En sus casi noventa años de historia DC ha tenido mucho para crear toda suerte de personajes. Desde grandes héroes de origen humano hasta fuerzas extraterrestres pasando por caballeros de la noche, payasos demenciales y princesas amazonas. Hubo un tiempo, inclusive, en que los vampiros hicieron las veces de antagonistas en la que pudo ser una de las mayores debacles de la historia de la humanidad. El caso no fue a mayores, pero por poco. Y varias veces. En cualquier caso, hubo una figura que destacó por encima de la del resto ante tal peculiar premisa: Andrew Bennet, el más poderoso de los vampiros.
Figura nobiliaria del siglo XVI, apareció por primera vez en La casa del misterio #290. Mucho ha cambiado desde aquel día, pues pasó de homenajear al sempiterno Conde Drácula a adquirir nombre, estilo y personalidad propia. Protagonista de varias historias, y secundario en otras tantas, ha regresado de entre los muertos varias veces. No obstante, podría decirse que una de sus más grandes —y primerizas— aventuras tiene nombre propio: Yo, Vampiro, de Joshua Hale Fialkov (principal) y Peter Milligan. Editada originalmente en diecinueve números con alguna que otra incursión en la Liga de la Justicias Oscura, tenía por objeto relanzar el género «de vampiros» de puertas para adentro.
Lo haría de forma maravillosa, pero a eso iremos más adelante. Por el momento quiero hablaros de la edición integral de ECC Cómics, una de las editoriales más serias y profesionales en lo que a edición se refiere. Empecemos, pues, por el precio: 40,50€. Puede parecer caro, pero la realidad es que solo por contenido ya merece la pena. A eso debemos sumarle una excelente impresión en formato cartoné (tapa dura) con 480 páginas a todo color. Incluye material adicional y está englobada dentro del concepto DC Omnibus. Pertenece a la filial DC Black Labels, un sello editorial descrito y orientado al público más adulto.
Sinopsis
La última esperanza de la humanidad es un vampiro.
Andrew Bennett se transformó en vampiro a finales del siglo XVI, pero es ahora cuando afronta su mayor reto: evitar que Mary, la Reina de la Sangre, su antigua amante, extermine a la humanidad. Ante semejante misión, Andrew deberá buscar aliados como la Liga de la Justicia Oscura o el mismísimo Batman. Y es que, por si no bastara con Mary, no tardará en alzarse Caín, el vampiro primigenio.
Yo, vampiro
Yo, Vampiro arranca en forma de romance sangriento. La historia nos presenta a Andrew Bennet, un vampiro de seiscientos años, y Mary Seward, la Reina de la Sangre, una vampiresa casi tan anciana como el propio Bennet. Amantes incombustibles, llevan años librando una eterna contienda en donde la pasión solo es sustituida por la violencia, y viceversa. Extraños en un mundo gobernado por los humanos, encuentran refugio el uno en la otra solo para terminar revueltos en una disputa sin fin. Y es que Andrew y Mary se aman como nadie, pero son polos completamente opuestos. Bennet, pues, es el sire de Seward y el «padre» de otros tantos hijos de la noche.
Cariacontecido por su propia existencia, fue una plaga que amenazó con asolar al mundo… o salvarlo. Antihéroe por definición, ahora ejerce como cazador de vampiros. Es considerado un traidor entre los suyos, mas no parece importarle; en su corazón hay perdón. Si bien es cierto que busca la convivencia, una vez saca las garras no hay nada ni nadie que pueda detenerlo. Inmortal, es una entidad tan peligrosa como poderosa. Por su parte, Mary es el anhelo de su corazón y el reposo de sus pecados, pero también el mayor de sus errores. Fue él quien la convirtió, y ahora es ella quien amenaza la integridad del mundo.
Harta de vivir en las sombras se dispone a gobernar el mundo junto a su ejercito de vampiros. Comienza así una trama en donde la empatía y el amor engendran una primera trama: ¿Deben los vampiros ceder a sus impulsos o existe otro camino? Bennet está convencido de que es así. Por eso se dispondrá a dialogar con Mary buscando otra salida, aunque resulta imposible. Pronto la trama se pervierte y engendra una espiral de caos, violencia y destrucción siempre con los vampiros de por medio. Introduciendo personajes como Batman a modo de cameo, o al propio Caín para complicar más las cosas, Yo, Vampiro se construye como una historia en tres tiempos muy interesante.
