El estreno de una película de Studio Ghibli es siempre un evento cinematográfico que cualquier fanático del medio no debe perderse. En esta ocasión, os traemos nuestra review de la «última» película de Hayao Miyazaki: El chico y la garza; cinta estrenada en Japón en verano de 2023 y que hemos tenido la suerte de disfrutar en España desde el pasado 27 de octubre.
Review de El chico y la garza | ¿Cómo vivimos?
El chico y la garza, o Kimitachi wa dō ikiru ka (君たちはどう生きるか), nos cuenta la historia de Mahito, un joven japonés que, tras la muerte de su madre en un incendio, se muda con su padre y su nueva madre a una casa en el campo. Cuando Mahito llega a su nuevo hogar, empieza a constatar que allí pasan cosas extrañas, todas ellas relacionadas con una garza que parece estar acechándole.
Esta nueva película de Hayao Miyazaki adapta, de una manera libérrima, el clásico de la literatura ¿Cómo vives?, de Genzaburō Yoshino. Aunque quizás en Occidente no sea muy conocido, en tierras japonesas es una obra bastante conocida y célebre. Su particularidad es que trata temas vitales desde un prisma filosófico y existencialista a través de conversaciones entre un joven de 15 años y su tío. Además, como curiosidad, el propio libro hace un «cameo» en el filme, y compone un elemento importante en la construcción de Mahito, un adolescente de apenas 12 años que debe aceptar una enorme pérdida.
Pese a las claras diferencias de rumbo entre la fantasía épica de Miyazaki y la cotidianeidad de la novela de Yoshino, ambas obras tienen en común ese camino a la adultez y la maduración de un joven protagonista y ese cuestionamiento del mundo. También se centra en las fases del duelo, de cómo un joven debe aceptar la muerte de un ser querido, a través de un viaje casi psicotrópico, de esos que hacía décadas que Miyazaki no exploraba en sus historias.
Los personajes, un esencial miyazakiano
Si algo ha caracterizado la carrera cinematográfica del autor de Mi vecino Totoro o La princesa Mononoke son sus personajes. Siempre —o casi siempre— ha sorprendido a su público por sus heroínas fuertes, sus villanos no tan villanos, sus secundarios cómicos… Todos hechos con mimo, llenos de vida y sin ningún maniqueísmo. En El chico y la garza este patrón se repite comenzando con la dupla protagonista, que conforman el dúo cómico de la cinta. Bajo esta comicidad, sin embargo, se esconde una relación interesante. El choque entre un joven sincero y serio frente a un mentiroso juguetón da mucha vida a lo largo del viaje fantástico que experimenta Mahito.
A ellos dos se le suman muchos arquetipos que ya conocidos de sobra para quienes conocemos de cerca la obra de Miyazaki. Un ejemplo clarísimo son el grupo de ancianas que viven en la casa del campo: son extravagantes, tanto en su diseño como en su personalidad, y aportan una candidez y una perspectiva irónicamente fresca muy característica del cine de Ghibli.
También encontramos a una guía en el mundo de fantasía, personaje del cual no revelaremos su identidad, pero que tiene una enorme relevancia para Mahito. Al igual que conocemos a una «matriarca» del mundo subterráneo, de carácter fuerte y que acompaña y anima —a su manera— a nuestro protagonista. Para más información a este respecto, os recomendamos esta completa infografía publicada en La Vanguardia donde, además de un recorrido por la vida de Miyazaki, también se hace un acertadísimo repaso a las temáticas de sus filmes y los personajes que en ellos aparecen. No tiene tiene pérdida alguna y podéis echarle un vistazo a continuación:
Un sinfín de referencias culturales
Otro de los mayores logros que podemos encontrar en El chico y la garza es la ingente cantidad de referencias mitológicas, religiosas, culturales… No estamos ante una película cualquiera; se nota muchísimo todo el esfuerzo que se ha puesto en sus detalles: paisajes impresionantes, diseños de personajes muy trabajados, grabados en las estructuras de los edificios. En particular, y con respecto a este último punto, me gustaría destacar una que el tuitero Álvaro López comenta en el siguiente tuit:
Esta referencia concreta a La divina comedia de Dante tiene muchísimo sentido, ya que, según la interpretación de muchos fans, ya que la entrada a ese mundo de fantasía por el que Mahito accede sería una puerta al infierno, o a una especie de limbo. Que sirva este ejemplo como un botón del nivel de detallismo con el que cuenta la última —aunque ojalá no lo acaba siendo— cinta de Hayao Miyazaki.
