Reseña del manga Chicho Terremoto n.º 9, cerca del gran final

Solo un tomo. Solo queda un tomo para que Kimmo Editorial termine de republicar Dash Kappei, una de las series más emblemáticas de su tiempo. Cargada de nostalgia, esta serie hizo de las suyas durante años en la televisión española y ahora, años después, ha regresado, pero a través de su obra original. De hecho, esto pasó tiempo atrás, puesto que con nuestra reseña del volumen 9 del manga Chicho Terremoto nos acercamos al final. Tanto es así que este es el penúltimo volumen.

En cierto modo, debo decir que me da un poco de pena. Con sus más y sus menos, Dash Kappei ha sabido cumplir la misión principal de casi cualquier manga: entretener. Y eso que —siendo este tomo uno de los más bestias en ese sentido— que su manera de entender el humor no solo es arcaica, sino que a veces es demasiado verde. Es como cuando el Maestro Roshi le pedía a Bulma que le enseñase las bragas. Es uno de los remanentes de los años 70 y 90. Hoy día se siente algo más rancio, pero debemos entender que es algo contextual.

Al menos hasta cierto punto, debido a que tampoco podemos decir que muchos autores nipones hayan sabido escapar del ecchi. Es algo con lo que nos toca convivir. Pese a ello, tampoco creo que debamos condenar a Chicho Terremoto, pues más allá de eso tiene bastantes virtudes. Aparte, que un manga con más de cuarenta años sea capaz de mantenerse relativamente bien en los tiempos que corren es algo que tiene mucho mérito.

Reseña de Chicho Terremoto n.º 9 | Portada, sinopsis y edición

La dirección del instituto Seirin notifica a todos los clubes deportivos la obligación de una nota académica mínima. El futuro deportivo de Kappei está en peligro. ¿En qué club deportivo entrará ahora?

En líneas generales podemos decir que este noveno tomo de Dash Kappei ha mantenido los estándares de las entregas anteriores. Así pues, nos quedamos muy conformes tanto con la impresión como la traducción, dos áreas en las que destaca por su calidad. En lo que se refiere a la maquetación, hay algunos fallitos en los bordes laterales, pero no es nada grave. Por consiguiente, podemos hablar de un producto de buen nivel que se mantiene muy bien en todo momento.

No es una historia de baloncesto, es algo más

Habiendo aclarado este tema, regresamos al eje del presente texto. Es decir, ¿qué podemos esperar del noveno volumen para con el argumento? De buenas a primeras, se cierra ese extraño arco en el que Sakamoto decidió dejar el club de baloncesto para meterse de lleno en una disputa con el club de esgrima. Esa historia sigue, pero por fin podemos cerrarla. No obstante, y entre bambalinas, se va gestando la saga más surrealista del manga. Con robots de combate de por medio, la misteriosa organización KKK pone en riesgo a Akane. Al mismo tiempo, parece que el instituto acabará convirtiéndose en un parque de atracciones.

En efecto, todo es una locura, pero te puedes amoldar a la narrativa de manera relativamente fácil hasta llegar a una suerte de torneo mortal en donde los estudiantes deben defender su lugar de estudios para evitar que deje de ser el lugar que siempre fue. Si te parece inverosímil, debo decirte que te estás quedando corto, puesto que Noboru Rokuda no se contuvo ni un solo instante a la hora de diseñar esta última historia. Con nuevas dosis de baloncesto, el mangaka nos presenta un arco definitivo para cerrar la historia de una vez por todas.

Curiosamente, lo que esta saga y la anterior nos demuestran es que, en realidad, Dash Kappei no es un manga de baloncesto. Lejos de lo que cree la corriente, es una obra de humor que usa diversos elementos deportivos para construir sus alocadas premisas. Siempre dentro del contexto estudiantil, y con algunas dosis de drama bastante bien encorsetadas, se define a sí mismo como una parodia absoluta que se ríe de todo y de todos sin complejo alguno. Y de sí mismo el primero, porque nada parece tener sentido.

A dos pasos de llegar al final

La cohesión narrativa se establece única y exclusivamente por sus personajes. Especialmente a través de Akane y Sakamoto, los dos protagonistas indiscutibles de la historia. Y si bien es cierto que los miembros del club de baloncesto aparecen, así como antiguos rivales que prestan su ayuda a los de Kappei de una manera u otra, todo gira alrededor de ellos. Son quienes hacen que cada episodio tenga sentido dentro de un contexto mayor.

Y es que —siempre con la perversión de Kappei dando vueltas por ahí— al final no solo es una historia de humor, sino una de amor. Muy rara y estrambótica, sí, pero de amor… A su manera y bajo su propio entendimiento del mismo. De hecho, si no tuviese tanto humor verde y resolviese las situaciones más complicadas de ambos con el pensamiento de un mono, seguramente sería un manga mucho mejor. Eso no quita que sea entretenido y/o que se disfrute igualmente, porque podemos hacerlo.

Por eso creo poder decir que la obra de Noboru tiene picos muy altos y muy bajos, pues es capaz de lo mejor y lo peor. Si lo encajonas dentro de su contexto situacional y temporal, gana enteros, puesto que en aquellos tiempos era lo que más funcionaba. Valorando esto, así como su factor nostálgico e histórico, pues lo cierto es que acabas aceptando esta realidad. Es por esto mismo que, aunque a veces soy bastante crítico con el manga, sigo pensando que es una adquisición muy interesante en la mayoría de los casos.

• Es nostalgia pura y dura.
• Los personajes progresan mejor de lo que recordaba.
• Las páginas a color y la edición son muy buenas.
• Destaca como manga de humor; es original cuando se trata de hacer tonterías.
• La traducción y las notas a pie de página son de calidad.

• El sentimiento spokon no destaca tanto.
• Tiene un sentido del humor verde bastante feo en casi todo momento.