El amor vampiro ya no es cosa de adolescentes
No puedo, por desgracia, concretar mucho más, ya que de otra forma os estaría estropeando la lectura. Lo que sí os puedo decir es que Yo, vampiro destaca gracias a la muy inteligente construcción de la intrahistoria. Confusa por momentos, logra mantener el ritmo en todo momento. Integra de forma muy acertada un bizarro y extraño sentimiento de romance y pasión, pero siempre desde una perspectiva muy visceral. Lejos de amoríos adolescentes, Mary y Andrew están muy bien planteados. Ligeramente dependientes el uno del otro, saben regalarnos grandes momentos sin llegar a resultar molesto.
Sea como fuere, y aunque es uno de los ejes centrales del tebeo, no podemos decir que el amor sea el núcleo. El punto fuerte de Yo, vampiro son la acción y el suspense. De la primera tendremos a raudales y… Os aviso: vais a ver sangre. Mucha sangre. Bennet, el principal protagonista, ejerce como antihéroe y no tiene reparo alguno en asesinar. Lo mismo sucede con sus aliados más cercanos o sus enemigos. La muerte forma parte intrínseca de la historia y sin ella es imposible comprender el valor de la misma.
Fialkov, a ese respecto, entreteje una serie de pequeñas tramas secundarias muy bien resueltas. Todas giran en torno a Mary o Bennet, así que tampoco podemos decir que sean esencialmente llamativas, pero ahí están. Volviendo al tema anterior, Yo, vampiro se divide en tres actos. Podemos entender que cada uno dispone de su propio principio, nudo y final, pero la construcción final nos habla de un primer arco de introducción, un segundo arco a modo de nudo y un tercero que funciona como resolución.
Una historia compleja para un público más adulto
Se agradece, todo sea dicho, ya que de otra forma el guion no se habría podido desarrollar de forma adecuada. Si bien es cierto que debemos destacar una vez el sentimiento de confusión que nos golpea en más de un punto de la historia, su extensión permite un alto grado de comprensión lectora global. Si no estáis muy al día con DC os perderéis referencias varias, ya que harán acto de presencia personajes como Deadman, Constantine o Xanadú. Por consiguiente, la magia estará a la orden del día y… Bueno, digamos que el concepto de magia en DC suele ser algo complicado.
Resumiendo, Yo, vampiro es un volumen integral complejo que requiere de un esfuerzo importante por parte del lector. Es necesario prestar atención a los detalles y, ni aún con esas, seremos capaces de cazar todo a la primera. Por suerte, el dibujo ayuda bastante en el proceso, aunque la mezcla de estilos no le sienta del todo bien. Excelentes de forma independiente, Yo, vampiro mezcla el arte de Admira Wijaya, Andrea Sorrentino, Daniel Sampere, Dennis Calero, Fernando Blanco, Scott Clark y Szymon Kudranski.
En líneas generales podemos hablar de diferentes estilos según el pasaje. La historia, durante su publicación, se dividió en números, así que se distinguieron varios artistas. Andrea Sorrentino es la principal, mas no la única. Sobre ella podemos decir que emplea un trazo en donde busca desdibujar los rostros de sus personajes. O lo que es lo mismo, no termina de definirlos para trasmitir —eso creo— sensación de distancia y abstracción. Le sienta muy bien. El problema es que, aunque en su individualidad funcionan todos y cada uno de ellos muy bien, la construcción general del volumen se pierde un poco al percatarnos de que el dibujo varía de la primera a la última página con varias reformulaciones entremedias.
Reseña de Yo, vampiro. Conclusiones
Yo, vampiro es una demostración de trabajo coral entre Joshua Hale Fialkov y Andrea Sorrentino. La edición integral de ECC, por su parte, es una pasada. Consecuentemente, Yo, vampiro es una obra que sí recomendaría al lector. Eso sí, al más adulto. Destaca, para bien, la construcción de su universo y de los personajes. La historia es interesante y sabe manejar varias líneas argumentales al mismo tiempo sin perderse. Es algo confusa en ciertos momentos, pero sabe mantener el ritmo.
Maneja de forma adecuada la simbología de los vampiros, incluye partes del mito de forma muy orgánica e integra bien la cultura popular sin perderse en el proceso. El dibujo es muy notable y la elección de colores, acertada. Oscurantista, es un fiel reflejo de las cualidades del sello Black Labels. Si os gustan la historias con sangre, violencia y amor adulto, os gustará. ¡Y hasta aquí nuestra reseña de Yo, vampiro! Espero que la hayáis disfrutado. ¡Hasta la próxima!