Un apunte a este respecto es que quizás, debido a los numerosos detalles que podemos encontrar, su visionado no sea precisamente un camino de rosas. Para poder disfrutar de la aventura es necesario prestar atención y agudizar los sentidos, ya que —y esto lo comento porque he podido verla dos veces en cines— cada visionado aporta una capa nueva o nos hace darnos cuenta de un detalle que se nos podría haber pasado antes. Un punto fuerte para muchos y que probablemente la conviertan en un clásico y un imperdible de la filmografía de su director.
Libertades artísticas que suman… y restan
Sí que es cierto que en El chico y la garza se nota una cierta libertad creativa, muy buena por un lado, pero que, por otro lado, puede resultar un tanto caótica. El ritmo de la película se siente un tanto desigual y su tramo final, aunque resulta muy emocionante, se antoja demasiado atropellado. Su escena final, además, parece dejarnos a medias, como si no se atreviese a dar una conclusión más contundente.
No obstante, hay que decir que en lo que a animación se refiere El chico y la garza hace un despliegue visual y artístico impresionante. Hay muchas escenas que son difíciles de olvidar, lo cual es todo un logro. Por poner un ejemplo concreto, el momento en el que Mahito corre por las calles de la ciudad durante el incendio del hospital es un momento prodigioso. Vemos siluetas que parecen desvanecerse, personajes dibujados con un estilo nunca visto en Ghibli, los efectos que produce el fuego… Os invito, si veis la película, a prestar atención a estos detalles.
Review de El chico y la garza | Un Joe Hisaishi comedido, pero correcto
¿Qué sería de un filme de Studio Ghibli sin su maravillosa banda sonora? El chico y la garza cuenta con la participación de un veterano en estos lares: Joe Hisaishi, quien ha musicalizado prácticamente toda la carrera de Miyazaki. En este caso estamos ante un trabajo más que correcto, con una banda sonora que acompaña a la perfección. Aunque no cuenta con temas icónicos como en El castillo ambulante o en Ponyo en el acantilado, lo cierto es que en su simplicidad radica su virtuosismo. Tiene temas que podríamos considerar «básicos» o quizás algo vacíos, pero que sirven para potenciar los sentimientos del protagonista o de llevarnos a través de ese viaje de aceptación.
La primera vez que vi la película me sentí quizás algo decepcionado con Hisaishi. No era capaz de recordar ni un solo tema musical de la película y pensé que no había logrado crear una obra memorable. Sin embargo, en mi segundo visionado pude apreciar con más detalle este apartado y hubo un momento en el que finalmente caló en mí y supe disfrutar de la banda sonora. La canción, eso sí, que me gustó desde del principio fue la que escuchamos en los títulos de crédito, un tema minimalista, en la línea de su banda sonora.
- Vuelve el Miyazaki de la fantasía épica (y qué buen regreso).
- La película nos presenta universo fantástico lleno de referencias mitológicas, culturales y metáforas, digno de ser revisitado.
- La animación. Ghibli es un referente en calidad visual, pero en El chico y la garza se nota especialmente, con un despliegue técnico impresionante.
- Un final, quizás, demasiado abrupto y atropellado.
- El ritmo narrativo es algo irregular en determinados pasajes.