
Os traemos nuestro análisis de The Alters, un particular juego de supervivencia en donde tus únicos aliados serán tus otros yoes. Literal.
Clones. Muchos clones. Un ejército de clones. Todos iguales y distintos al mismo tiempo. Uno con rasgos de científico, como Batman, pero con menos dinero. Otro especializado en botánica. Un tercero al que le gusta la minería. Cuando descubrí la existencia de The Alters, no creía lo que veían mis ojos, pero sí, la idea era tan real como este análisis.
Tiempo atrás, 11 bit studios presentó un singular juego de supervivencia, estrategia y construcción de bases protagonizado por un hombre Jan Dolski. De buenas a primeras parecía tan normal como cualquiera de nosotros salvo por dos cuestiones: que tiene que sobrevivir en un planeta en el que hasta los rayos del Sol son mortales y que su única opción de hacerlo es crear duplicados de sí mismo.
Sí, es tan peculiar como suena, y es tan interesante como extraño. Algo lógico si tenemos en cuenta que hablamos de un estudio (y publisher) con juegos como Frostpunk o This War of Mine en su haber. En resumidas cuentas, las expectativas —al menos por mi parte— eran altas.
No me han decepcionado. A través de una historia de ciencia ficción, el estudio polaco ha regresado con una de esas narrativas que tanto les gustan: crudas, repletas de decisiones y con un trasfondo psicológico muy potente. Uno de esos que te deja pensando incluso cuando apagas el PC.
Análisis de The Alters
De buenas a primeras, The Alters se presenta como un juego de supervivencia. En él controlamos a Jan Dolski, un trabajador que termina atrapado en un planeta en donde todo podría acabar con él. Por desgracia, está solo, por lo que sus posibilidades de salir adelante son limitadas.

Es por esto mismo que, aprovechando la tecnología de su refugio, toma una decisión: crear versiones alternativas de sí mismo, los llamados Alters, para salir adelante. Para hacerlo utiliza una extraña sustancia llamada rapidium y un ordenador cuántico capaz de reescribir incluso su propia historia.
Así es. Jan no crea simples clones. Crea versiones alternativas de él con un trasfondo y una vida diferentes a la suya. Por lo tanto, cada Alter es una manifestación de lo que Dolski podría haber sido si hubiese tomado una decisión u otra en algún momento de su infancia, adolescencia o adultez.
Desde un técnico con malas pulgas hasta un minero curtido en mil batallas o un experto en botánica bastante particular. La idea me parece muy original. Me encanta, sin más. El estudio hace las veces de científico loco y crea una suerte de universo común repleto de realidades paralelas y dilemas existenciales.
Gracias a esto, The Alters destaca por su narrativa desde el minuto 1 pese a ser un juego de supervivencia y construcción de bases. Tiene mérito, pues lograr definir tanto su guion como su jugabilidad a través de una mecánica realmente distintiva que no recuerdo haber visto antes.

¿Hay otros juegos que la usen? Pues puede ser, pero no los conozco… o no caigo en ellos, pero no me suena de nada. El caso es que crear una versión alternativa de ti mismo es más que un paso hacia adelante (o no) en la supervivencia. Es más que un trámite de la jugabilidad.
Yoes paralelos, supervivencia, construcción de bases, dilemas morales… The Alters tiene de todo
Es un ejercicio de introspección que te obliga a pensar en tus propias elecciones y en cómo quieres moldear al nuevo Jan, puesto que cada uno tendrá su propia forma de entender la vida y tal vez la acabes liando no por meterte en una cueva peligrosa, sino por crear a un ejército de «yoes alternativos» que se oponen a tu misma existencia.
Es una idea muy ambiciosa que encaja muy bien con el resto de conceptos, puesto que la sinergia entre historia y jugabilidad es tremenda. La mezcla de géneros y narrativa destaca tanto por su valentía como por su ejecución. Sin embargo, es cierto que hay secciones en las que no termina de funcionar al mismo nivel.
La gestión de recursos y construcción de bases al más puro estilo Fallout Shelter mola, aunque en este caso se aborda desde una perspectiva más visceral. La exploración, por su parte, recuerda a Death Stranding, pero es más directa y urgente; no hace tanto énfasis en el viaje, sino en la necesidad de recolectar recursos antes de que la radiación te fría el cerebro.

Es una carrera constante contra el planeta y su naturaleza, agregando un componente de tensión casi permanente. El problema es que a veces es demasiado abrumador. La gestión de recursos junto a la construcción de tu propia base y la exploración del mundo puede llegar a ser abrumador.
La cantidad de opciones, sistemas y necesidades es muy amplia. Tenemos que cultivar alimentos, refinar materiales, gestionar el estrés y felicidad de los Alters, coordinar el funcionamiento de las salas… A veces hay tanto que hacer que sientes que el que necesita un Alter eres tú y no Jan.
Es un juego denso que requiere mucha paciencia y con un tutorial que no siempre parece estar de nuestra parte. Cuesta bastante hacerse tanto con la idea como con las mecánicas. Si estás más acostumbrado a los videojuegos complejos, la inmersión es más amable, pero aun así cuesta.
¿Dónde está Jan? Yo soy Jan. No, tú no. El otro Jan
Dicho esto, donde realmente destaca The Alters es en su particular narrativa. La gestión emocional es buenísima. Tanto es así que en realidad te olvidas de que existe una historia, pues todo el peso del guion recae en la gestión de cada clon y su personalidad.

Al alterar su historia, cada uno tiene su propia manera de ser, sus traumas y sus motivaciones. Esto hace que sean más que meras herramientas de supervivencia. Son tu otro yo, pero también gozan de independencia suficiente como para ser algo más que un residuo de ti.
Son independientes a su manera, puesto que cada uno tiene sus propios rasgos, desde la pedantería del científico hasta la tosquedad del técnico. Además, su forma de relacionarse contigo puede evolucionar según las decisiones que tomes, pues no todos estarán de acuerdo al mismo grado.
Hasta cierto punto, más que un juego de estrategia, a veces The Alters es un drama humano de realidades y entendimientos paralelos. Es raro como él solo. Es como meterse dentro de la mente de un científico loco que debe lidiar con decisiones que no ha vivido, pero que él ha tomado.
Bien acompañado de un apartado audiovisual realmente potente, lo nuevo de 11 bits deja huella quieras o no. Es tremendamente potente en casi todos los aspectos. Sí, la gestión puede resultar excesivamente frustrante y complicada, pero creo seriamente que merece la pena.
Además, le da una vuelta a la fórmula de los juegos de supervivencia para presentar algo realmente diferente, cosa que aprecio. Es un juego de clones, pero es justo lo opuesto al concepto de juego clónico. Es único y tiene alma. Rebosa personalidad. En resumen: me está encantando.


- Derrocha personalidad. La premisa es realmente original y la manera en la que le da una vuelta al género es brutal.
- El concepto de crear versiones alternativas de ti mismo para sobrevivir es realmente atractivo.
- Presenta una narrativa muy particular gracias al concepto de clones. Es único en ese sentido.
- La gestión y la estrategia están bien pensadas. Cada decisión importa y tiene consecuencias.
- Audiovisualmente tiene mucho impacto.

- El tutorial está mal planteado y cuesta hacerse a la idea.
- Las primeras horas de juego son densas y mecánicamente puede ser abrumador.
Hemos realizado este análisis gracias a una clave de terminals.io. LAs imágenes usadas son de Steam para mejorar la visual del juego.