Suicidas es una carta de amor a la violencia. Una oda al lado oscuro de las calles. Un cántico desesperado que pone el grito en el cielo ante los infortunios de la vida. Así es Suicidas; poesía escrita en sangre. Así es Lee Bermejo, un escritor y dibujante crudo, casi sin formación artística académica, que se ha hecho a sí mismo. Sin censura. Al menos así es como nosotros le hemos querido entender en Suicidas, uno de sus primeros trabajos como autor completo. La desarrolló en 2015, aunque en principio solo iba a ser un volumen. No destacó demasiado, pero el trabajo era bueno. Muy bueno. Tanto que, con el tiempo, terminó publicando una precuela: Suicidas: Los reyes del infierno. Hoy podemos disfrutar de ambos, junto o por separado, gracias a ECC. Os cuento un poquito más al respecto.
Suicidas
Suicidas nos sitúa en una distopía postapocalíptica localizada en Los Ángeles. La ciudad, absolutamente destrozada por un gigantesco terremoto, sale como puede del paso, pero la situación no tarda en venirse abajo. Los rumores dicen, inclusive, que el gobierno de Estados Unidos quiso correr un tupido velo. ¿Cómo? Enviando armas en lugar de recursos y provisiones a sus habitantes. Sea como fuere, la situación no tardó en salirse de control. Tanto que, años después, la ciudad terminó proclamando su independencia como estado autosuficiente. Llegados a este punto, debemos diferenciar —una vez más— entre Suicidas y Suicidas: Los reyes del infierno.
Suicidas fue la primera de las dos obras en publicarse y se sitúa unos 30 años después del terremoto. Fue escrita y dibujada por Lee Bermejo, el autor intelectual de su universo. Los reyes del infierno, la precuela, sucede 15 años antes, aunque no cuenta con Bermejo como único artista; Alessandro Vitti y Gerardo Zaffino se unieron a él. La dicotomía, en ese sentido, es total, ya que las diferencias entre unos y otras son como la noche y el día. Siendo claro, aunque Vitti y Zaffino hacen un buen papel, no están a la altura de Bermejo. No obstante, de eso hablaremos más adelante.
Por el momento, siguiendo con la dinámica habitual de mis reseñas, quiero hablaros de la edición. ECC Ediciones dispone de dos opciones diferentes. Por un lado, la versión que separa la obra de Bermejo en Suicidas vol. 1 y Suicidas vol. 2: Los reyes del infierno. Por otra parte, Suicidas, la edición completa. Recoge ambos volúmenes y los ordena cronológicamente. Tiene un precio de 32 € e incluye más material adicional. La calidad —como viene siendo costumbre— de la impresión es muy alta. Vamos, lo de siempre. El formato, por cierto, es cartoné de tapa dura y está compuesto por 304 páginas a color.
Sinopsis
Todos caemos.
L.A. era la Ciudad de Ángeles, pero eso fue antes de que llegara el Gran Terremoto y destruyera todo lo civilizado que tenía. Después de ello, crecieron dos ciudades entre los escombros: una de torres brillantes y un lujo indecible para los ricos, y otra de alambre de espino y miseria aplastante para los pobres.
Rodeada por unos muros altísimos y unos guardias despiadados, Nuevos Ángeles es una isla de riqueza en un mar de pobreza. Fuera de sus fronteras, una nueva generación de angelinos lucha por las migajas entre los escombros mientras intenta desesperadamente encontrar la manera de atravesar la valla. Dentro, los escasos privilegiados han refinado su brutalidad y la han mezclado con el mayor invento del viejo Hollywood: la cultura de las celebridades.
Emitido en ultra-alta definición, unos gladiadores potenciados biomecánicamente y conocidos como los Suicidas, combaten a muerte en arenas de alta tecnología. Sus duelos son un recordatorio visceral para el mundo del poder que ostentan los jefes corporativos de Nuevos Ángeles.
