En un tiempo pasado, hubo un nombre que revolucionó el tebeo europeo: Rob-Vel. Allá por 1938, de su mano emergió la que, para muchos, es una de las historietas más relevantes de la historia: Spirou y Fantasio. Continuada por no pocos autores, y con Andre Franquin a la cabeza, nos regaló un sinfín de desventuras de todo tipo y color. De entre todas ellas, y con el nombre de Hay un brujo en Champignac, nació Pacome Hegesipo Adelardo Ladislao, conde de Champignac. Bajo el estigma de científico incomprendido, más pronto que tarde demostró un carisma inaudito para quien se decía secundario.
Pronto adquirió mayor relevancia y, aunque nunca terminó de solapar la inestimable presencia de los epónimos protagonistas del susodicho tebeo francés, conquistó al público. No obstante, no ha sido hasta ahora que hemos podido disfrutar de su excelsa presencia en un cómic solitario. Y todo gracias a la editorial Nuevo Nueve, pues ha sido la responsable de su aterrizaje en la península ibérica. Y lo ha hecho en forma de un spin-off que nada tiene que envidiarle a la obra original gracias al buen hacer de sus autores: BeKa (seudónimo de Bertrand Escaich y Caroline Roque) y David Etien.
Champignac – Enigma
Respondamos, en primer lugar, una duda muy sencilla: formato. Champignac – Enigma ha sido lanzado al mercado con 64 páginas a todo color y encuadernación cartoné con dimensiones 30 × 22 × 2 cm. Dicho esto, podemos pasar a la segunda incógnita: argumento. A ese respecto, podemos citar a la editorial, pues ofrece una sinopsis bastante ilustrativa:
Berlín, 1938. Los ingenieros alemanes presentan a Hitler «Enigma», una máquina de cifrado de mensajes a prueba de manipulaciones. Ni más ni menos que un invento que debería permitir a los nazis ganar la guerra… En el castillo de Champignac, el conde, un joven científico, recibe una extraña misiva encriptada. ¡Sorpresa! el mensaje proviene de su viejo amigo Black, quien le pide que se una a él en Londres para una misión de suma importancia… intentar el descifrado de la máquina Enigma. Una aventura fascinante que pondrá a prueba sus facultades intelectuales pero que también le permitirá conocer a Churchill, descubrir el amor y cambiar el curso de la guerra.
El regreso de Pacome Hegesipo Adelardo Ladislao
En resumidas cuentas, la historia se centra en el entresijo de acertijos y misterios reunidos en tornos a la llamada Enigma, o lo que es lo mismo, la máquina de codificar mensajes del ejercito Nazi. En tal tesitura, nos alejaremos de la idiosincrasia bélica para sumirnos en un relato más cercano al thriller, pero sin tanto oscurantismo. Hablaríamos, en realidad, de una suerte de cómic muy cercano al tema del espionaje industrial, pero bajo el marco de la guerra y siempre ante la atenta mirada del desenfado sentido del humor del propio Spirou y Fantasio.
Sea como fuere, los autores logran establecer una narrativa directa, sencilla y muy amena. En consecuencia, nos encontramos con una lectura ágil y ligera en donde varias subtramas se entrelazan bajo la perspicaz pluma de los guionistas. Así pues, tanto los entresijos del corazón en forma de amor sincero como los dejes de humor combinan a las mil maravillas en una historia de puro diálogo. Por contra, los autores no parecen haber encontrado la tecla para hablar de Enigma, la máquina de codificación de mensajes. Por alguna razón, se centran demasiado en hablar sobre esta y su funcionamiento en más de una ocasión. En consecuencia, el cómic pierde fuelle y ritmo en varios pasajes que se terminan haciendo pesados.
A la par, la historieta carece de grandes giros de guion y/o sobresaltos, sino que se establece sobre una secuencia lógica de eventos que, pese a estar bien llevada, no termina de sorprender. Al menos no en esta primera entrega; ya veremos qué sucede más adelante. Más interesante, si cabe, ha sido la aparición de grandes personajes de la historia tales como, por ejemplo, Winston Churchill. Lejos de lo que cabrá esperar, su inclusión no solo ha resultado en un gran acierto, sino que se ha producido de forma muy consecuente y natural. Os hablo de Churchill, pero hay más ejemplos. No obstante, me los reservo; que haya sorpresas.
Visual francesa
Es complicado hablar de estilos, así que (si me lo permitís), no lo haré. Podría aludir a referencias de otros artistas de origen francés y/o belga, pero sería injusto: un país no se resume en una serie de características. Al menos así lo expone David Etien, quien goza de un estilo bastante libre dentro de las posibilidades que ofrece la historia. Emplea un dibujo sencillo que tiende al realismo, pero con cierto enfoque de parodia. Respeta las proporciones, pero agrega detalles un tanto inverosímiles; les dota de una mayor personalidad a través de pequeños detalles que no rompen la escena.
Sea como fuere, Champignac goza de un buen acabado artístico en donde los colores y los paisajes, en consonancia de sus personajes, respiran vida. Nota aparte, las pocas escenas de acción (que las hay) que presenciamos, oscurecen la escena con sutil cambio de paleta. No es demasiado notable, pero he creído ver trazas de un estilo que puede evolucionar mucho. De momento, la impresión ha sido muy positiva, aunque habrá que ver cómo sigue.
Conclusiones
En su valoración total, Champignac – Enigma es una lectura muy recomendable, y más si nos atenemos a su precio: 16 euritos. Con una buena edición tras de sí, y con un guion cuyo mayor problema es querer explicarse demasiado por momentos, nos encontramos frente a un tebeo francés de los que da gusto leer. Aprueba con nota en no pocos apartados: argumento, narrativa, dibujo, etc. Destaca en su faceta de thriller, aunque tampoco lo podemos categorizar como tal, pues no comparte muchos de aquellos sus rasgos más definitorios.
Como spin-off, gana mucho valor: el tratamiento recibido por el personaje huele a homenaje, pero de los buenos. Por otro lado, si no has leído con anterioridad Spirou y Fantasio, pues tampoco pasa nada, pues posee la personalidad suficiente como para destacar en formato de cómic individual. Ahora sí, nos hemos quedado con ganas de más. En cualquier caso, hay que saber qué es lo que nos espera: una historia con mucho diálogo, muchos cuadros de texto y un argumento que tira más hacia el misterio y la investigación que otra cosa. Se aleja de la recreación nacida en la violencia y la acción y nos propone un viaje de corte mucho más mental.
Por cierto, hemos definido a Champignac como un cómic, pero ha sido por el bien de la narrativa del texto. Si nos ponemos exquisitos, en realidad sería una novela gráfica. En cualquier caso, y como ya he dicho varias veces, lo he disfrutado mucho. Sin más, un servidor se despide… ¡Hasta la próxima! ¡Nos leemos!
- Corrección: Guillermo Ruiz