible en aquellos sus proyectos. Inclusive, fueron muchos los estudios que priorizaron tales aspectos frente a otros tantos como el guion o la propia jugabilidad.
Y entonces nacieron los llamados estudios independientes. Miento: su existencia data desde el mismo origen de la industria, mas han sido en los últimos años cuando han dado un verdadero paso al frente. Han logrado establecerse hasta agenciarse con una verdadera cota de mercado; los estudios indies han encontrado finalmente su lugar. Muchos de ellos lo han logrado gracias a una mecánica peculiar, un arte excepcional o una idea, cuando menos, peculiar. Furwind, dentro del apartado gráfico, no es verdaderamente innovador.
Acostumbrados, ahora sí, a juegos con un menor presupuesto, el pixel art ya no es un misterio. Por suerte, sigue siendo tan bonito como siempre; y Furwind es muy bonito. Ni sorprende ni aporta nada nuevo, pero derrocha amor y nostalgia por los plataformas de la vieja escuela. Por desgracia, el contenido audiovisual a veces es un tanto repetitivo, pero no es un detalle demasiado sangrante. El diseño de niveles, además de precioso, tiene un aire encantador; los diversos mundos gozan de personalidad propia pese a todo.
Jugabilidad y dificultad
Vayamos por parte. Por un lado, nuestros comandos de acción. Dentro del escueto espectro de habilidades de las que dispondremos se destiñe esa búsqueda de una incipiente dificultad a partir de un número de herramientas reducido y de un diseño de nivel desafiante. ¿Es algo malo? Todo lo contrario: es sobresaliente. En Furwind podremos movernos bajo el marco de un scroll lateral, saltar y golpear con nuestra cola. Las dos primeras acciones componen el factor de exploración para superar los niveles, mientras que la segunda se puede obviar siempre y cuando no luchemos contra un jefe final. Porque, en efecto, habrá jefes de pantalla y, además, una barra de energía que representará nuestra capacidad de seguir golpeando.
Lo mismo sucederá con nuestra vida, o lo que es lo mismo, el número de golpes que podremos recibir antes de morir y reaparecer en el último punto de control. Lejos de lo que pueda parecer, debido a ese concepto de dificultad, el control es muy precios y, al final, si acabamos siendo derrotados será solo por nuestra culpa. El estudio ha sabido crear un sistema de juego sencillo y muy preciso perfecto para este tipo de juegos; lo importante en un juego de plataformas es el control de nuestro avatar de juego. Furwind amplía esta mecánica, además de con puntos de vida, con los ya mencionados puntos de control.
La diferencia respecto a otros juegos es que tendremos que pagar diamantes, los cuales iremos recolectando, para activarlos… Y no siempre tendremos. Es importante saber cuando usar un punto o no, y tener siempre muy presente que la muerte representa volver al último activado. Y no solo eso, sino que serán bastante escasos. De esta forma, el juego logra crear cierta sensación de tensión al tomar todos estas decisiones de diseño. Tendremos que jugar bien; avanzar por el escenario como un loco no es una opción viable. El juego premia la paciencia, la repetición y crea una sensación de reto perfecta para mantenernos enganchados a la pantalla.
La muerte solo es el principio
Lentamente, el juego nos irá ofreciendo cada vez más herramientas para enfrentarnos al entorno. Dispondremos de una tienda en la que podremos mejorar, por ejemplo, nuestra salud. También comprar habilidades, lo cual enriquece el gameplay al tiempo en que nos ofrece cierta sensación de recompensa por superar los niveles. Es en este punto donde más se aleja de la vieja escuela y adopta un enfoque más actual al premiar al jugador, mas no lo considero un error. Es, a fin de cuentas, una decisión de diseño con la cual concretar las cualidades del título. En lo personal me ha gustado.
También he disfrutado mucho de la dificultad que me han ofrecido no solo los mismos niveles, sino los ya mencionados jefes de nivel a los que tendremos que derrotar para avanzar. Lo que no me ha gustado tanto ha sido el diseño de esos retos secundarios que tendremos que completar para avanzar al sigiuiente mundo. Por momentos ha sido frustrante, y es que hablamos de condiciones de victoria no obligatorias en el recorrido, pero si en el punto final. A veces, por ejemplo, he tenido que empezar de nuevo el mundo al no tener manera de volver atrás.
Análisis Furwind, conclusiones
Furwind es un juego muy interesante que no solo rescata el encanto de los años 80 y 90, sino que logra desarrollar personalidad propia pese a beber de los tópicos más clásicos del género. La jugabilidad es muy buena y, pese a detectar ciertos fallos en el diseño de las tareas que debemos completar para avanzar al siguiente nivel, en líneas generales el proyecto es muy sólido. No es un juego apto para los que quieran pasar un rato de chill, pues nos exigirá toda nuestra capacidad. Aunque a veces traspasa la línea de la frustración, esta no resulta molesta al ser un resultado de nuestros propios errores más que de un mal planteamiento del juego. La curva de dificultad es un tanto errática, pero lo que ofrece es divertido y entretenido. Si eres un amante de los juegos de plataformas y te apetece un reto que te ponga a prueba, dale una oportunidad. ¿Mis sensaciones finales? Me he frustrado, me he enfadado y me he… Bueno, he dicho cosas que no debía, pero al final me lo he pasado realmente bien junto a Furwind.