A estas alturas de la película todos sabemos quién es Kappei Sakamoto, ese alocado y fetichista jugador de baloncesto juvenil que baloncesto japonés. Más todavía si tenemos en cuenta que, desde hace algo más de un año, Kimmo Editorial decidió recuperar su licencia para ofrecernos un muy cuidado relato de humor y deporte. Ha llovido mucho desde entonces y, por desgracia, solo quedan unas pocas nubes en el cielo. En efecto, con el lanzamiento y reseña de Chicho Terremoto n.º 8 nos al inevitable final del manga.
Recordemos, pues, que esta edición se ha lanzado en España en formato tankobon. O lo que es lo mismo, la cantidad de episodios por tomo y el tamaño de los mismos es más grande lo normal. Esto nos ha permitido disfrutar de la serie con un ritmo inherentemente superior, pero también ha acortado su trayectoria. Por supuesto, todas las despedidas son tristes, aunque en este caso estamos muy, muy contentos. Siendo sincero, me gusta mucho más este formato.
Y no solo porque sea bastante más económico, sino porque hace que licencias como esta adquieran una mayor dimensión. Más allá de la nostalgia, Chicho Terremoto nos llega como una increíble adición para casi cualquier estantería. Y aunque sabemos que su sentido del humor no ha envejecido de la mejor manera, ese factor nostálgico sigue siendo muy potente. Si a eso le sumamos la edición, lo cierto es que gana muchos puntos. Tanto es así que quiero hablaros de ella de manera más exhaustiva.
Reseña de Chicho Terremoto n.º 8 | Portada, sinopsis y edición
La dirección del instituto Seirin notifica a todos los clubes deportivos la obligación de una nota académica mínima. El futuro deportivo de Kappei está en peligro. ¿En qué club deportivo entrará ahora?
Colección | Chicho Terremoto vol. 8 de 10 |
Autoría | Noboru Rokuda |
Género | Humor, deportes, aventuras. |
Formato | Rústica con sobrecubierta 15 x 21 cm |
Precio | 14,50 € |
Tamaño y páginas | 316 páginas en b/n con inserciones a color |
Maquetación | Juan Medina Manrique |
Traducción | Carlos Mingo e Irene Tellería |
Fecha de lanzamiento | 14/07/2023 |
Reseñas | Volúmenes anteriores |
Ciertamente, ha pasado un tiempo desde que pude hablaros de Dash Kappei, pero es que Kimmo ha estado algo «atareada» mientras trabaja en sus nuevas licencias. Pese a ello, no han descuidado el que podría ser su producto estrella, puesto que el octavo tomo ha llegado en grandes condiciones. Con una traducción de mucho nivel y una maquetación de alta calidad, esta nueva entrega ha satisfecho todas nuestras exigencias como consumidores. De tres puntos, colega.
Un deportista nato sin mucha mentalidad
Kappei sigue ‘renegando’ del equipo de baloncesto y, como tal, se ha dedicado a probar suerte en otros clubes deportivos. Durante la última entrega vimos qué talento no le falta, pues demostró que también era un gran jugador de tenis de mesa. Aunque su tamaño haga que los demás le subestimen, lo cierto es que Sakamoto es un deportista nato. Al menos si hablamos de sus capacidades físicas, pues su actitud dista mucho de lo que cabría esperar. En ese sentido, este peculiar ‘diablo de Tasmania’ sigue siendo tan travieso como siempre.
Irreverente por momentos por culpa de esos desafortunados chistes de humor verde que a veces no vienen a cuenta, Chicho ha demostrado que es un talento sobrenatural que, en realidad, ha cimentado toda esa capacidad sobre un gran esfuerzo del que no presume. Dice que es puro talento, pero en realidad ya sabemos que Kappei ha tenido que superar momentos bastante duros y que sus rutinas habituales no son muy normales.
No obstante, este no es el tema principal de la octava entrega del manga, pues en esta ocasión nuestro protagonista se enfrenta a un reto muy diferente: los estudios. O al menos así debería ser, puesto que el instituto Seirin comunica a todos sus estudiantes que no podrán participar en clubes si no alcanzan una nota mínima. Por supuesto, esto pone en riesgo la ‘carrera’ de Kappei, pues no es precisamente un gran estudiante.
Un clásico que ha evolucionado bien en muchos sentidos, pero no tanto en otros
Es por eso mismo que sus antiguos compañeros del club de baloncesto y Akane van a ayudarle, demostrando que, al final, lo que ha quedado entre ellos es una rara, aunque entrañable, amistad. También se puede ver que Akane siente algo por él y que Sakamoto, cuando está con ella, tiende a ser mejor persona. Parece (aunque esto no lo sabremos hasta el final) que nuestro protagonista está creciendo como persona. Al menos a veces lo parece.
Por lo demás, puedo decir que este octavo tomo no tiene la tensión ni la gracia del torneo nacional de baloncesto, pero sigue aportando cosas positivas. Además de ver un poco más del día a día y de la vida cotidiana de nuestros personajes, vemos como se enfrenta a nuevos retos. En ese sentido, destaca el club de esgrima, donde demuestra que tiene talento, pero también se lleva más de una lección.
El problema es que durante el proceso, y cuando pensamos que ha madurado, vuelve a realizar actos bastante cuestionables, por no decir deleznables. Así pues, se mezcla un poco todo, lo que nos deja con un sabor agridulce en el que «entendemos» que la época tiene parte de la culpa. Pese a ello, no es excusa. Sea como fuere, Dash Kappei se sigue manteniendo en sus fueros y en estos sigue siendo un gran manga clásico. Con sus cosas malas, es cierto, pero también con un alto componente de entretenimiento, humor y divertimento.
- Es nostalgia pura y dura.
- Los personajes progresan mejor de lo que recordaba.
- Las páginas a color y la edición son muy buenas.
- Destaca como manga de humor; es original cuando se trata de hacer tonterías.
- La traducción y las notas a pie de página son de calidad.
- El sentimiento spokon no destaca tanto.
- Tiene un sentido del humor verde bastante feo en casi todo momento.