Tanto para los ricos como para los pobres, los Suicidas son leyendas. Pero, como la ciudad que habitan, su gloria está construida sobre un cementerio… y a medida que los cadáveres se pudren, sus cimientos amenazan con resquebrajarse y caer de nuevo en el caos.
Suicidas es el proyecto más personal del aclamado historietista Lee Bermejo, con el que transporta al lector a un futuro distópico para relatar una trama que combina ciencia ficción, género negro y denuncia social. La presente edición recopila la miniserie homónima, con Bermejo como autor completo, y Suicidas: Los reyes del Infierno, precuela escrita por el dibujante de Batman: Condenado y Joker, con Alessandro Vitti y Gerardo Zaffino al frente del apartado gráfico.
Suicidas vol. 2: Los reyes del infierno
El segundo volumen de Suicidas es el primero cronológicamente hablando. Así pues, los eventos acaecidos en Los Reyes del infierno tienen lugar quince años después del gran terremoto de Los Ángeles. Bermejo nos ofrece algo de contexto de buenas a primeras explicando que, además de las numerosas perdidas humanas, la ciudad se ha ido al garete. Los años pasan y, lejos de encontrar una solución, el gobierno se desentiende. Llegados a este punto, Los Ángeles termina divida en dos zonas: rica y pobre. Los primeros, emulando la infame política del anterior presidente de los Estados Unidos —la crítica social está servida en bandeja de plata— han comenzado a construir un muro para separar ambos mundos. Os suena, ¿verdad?
Sea como fuere, la idea principal no gira en torno a la construcción del susodicho muro. Bermejo nos habla de un par de jóvenes hermanos, Jhony y Trix, y la banda callejera Los Reyes del Infierno. Ambos, de una forma u otra, vivieron trágicos momentos por culpa del terremoto. El primero, por su parte, vio como un grupo de rateros le pegaban un tiro a su padre en la cabeza para robarle el coche. Aquel día, aunque sobrevivió, se convirtió en un muerto viviente sediento de sangre y destrucción. Trix, por su parte, nació durante el gran desastre, lo que la convirtió en una niña desamparada e, inclusive, repudiada por momentos.
Sin una familia que los proteja, ambos hermanos se dieron a la mala vida, siendo el primero el peor de ambos casos. Bermejo, haciendo gala de su gran creatividad como guionista, desarrolla dos personajes excepcionalmente complejos e interesantes en cuestión de unas pocas páginas. Lejos de quedarse ahí, nos regala otros tres nombres que debemos seguir muy de cerca: D. Troy, El Coyote y Ellroy. El primero es un miembro de Los Reyes del Infierno y la pareja sexual de Trix. El segundo, un Suicida venido a menos y el tercero el reportero que acabó con la vida profesional de El Coyote.
Los Suicidas
El concepto de «Suicida» cobra especial relevancia en el universo de Bermejo, ya que los convierte en una suerte de héroes —muchas veces anónimos— que arrojan su vida a las fauces del coliseo. En efecto, los Suicidas son gladiadores movernos que se matan los unos a los otros a cambio de dinero y gloria. Entendemos, pues, que el divertimento de Los Ángeles es una clara referencia a la degeneración social. Siendo una distopía postapocalíptica, presenta ideas tremendamente interesantes. Curiosamente, no sabemos que opina el resto del mundo al respecto, pues en ningún momento se hace alusión al exterior. Toda la narrativa se centra, por entero, en Los Ángeles.
Tal es así que, aunque independientes de buenas a primeras, las líneas narrativas de Trix, Johny y D. Troy (por un lado) y El Coyote y Elrroy (por otro) se terminan juntado en un único arco. Todos, de una forma u otra, se convierten en un binomio entre la cordura y la demencia, la amistad, la traición o el amor; el sacrificio es un medio necesario para alcanzar la felicidad… Al menos eso es lo que nosotros hemos entendido. Sea como fuere, sin entrar en grandes detalles, Bermejo logra crear personajes interesantes y muy diferentes entre sí. De la misma forma, logra entrecruzar sus historias de forma orgánica y natural engendrando, de esta forma, una historia muy potente.
