¡La noche es joven!
El pasado 10 de mayo pude disfrutar del estreno en cines de Night Is Short, Walk On Girl. Afortunadamente, no trabajé ese día y pude acercarme a los cines a la —por cierto— única sesión del filme. Como viene haciendo desde hace años, Selecta Visión nos acerca a uno de los últimos trabajo de Masaaki Yuasa, uno de los directores, a mi juicio, más interesantes del panorama actual. Y, aunque es probable que esta crítica no sirva para que vayáis al cine a verla —más que nada porque cuando se publique ya no habrá sesiones disponibles—, sí que lo hago para poder compartir mis impresiones. Si así consigo que alguien se interese por la obra de Yuasa, habrá merecido la pena.
Historia sencilla, animación prodigiosa
La historia es bastante simple: un joven enamorado busca llamar la atención de la chica que le gusta. Esta es, en teoría, su premisa; no obstante, su desarrollo va más allá. El filme, caótico en su superficie, entrelaza numerosas historias de diversos personajes. De esta forma nos encontramos ante un mosaico de lo más variopinto que es capaz de unir dioses con reflexiones filosóficas, bailes sofistas u obras de teatro ambulante.
La animación, como en prácticamente toda la obra de Masaaki Yuasa, es todo un prodigio. El director se beneficia del medio para lanzar al espectador escenas con ideas visuales muy llamativas y —para sorpresa de muchos— más coherentes de lo que parecen. Así, tenemos transiciones abruptas, cambios del mundo real al imaginario y deformaciones que sirven como metáfora de la situación emocional de los personajes.
Los colores, a su vez, sirven para dotar a los escenarios y sus integrantes de una presencia determinada. Un ejemplo clarísimo es el enfrentamiento de la «doncella de pelo negro» con Li Bai. Mientras ella destaca por los colores vivos y sus intervenciones positivas, en Li Bai predominan los colores apagados, fríos que combinan con su discurso pesimista. Cuando este recobra la fe, también lo hacen los colores, contagiado por la radiante actitud de la protagonista.
Personajes: la gracia de los secundarios
Como ya adelantaba en párrafos anteriores, Night is Short, Walk on Girl presenta una amalgama de personajes bastante completo. Sería difícil destacar alguno en concreto, ya que muchos son bastante divertidos y derrochan carisma. Seitarō y Ryōko forman un dúo bastante interesante, sobre todo al comienzo de la cinta. Por un lado, porque Seitarō es una especie de vividor que, simplemente, disfruta de lo que tiene y no piensa en el dinero; por otro, porque no puedo sino aplaudir la gracia y entereza de Ryōko para empoderar a las mujeres y vivir su sexualidad como ella quiera. Además, también contamos con un presidente al que le gusta travestirse, un dios de los libros de segunda mano o un enamorado que no se cambiará de calzoncillos hasta reencontrarse con su amada. ¿Qué más se puede pedir?
Unos protagonistas más flojos
No obstante, si algo tengo que criticar es que esa gracia no reside en sus personajes principales. Ni la doncella ni el Senpai —este último quizás sí en el tramo final— proponen un verdadero interés en su desarrollo.
La doncella de pelo negro: una Mary Sue de manual
La doncella es, bajo mi humilde opinión, un claro ejemplo de Mary Sue; es decir, un arquetipo de personaje ficticio excesivamente idealizado y sin defectos. La protagonista es buena, optimista, fiestera, tranquila, trabajadora… Realmente no tiene nada de malo. También es bella, fuerte y nostálgica. Vamos, que prácticamente podríamos decir que es perfecta. Claro, esto podría justificarse en que es la visión del Senpai, que la idealiza. Pero no es el caso, ya que la cinta nos pone en su piel en varias ocasiones y la sensación que nos deja es bastante parecida. Sabemos que quiere fiesta, lo cual es maravilloso, porque promover que una mujer quiera divertirse y disfrutar de su libertad como mujer. Pero… ninguna de sus locuras le deja una verdadera huella. Ella puede con todo y sigue hacia adelante. En ese sentido, siento una ligera… falta de empatía con ella.
Además, debo reconocer que la resolución del «romance» entre los protagonistas me pareció bastante forzada. El mensaje que queda es bonito, pero, en mi opinión un final más amargo habría hecho más justicia al desarrollo de los acontecimientos de la historia.
Senpai
Por otro lado tenemos a Senpai, el típico protagonista fracasado al que todo le sale mal. Durante el transcurso de los acontecimientos, sus intervenciones resultan ser más anecdóticas que fundamentales. Hace todo lo posible para poder atraer la atención de su querida doncella, pero esta está ocupada dejándose llevar por las maravillas de la noche. Llegados a cierto punto, Senpai se rinde y llegamos al, como adelantaba antes, punto más interesante en su construcción. Vemos cómo, al estilo Inside Out de Pixar, nos adentramos en la mente del protagonista para conocer sus miedos, reflexiones y las diferentes perspectivas que tiene ante su desgraciada existencia. Es entonces cuando vemos cómo una sombra de su figura, que refleja la razón y la lógica, se enfrenta a una especie de cowboy, símbolo de la pasión y la libertad sexual.
Buenas ideas conectadas en un aparente caos
En términos generales, salí contento del cine, aunque sí que me gustaría puntualizar —para bien y para mal— algunos elementos de la cinta. El tono de la película es, por decirlo de alguna manera, especial. Su narrativa no dejará a nadie indiferente, de modo que es posible que encandile, pero también frustre a según qué público.
El argumento no tiene mucho misterio, pero lo realmente fascinante son las ideas implícitas y explícitas en sus variados discursos. Uno que me llamó la atención fue la teoría del matrimonio lógico: si te casas por amor, tu felicidad se esfumará porque habrás basado una importante decisión en un impulso y no en una reflexión lógica. Otra idea interesante es la idea del «amor fugaz»: nada es eterno, y cuando creías estar enamorado por un motivo mágico como el choque entre dos manzanas, llega otro momento que te hace cambiar y darte cuenta de que, quizás, el amor es otra cosa. Asimimo, debo reconocer que la teoría de los libros de segunda mano que conecta a las obras y a los autores me pareció muy peculiar.
Como ya habréis podido comprobar, el filme presenta —como mínimo— varias ideas curiosas. No obstante, su eje central se basa claramente en la metáfora del cowboy de Senpai; es decir, la lucha entre el sentido y la sensibilidad. La razón contra la pasión. Que los hechos tengan lugar durante una noche de juerga no es casualidad. Los personajes abrazan sus instintos y se entregan al encanto de la noche. Al disfrute y a los placeres. Porque, como bien dice el título, la noche es corta y no debemos perder el tiempo en memeces.
Tráiler
Sinopsis
«Senpai» está secretamente enamorado de «Otome». Se hace el encontradizo en Ponto-cho por la noche, en el mercado de libros usados del santuario de Shimogamo, en la feria universitaria… Pero ella no se da cuenta de lo que él siente y, cada vez que se encuentran «casualmente», le suelta un simple «¡Qué casualidad!».
A ambos les aguarda una serie de acontecimientos inusuales junto con un grupo de personajes singulares. Dentro de la película, se desarrolla también la obra del teatro de guerrilla Henkutsuo en forma de musical completo.
Tanto Otome, la directora, como Don Underwear y Senpai, ¡todos cantan! ¿Conseguirá Senpai que algún día Otome se dé cuenta de sus sentimientos por ella?