No llega a ser demasiado compleja, pero tiene la capacidad de enganchar a quienes busquen una historia cruda y adulta. El guion golpea con fuerza y nos deja un mal sabor de boca; la decadencia del ser humano es total. Todo mientras desarrolla de forma muy llamativa un entorno urbano ultra violento y repleto de sangre. Curiosamente, esta carta de presentación sería más que suficiente para capturar a cualquier lector, pero ahí un problema. Antes de pasar a Suicidas —sin Los reyes del infierno— quiero hablaros del arte.
El arte de Vitti
Alessandro Vitti es un gran dibujante, pero no tiene la entereza de Bermejo. Su estilo utiliza muchos trazos, es algo sucio y tiende a desfigurar las expresiones de los personajes según qué situación. Entiéndase que no se trata de una crítica, sino de una descripción. Con «sucio» y «desfigurar» no hablamos de mala calidad, sino de características. Es más, diría que su arte encaja muy bien con Suicidas… pero no es Bermejo. Ilustra con gran maestría las escenas y se recrea en la ultra violencia del ambiente, pero no termina de brillar. Ya sea por los patrones de colores o por el sentimiento de distancia, el arte de Vitti no crea sentimiento de unidad con el guion. Cumple, pero no enamora.
El arte de Zaffino
Gerardo Zaffino es, con diferencia, quien menos protagonismo tiene. No por nada, solo trabajó en el último episodio… y se nota muchísimo. El principal problema de Suicidas, en su conjunto es la falta de unidad; las diferencias de estilo entre unos y otros son demasiado palpables. Si Vitti se caracteriza por un dibujo sucio con muchos trazos, Zaffino es mucho menos proclive a la definición. Se distancia más de la escena, utiliza planos más oscuros y no se recrea tanto en las expresiones. Es más abstracto… La atmósfera de su episodio es distante. Es, casi, como un mal sueño. Por desgracia, tampoco logra alcanzar el nivel de Bermejo. Ahora bien, debemos decir —a su favor— que logra crear una especie de puente entre Vitti y Bermejo que nos permite encarrilar la lectura en mejor sintonía.
El arte de Bermejo
No habríamos sido tan críticos con Vitti y Zaffino de no haber tenido que recurrir a la comparación —siempre odiosa— entre estos y Bermejo. En primer lugar, porque hablamos de un artista con mucha más experiencia en su haber y con un estilo mucho más definido. Quienes ya le conozcan no se sorprenderán, pero ya os digo que tiene un nivel altísimo. Por eso choca tanto leer un volumen u otro; Vitti y Zaffino son buenos, pero Bermejo es todavía mejor. Esto provoca un choque entre volúmenes. Una dicotomía lectora. Confunde. Es errático. No le sienta bien. Sea como fuere, el volumen de Bermejo es una verdadera maravilla. Es más, se nota que se ocupa tanto del dibujo y el guion, pues ahora todo —esta vez sí— casa la perfección.
Sabe cuando emplear un trazo más dinámico o cuando relajar la acción empleando, en el proceso, toda una remesa de expresiones faciales y corporales muy expresivas. Es violento y directo; es un puñetazo en toda la cara. Te golpea y te somete. Te sorprende. Es, simplemente, genial. Alardea de experiencia y, aunque no experimenta demasiado, rezuma experiencia y profesionalidad por todos los poros. Emplea con gran habilidad las viñetas o la mezcla entre escenas para crear una lectura dinámica, potente y muy entretenida. La construcción narrativa es compleja, pero lo hace ver fácil. Por eso es tan bueno.
Suicidas vol. 1
Suicidas vol. 2: Los reyes del infierno me ha gustado. Sobre todo la historia de Trix y D.Troy, los grandes protagonistas —sin quererlo— del volumen. Es más, nos quedamos con ganas de saber más de ellos. Arrancan bien e introducen el segundo volumen con acierto. Son, de forma inesperada, el motor de la acción. Todo eso está muy bien, pero quien de verdad nos ha conquistado ha sido el volumen 1. No por nada, es la obra original de Bermejo y… El segundo volumen explota las luchas de bandas y el enfrentamiento entre corporaciones y población con alguna que otra trifulca personal de por medio. El primero, situándose quince años después del segundo, abandona el ambiente urbano y se mete de lleno en la alta sociedad.
El Santo y El Extranjero
Nos regala, a partir de entonces, una narrativa muy original centrada en dos figuras: El Santo y El Extranjero. El primero es un Suicida de alto nivel. No, es más que eso. Es el mejor Suicida de Los Ángeles y la gran estrella del coliseo. No hay nadie como él, aunque tampoco se sabe nada de su origen. Es un completo misterio hasta el punto de que casi nadie ha visto su rostro. Así es hasta que la señorita Sutter, una reportera, se cita con él para realizar una entrevista. A partir de ese punto la cosa se complica con tramas corporativas, asesinatos y violencia de por medio. Todo mientras El Santo nos ofrece contrapuntos muy sorprendentes sobre su verdadera identidad… o sobre su pasado.
Por su parte, El Extranjero es un hombre de un tamaño colosal. Su fuerza está fuera de toda duda y promete convertirse en uno de los Suicidas más destacados del panorama si se le da una oportunidad. Por desgracia, no la tiene, aunque a cambio encuentra una familia y un amor inesperado. Es un hombre parco en palabras, pero muy expresivo… y violento. Y mientras ambos se desarrollan, la problemática del muro muestra la cruda realidad del mundo mientras, como lectores, asistimos a las diatribas morales y dificultades de esta nueva sociedad postapocalíptica.
La historia se centra, en cualquier caso, en ambos personajes. Curiosamente, todas sus virtudes quedan un poco desdibujadas ante los fallos de guion de Bermejo. Hay momentos en los que, pese a su gran maestría dibujando y diseñando viñetas, la situación termina siendo demasiado confusa y errática; nos perdemos por momentos, ya que intenta utilizar recursos que no encajan del todo bien. Juega con saltos temporales que no terminan de funcionar y dificulta la lectura al buscar una profundidad innecesaria. No por nada, Suicidas se centra en sus personajes, que no en su universo. Aunque agradecemos que aborde el segundo, al final comprendemos que no suma, sino que resta.
Reseña de Suicidas | Conclusiones
Es difícil ofrecer una conclusión de un único volumen compuesto por dos obras tan dispares y tan parecidas al mismo tiempo. Nos quedamos, por un lado, con lo bueno: la violencia de la historia y la interesante propuesta artística son de lo mejorcito. Bermejo, todo un experto, nos regala secuencias de acción muy potentes y diseños apabullantes. De la misma, su construcción de personajes es sublime. Por el otro lado, Vitti y Zaffino (aunque cumplen) no llegan a su nivel. Aparte, la trama tiene algún que otro bajonazo y presenta dificultades en la narrativa; es posible que tengáis que darle un repaso a ciertos capítulos para comprender la historia una vez la terminéis. Diría, incluso, que cuesta conectar todos las subtramas en una sola y sacar el significado final. A veces se desvía demasiado.
Responderé, para terminar, una única pregunta: Marcos, ¿te ha gustado Suicidas? Pues la verdad es que sí. Bastante. He disfrutado de su lectura. Dejando a un lado la crítica (entendiéndola como un concepto neutro, y no como algo negativo) me lo he pasado bien como lector. Luego le he tenido que dar un repaso, pero mi primera impresión ha sido muy positiva. Me gusta mucho Bermejo y, siendo sincero, me gustaría que ahondará un poquito más en su universo. Tiene potencial y me ha gustado. Ale, ahí las tenéis: ahí van mis conclusiones.